-ERES FUEGO-

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Itachi era un hombre que sabía cómo seducir a sus parejas, pero era Deidara Uzumaki un Doncel que jamás ha sido llevado a los menesteres carnales

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Itachi era un hombre que sabía cómo seducir a sus parejas, pero era Deidara Uzumaki un Doncel que jamás ha sido llevado a los menesteres carnales.

El porte y elegancia que poseía ese hombre era enigmático, sus ojos color ébano que proyectaban autoridad, era tener el control absoluto de Uzumaki.

Itachi Uchiha no quería un no por respuesta, ya era mucho tiempo de estar imaginando ese cuerpo trigueño poder pasar sus manos por sus muslos poder morder succionar.

Itachi quiere despertar a ese Doncel apassionado que duerme en Deidara si, para el azabache era sacar el poder de seducción del Uzumaki.

Valía la pena si, ese hermoso Doncel valía la pena en poder perderse en ese cuerpo suave manejable pero también era indómito.

Al sentir la lengua del azabache juguetear con la de él, el rubio se aferró de los hombros, Itachi lo tomo de los muslos con una voz ronca excitada.

- Rodea mi cadera con tus piernas.

La mirada del rubio era nublada del placer que ese hombre le estaba proporcionando cada lugar que el Uchiha ponía su mano era caliente sentía un fuerte cosquilleo en todo su cuerpo.

Las pequeñas manos del Uzumaki tomaron el rostro del azabache para jalar los cabellos.

- Eres un chico apassionado, vamos a ver qué más podemos sacar de todo esto.

- ¿Qué cosa?

La sonrisa del Uchiha era casi invisible, mordisqueo el mentón del rubio al ir caminando hasta la habitación principal.

Al entrar pudo observar el toque femenino de la castaña, Tenten había dejado enfriándose una botella, deposito suavemente al rubio.

Lo tomo de la mano.

- Vamos a brindar por nuestro matrimonio.

Al ver que el Uchiha con tal facilidad descorcho la botella se escuchó el ruido del corcho la burbujeante bebida estaba llenando en unas copas de tulipán.

Aun lado estaban unas fresas para poder degustarlas.

- Yo... yo no puedo.

Itachi se acercó al rubio con esa pose de seducción tomo de la copa y beso al Uzumaki al sentir en su garganta el picor trago dejando salir por sus comisuras hilillos del líquido.

Sus ojos se dilataron a más no poder sus mejillas las sentía arder, su cuerpo picaba, las grandes manos del azabache fueron quitando las prendas restantes del cuerpo del rubio.

Al mismo tiempo que besaba con frenesí esos carnosos labios, al sentir su boca invadida Deidara entrecerró sus ojos solo veía la bruma que estaba apoderándose de su raciocinio.

BELLEZA INDOMABLEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora