◽️ Capítulo 3 : El Diario ◽️

56 10 5
                                    

Capítulo III 

La policía llegó y comenzó a hacer preguntas a todos los que conocían a la víctima. La mayoría que había ido a esa fiesta no conocían de nada al anfitrión, sin embargo la policía insistió en interrogar a todos. Como todos eran en su mayoría menores de edad, fueron llegando los padres poco a poco a recoger a sus hijos.

La madre de Francis llegó a la casa a la media hora de que la policía llegara. Se llevó a Francis y a Raúl, los padres de Raúl, no pudieron ir porque estaban en un viaje de negocios, esa noche Raúl se quedaría en casa de Francis.

Luego de los dos muchachos despedirse de el resto de la pandilla, la madre de Francis se los llevó. En el camino a casa no hubo ningún comentario, fue un viaje en total silencio...

El trayecto fue relativamente corto, puesto que la fiesta era tan solo a unas diez calles más abajo, pero sin embargo pareció eterno el viaje debido al incómodo silencio que experimentaron. Llegaron a la casa y los chicos se dirigieron a la habitación sin dirigirle la palabra a la madre de Francis, en todo momento trataron de no hacer contacto visual con ella.

—Mira Francis no sé que carajos está pasando, pero tengo mucho miedo —dijo Raúl hablando en un susurro.

—Calma tío, yo también estoy muy asustad... —comienza a decir Francis.

—¿Qué pasa?, ¿Francis estás bien? —preguntó Raúl inquieto.

—Sí, estoy bien, tranquilo, creo que ya lo entiendo todo —dijo Francis.

—¿A que te refieres?

—Mira, ¿recuerdas lo que les conté,  sobre lo qué pasó la noche que fuimos al lago de nuevo?

—Sí Sí claro —respondió Raúl.

—Pues ese susurro me dijo que algo pasaría el próximo viernes y hoy es viernes...

—Hostia tiene sentido tío... —dijo Raúl quebrándose la voz.

—Y el tatuaje, es un 17... El chico de la fiesta me dijo que cumplía 17, minutos antes de que lo encontraran... bueno ya sabes —dijo Francis.

-—Sí Sí, todo tiene sentido ahora, pero... —Raúl dudó un poco—. Sí, creo que los tatuajes tienen algo que ver con lo que está pasando en esta puta ciudad.

—Mejor descansemos un poco, ha sido una noche dura de asimilar —dijo Francis acomodándose en su cama.

—Está bien, mañana lo hablamos con la pandilla —dijo Raúl tapándose con la sabana.

«Un pasillo oscuro, iluminado por una simple bombilla que cuelga del techo, con una tenue luz amarilla. Es un pasillo largo y estrecho, no se sabe a donde lleva. Pero... al final del mismo, hay una puerta, una puerta con un manillar de plata, la empuja suavemente y se abre sin hacer el mínimo ruido. Dentro hay más oscuridad, mucho más de la que hay fuera, pero en el medio de la habitación hay un hombre. Un hombre alto, vestido con harapos, una capucha en la cabeza que solo le deja ver la barba canosa que tiene. Está sonriendo y murmura algo casi inaudible pero que hace que sienta un escalofrío. Luego de unos segundos el murmullo se convierte en un susurro “conozco tus mayores miedos, pronto habrá más”»

—¡Francisco!, ¡Francisco!, ¿estás bien? —dijo Raúl casi gritando.

—¿Qué ha pasado?, ¿dónde estoy?... —pregunta Francis que se levanta empapado en sudor y temblando de pies a cabeza.

—Estas aquí en la habitación, estabas gimiendo y llorando mientras dormías —le dijo Raúl.

—¿En serio? —pregunta Francis incrédulo, el sueño había parecido muy real.

The Glass Parte IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora