Un mundo de dos.

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—Parece que va a llover —dice Ari, deteniéndose a la salida del cine y volviendo su mirada hacia el cielo.

—¿El cielo se está nublando? —pregunta Temo en tono de burla—. ¿Ay, mamá, me estoy mojando? —comienza a reírse y Aristóteles lo sigue un momento después.

—Eres un menso —murmura entre risas. Le pasa el brazo por los hombros y reanuda su caminar—. ¿Nos regresamos a pie?

—Sí —responde Temo sin dudar—. Hace mucho no veníamos a Oaxaca, y caminar de noche por la ciudad es algo que extraño.

Ari no parece muy convencido y se detiene de nuevo. —¿Y si llueve? —cuestiona.

—Pues nos tocará mojarnos —replica el castaño. Abraza a su novio por la cintura y tira de él para que siga caminando—. Vamos, ni siquiera estamos lejos del edificio.

—Está bien —accede Ari a regañadientes—. Como a ti no te da gripa siempre que te agarra la lluvia —refunfuña.

—Pero me da gripa cada que te da gripa a ti —señala Temo—, así que deja de quejarte y vamos.

Aristóteles no encuentra como refutar ese argumento, así que ya no dice nada y continúan avanzando en silencio, sin soltarse, disfrutando de la ciudad que los rodea y de la compañía del otro.

La calma de la noche los envuelve como si se tratara de un halo de magia, y vuelve sumamente especial un momento que a ojos ajenos parecería simple.

—Tahi —Ari rompe el silencio de pronto—, ¿recuerdas la primera vez que fuimos al cine?

Temo sonríe de inmediato, recordando ese momento como si hubiera sido hace días y no varios años atrás.

Y entiende por qué su novio se lo pregunta justo ahora: van pasando por el mismo parque por el que caminaron tantos años atrás, donde el mismo chico que ahora lo rodea con sus brazos le preguntó si había alguien que le gustara y él no se vio capaz de responder con la verdad en ese momento, ante lo que Aristóteles lo animó a ser valiente y confesarle a esa persona lo que sentía, sin siquiera imaginar la realidad.

—Claro que sí, amor, lo recuerdo perfecto, hasta la película que vimos y todo.

—Hay algo que no recuerdas —dice Aristóteles de forma misteriosa.

—¿De qué hablas? —Temo se detiene y lo mira extrañado.

—Bueno, no lo recuerdas porque no lo sabes —se corrige.

—¿Qué cosa no sé? —inquiere Cuauhtémoc.

—Que yo ya estaba enamorándome de ti en ese momento —responde Ari. Temo lo mira con genuina sorpresa—. Obvio yo tampoco lo sabía entonces, pero siempre que me pongo a recordar todo lo que hemos vivido y pienso en esos primeros meses en los que apenas nos estábamos conociendo, caigo en cuenta de que aunque yo no sabía reconocer mis sentimientos, ellos siempre estuvieron ahí.

—Tahi... —Temo le sonríe enternecido y se coloca frente a él mientras acaricia su mejilla cariñosamente.

—¿Y sabes por qué sé que ese día que fuimos al cine ya me estaba enamorando de ti? —continúa Ari. Su novio lo mira con curiosidad—. Porque recuerdo que muchas cosas que la protagonista decía sobre su mejor amigo resonaban en mí porque yo pensaba cosas similares sobre ti, y obvio yo creía que eran porque eras mi amigo, pero nunca fue solo por eso. Eras mi amigo, sí, el mejor que había tenido en mi vida, pero también eras mucho más que eso, tahi, y desearía haber estado menos confundido y haberme dado cuenta antes.

Temo siente sus ojos llenarse de lágrimas y lo único que atina a hacer es abrazar con todas sus fuerzas a Ari por un largo rato.

—Te diste cuenta en el momento perfecto, mi amor —empieza a decir cerca de su oído. Luego se separa un poco del abrazo para mirarlo a los ojos mientras sigue hablando—. No cambiaría ni una sola parte de todo lo que pasamos para estar juntos, aunque no todas hayan sido buenas, porque quizá si alguna hubiera sido diferente no estaríamos aquí hoy —declara—. Y no podría decirte, en este mismo parque donde una vez no me atreví a decirte que me gustabas, que eres el amor de mi vida, Aristóteles Córcega, y que te amo más y más cada día que pasa.

—Te amo tantísimo, Cuauhtémoc —responde Ari, también con los ojos llorosos—, tanto que siento que ya ni siquiera los "te amo" le hacen justicia a lo que siento.

Temo sonríe entre lágrimas y cierra el espacio entre sus labios y los de Ari, intentando expresar de ese modo todo lo que las palabras ya no alcanzan a hacer.

La lluvia elige ese preciso momento para empezar a caer, y aunque sobresalta a ambos jóvenes, ninguno le da la suficiente importancia como para separarse, pues el mundo en ese momento, como siempre que están juntos, se resume a ellos dos.

Y eso nunca cambiará. 





***

¡Hola! Bueno, con este OS cortito pero bonito termino mi participación en el Fluff fest. Espero les haya gustado, gracias por leer ❤️

Si les gusto cómo escribo, aún no leen mis otras historias y les quieren dar una oportunidad se los agradecería mucho también.

Les amo, 

Kar :)

OS Aristemo ─ AEFFDonde viven las historias. Descúbrelo ahora