Una nueva dimensión.

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—Y entonces, justo cuanto tú ya piensas que Zuko va a tomar la decisión correcta, se pone del lado de Azula y argh.

Aristóteles se pasa ambas manos por el rostro en un gesto de frustración. Su novio lo observa con atención, con una expresión entre divertida e intrigada. Están sentados lado a lado en un sofá en casa de Temo.

—Lo bueno es que en la tercera temporada se redime —continúa Ari—. Es un personaje increíble, me encanta, y me hubiera dolido mucho si no hubiera tenido un final como el que tuvo.

—Se nota que te encanta —comenta Temo.

—Deberías ver la serie —le dice Aristóteles—. Es increíble, de verdad.

—Suena muy bien, tahi —responde el castaño—, pero no sé si me dan muchas ganas de verla ahora que ya me contaste toda la trama —añade, forzándose a aguantar la risa.

—Ay —Ari se cubre el rostro avergonzado—. ¿Por qué me dejaste hablar tanto?

—Porque me encanta escucharte hablar de las cosas que te gustan. —Temo se estira para tomar las manos de su novio y retirarlas de su rostro. Lo hace con suavidad y le sonríe—. ¿Qué te parece si vemos la serie juntos? Aunque ya me sepa más o menos la trama, no importa —propone—. Además como que quiero conocer al tal Zuko, porque casi me pongo celoso por todo lo que dices de él —bromea.

Aristóteles se ríe y observa a Temo sonriendo. —Sí quiero —acepta—. De seguro te voy a poner más atención a ti que a la serie, pero sí hay que verla juntos.

Cuauhtémoc se acerca más a Ari y une con suavidad sus labios. El rizado sonríe y responde gustoso al beso de su novio, incluso posando su mano con delicadeza sobre su cuello.

Temo no sabría poner en palabras lo mucho que le gusta el ritmo que su relación con Ari ha tomado últimamente. Desde el principio piensa que estar con Aristóteles ha sido lo más bonito que le ha ocurrido en la vida, pero después del primer beso todo ha tomado una nueva dimensión. Todo parece más fluido, más fácil, y aunque hay miedos e inseguridades que siguen ahí, cada vez parecen más sencillos de superar. Temo se muere de ganas por vivir todas y cada una de las experiencias que él y Ari tienen por delante dentro de su relación.

Los chicos escuchan pasos acercarse y se separan de golpe, justo en el momento en que Pancho entra en la sala. Se quedan cada uno en un extremo del sofá, pretendiendo que no estaban besándose cinco segundos antes. Pancho les dedica su mirada de no les creo ni de chiste que estaban así de lejos antes de que llegara, pero haré como que sí.

—¿Qué hacen, chamacos? —inquiere Pancho.

—Estábamos hablando de Avatar, Papancho —responde Temo.

—¿La película esa de los monos esos azules?

—No, Pancho, la serie animada —corrige Ari—. La leyenda de Aang.

Pancho parece más confundido que al principio, así que Temo decide cambiar de tema. —¿Qué pasó, Papancho? —le pregunta.

—Nomás venía a decirle al Aristófanes que ya se despidiera de ti, Temocles, porque tenemos que llevarlo a su casa antes de irnos a la cena —responde él.

—Pero... —Temo revisa la hora en su celular y ve que apenas son las ocho de la noche—, ¿tan pronto? Ari siempre se queda como hasta las nueve o diez.

—Pos' sí, hijo, pero hoy mi Susanita y yo tenemos esa cena y ya no va a haber quién lo lleve más tarde —señala Pancho—. Ándale, Aristocracio, ya vámonos.

Ari comienza a ponerse de pie, pero Cuauhtémoc lo detiene tomándolo por el brazo.

—¿Y si Ari se queda a dormir aquí? —propone. El aludido voltea a verlo sorprendido—. O sea, no en mi cuarto ni nada, pero en la casa —se apresura a aclara Temo.

OS Aristemo ─ AEFFDonde viven las historias. Descúbrelo ahora