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Un terrible dolor de cabeza fue lo primero que incomodó a Ino aquel medio día, con pesar abrió los ojos y se incorporó con lentitud de la cama. Hundió el rostro en la almohada cuando la claridad del sol fue demasiado intensa y se mantuvo boca abajo un minutos más en un vano intento por acostumbrarse a la luz del día. Poco a poco fue girando la cabeza hasta que permaneció acostada de lado mirando el reloj digital sobre la mesa de noche que indicaba la una de la tarde.

«¿Qué demonios sucedió?», se cuestionó e incluso pensar en aquella pregunta aumentó la intensidad de la jaqueca.

De mala gana al fin se incorporó por completo y permaneció sentada en la cama mientras se daba cuenta de su desnudez que cubría con las sábanas, terminando al fin de percatarse que estaba dentro de la habitación de un hotel. Tal vez lo peor de su situación era que estaba totalmente sola, el responsable de su desnudez había huido antes que ella despertara.

—No has sido muy brillante Ino Yamanaka —se regañó al verse envuelta en tal situación.

Los excesos nunca fueron sus pasatiempos favoritos y siempre era precavida de con quienes terminaba en un cuarto de hotel, incluso llegó a la clara conclusión que debió hacerle caso a Sakura, ceder por una vez a la cordura y no a sus tontos caprichos.

Se puso de pie para adentrarse al baño, lo primero que quería era una necesaria ducha y después iría con su médico de confianza para realizarse un examen médico general; lo que menos le hacía falta era una enfermedad venérea o incluso algo peor como lo era un embarazo no deseado.

Dejó caer las sábanas que cubrían su cuerpo al piso y caminó hacia el baño totalmente desnuda, movía su cabeza de un lado a otro cuando la puerta del baño se abrió abruptamente ocasionando que se asustara y casi cayera de espaldas al intentar retroceder sus pasos, pero un par de brazos evitaron su caída.

Los ojos marrones de él se encontraron con los azules de Ino quien lo miró con evidente asombro, ya que en ningún momento escuchó el sonido de la regadera o algún indicio de que alguien se encontrara todavía en la habitación.

— ¿Estás asustada? —preguntó él con voz seria.

Ino lo miró con atención, apreciando su torso desnudo ya que únicamente lo cubría una toalla alrededor de su cintura. Los tatuajes adornaban su pecho y sus pezones tenían un par de argollas. 

Había pasado la noche con aquel hombre del bar.

—N-no... claro que no. Solo sorprendida —dijo lo más segura que pudo. Era la primera vez que se sentía intimidada por un hombre —. Creí que te habías marchado.

—No me iría sin despedirme —respondió él con una muy discreta sonrisa.

—Eres todo un caballero —mencionó Ino, acariciando con sus dedos los músculos de su torso desnudo —. Nunca tengo malas elecciones —expresó con una sonrisa coqueta. 

Yahiko detestaba soportar por más tiempo a las mujeres con las que se involucraba, antes que ellas pudiesen rogar por más atención él siempre se marchaba y jamás las volvía a ver. Pero algo en aquella hermosa rubia ocasionó que quisiera permanecer un poco más. Ella no era igual a las demás mujeres que solía llevarse a la cama solo para satisfacer ese vacío emocional, algo que solo una mujer logró llenar por completo y había elegido traicionarlo de la peor forma.

Claro que nada tenía que ver la clara adicción a ciertas sustancias que dejó en ella y mucho menos las veces que intentó asesinarla porque creía que lo abandonaría. Aunque al final terminó teniendo razón sobre ella.

Blue jeansDonde viven las historias. Descúbrelo ahora