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Tres días habían transcurrido y con ellos varios intentos fallidos por llevarle la comida que preparaba con tanto esmero. Siempre se detenía en su puerta y sin abrirla, se daba la vuelta por que se sentía ridícula. Había preparado deliciosos postres, pero, «¿Qué tal si no le gusta lo dulce?», con ese pensamiento retrocedía y frustrada se comía todo, estaba segura que incluso había subido de peso.

Como si fuese una acosadora, lo observaba por la ventana. Lo veía salir al medio día y regresar ya entrada la noche, era en esos momentos que se apresuraba a tomar la comida preparada pero siempre permanecía inerte en su puerta.

Tres días de completa soledad, que aprovechó para adelantar sus deberes escolares y así entrar con perfección a lo que restaba de su último año en la carrera. Se encontraba nerviosa, al día siguiente era la tan esperada cena navideña que en esa ocasión le correspondía a su familia otorgar. Si pudiera ausentarse lo haría con gusto, no tenía ganas de ver rostros hipócritas y sonrisas fingidas hacia su persona, menos cuando a sus espaldas hablaban de lo patética o ridícula que lucía y siempre resaltando la belleza de las otras primogénitas de las dos familias importantes. Una de ellas la que fue su mejor amiga antes de su traición y la otra que no sabía si considerarla como tal, aunque siempre fueron las tres inseparables, sabía que si tuviera que escoger, no la elegiría a ella.

Ya eran las dos de la tarde y únicamente había bebido una taza de café con leche, ya no quería seguir comiendo, pues se sentía algo inflamada y sabía que el vestido no le entraría. Sin mucho ánimo, se levantó de la cama y aunque sabía que no haría gran diferencia, se vistió con unos pants azules y una blusa deportiva, encima un suéter gris, tenis blancos con rosa y se amarró el cabello en una coleta alta. Hacer ejercicio no era de sus actividades favoritas, pero quería lucir bien el vestido que Tenten le había diseñado. Recordó que el vestido no había llegado, se preocupó de que tal vez Tenten lo haya olvidado, pero si fuera el caso, tendría varios de los cuales escoger en su armario, vestidos que solo usaba una vez e iban de regreso al armario. 

Con los ánimos por lo bajo, salió de su departamento rumbo al parque. Observó el departamento de enfrente que parecía estar vacío, sin querer prestarle demasiada atención, se apresuró a llegar al elevador. 

Una vez en el parque y tratando de animarse al menos un poco, se colocó los audífonos, un poco de música pop le daba cierto empuje para comenzar a trotar y dar unas vueltas al enorme parque, las que su sedentario cuerpo le permitiera dar. Gracias a que se encontraba concentrada en ello, no se percató de la mirada penetrante que la observaba desde lo alto del edificio.

Para Sasuke, esos tres mismos días fueron afligidos ya que, tuvo que salir a hacer trabajos que su tío le encargaba. Mover la mercancía en una ciudad nueva no era sencillo, pero no tenía muchas opciones de donde escoger, si quería pronto lograr su meta tenía que esforzarse. Los barrios bajos al mando de Madara Uchiha estaban en constante enfrentamiento con los Yakuza¹, por suerte, estos últimos iban perdiendo poderío y territorio. Solo un ex Yakuza¹ podía lograr tal hazaña. 

Blue jeansDonde viven las historias. Descúbrelo ahora