Capítulo 12: La guerra contra los Atrianos

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Todo se había complicado con los Atrianos

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Todo se había complicado con los Atrianos. Aunque la verdad no era algo nuevo. Hace varios años, los Atrex y los Atrianos teníamos diferencias. Los Atrianos solían ser bruscos y no les importaba lastimar a los humanos. Nosotros al contrario siempre hemos sido precavidos y teníamos una regla de no atacar a los seres humanos. Aparte eran débiles como para enfrentarnos a ellos. Pero muchos de los Atrianos no estaban de acuerdo en proteger —como ellos les decían— a los humanos. Nosotros no íbamos a permitir que ellos se aprovecharan de eso, y si teníamos la capacidad de hacer algo, lo haríamos. Todo quedó en que debíamos seguir las reglas. Y finalmente habíamos conseguido la paz por ambos lados. Hasta que se enteraron que había humanos en Sedna. Se suponía que ya nunca más debía de entrar un humano a nuestro planeta, y tampoco nadie debía de saber de nuestra existencia. Pero ellos creyeron que nosotros los traicionamos y ahora vienen a acabar con lo que empezamos.

Me encontraba con Rowen en la sala de la casa, estábamos planeando ir tras Valter. Al menos aclarar lo qué pasó aquella vez, no podíamos permitir que siguiera lastimando a los nuestros. Aunque sabíamos que eso sería complicado. Así que tuvimos que hacer varios planes, por si las cosas no salían como pensábamos. Que lo más probable era que no estaría de acuerdo con lo que le diríamos.

La puerta de la casa sonó, me levanté y caminé hacia ella. La abrí encontrándome una sorpresa. Aquella chica de cabello rojizo estaba justo frente a mí. Mi mirada se deslizó hacia su traje blanco ajustado que le lucía tan bien, regresé la mirada a ella, que me miraba en silencio.

—¿Está Dixie? —preguntó.

—¿Quién la busca? —dije divertido, ella rodó los ojos con fastidio.

—Me dijo que viniera, y eso hice —añadió de mala gana—. ¿Me dejarás entrar o qué?

Me recargué en el marco de la puerta con los brazos cruzados.

—Si no lo hago, ¿Qué harás? —pregunté, retándola.

Ada me observó, noté como apretaba la mandíbula con fastidio.

—Me voy a ir si sigues así —contestó.

—Que aburrida eres —repliqué—. De todos modos, ya me voy.

Abrí la puerta para que entrara, lo cual hizo. Se detuvo entre el pasillo y me miró.

—¿A dónde vas? —inquirió.

—Eso a ti no te concierne —añadí cerrando la puerta—. Sube, Dixie está en su habitación.

Ada dio unos pasos, pero entonces se detuvo, miró hacia la sala y su mirada se detuvo en Rowen y en la mesa de centro que estaba repleta de armas, de nuevo regresó la mirada a mí.

—¿Qué estás planeando hacer? —su voz sonaba firme.

—Preguntas mucho, Ada —contesté con una sonrisa.

SEDNA: Más allá de la tierraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora