Familia

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Pov Omnisciente

La noche ya se comenzaba a hacer presente, por lo que algunas personas ya salían de sus trabajos.

Unos salían más tarde que otros, eso era claro.

Entre ellos, cierto rubio caminaba con las manos en los bolsillos con rumbo a su casa.

Sus pensamientos lo tenían absorto del mundo exterior, pero cuando escucho los maullidos de un gato, salió de su mundo.

De inmediato, detuvo su caminar y giro su cabeza hacia donde provenía aquel maullido.

Frente a él había un pequeño gato dentro de una caja, tenía quizás unos 2 o 3 meses apenas.

Lloraba por su madre, o quizás por un pequeño techo del cual refugiarse de la fría noche.

Pero al ver que el rubio frente a él se había detenido, paro su llanto.

Viéndole a los ojos, le pedía que lo llevara consigo, que se apiadara de él y de su alma y le diera un techo.

- Tsk- chasqueo la lengua el rubio, para después agacharse y tomar solo al pequeño gato.

La caja la dejaría ahí, no era importante.

Junto al pequeño gato, quien temblaba en sus brazos, se dirigió a su casa.

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El entrar no fue tan difícil, si, tenía al gato en sus brazos y necesitaba tener cuidado de no tirarlo; pero, vamos, era un héroe, había hecho cosas más complicadas.

Además de que el hecho de que la puerta no tuviera seguro ayudaba bastante.

- Ya llegué- aviso cerrando la puerta tras él, dejando unas cosas en la mesa al lado de la puerta, y quitándose los zapatos para poder pasar.

- Bienvenido- gritaron desde la cocina.

Aquella voz era demasiado familiar para él.

- Agh, estoy agotado- se quejó mientras se tiraba en uno de los sillones.

- ¿Demasiado trabajo? - cuestiono un pelirrojo viéndole de reojo.

Aquel pelirrojo que lo había recibido y que también estaba haciendo la cena.

- Más que nada es el estrés- comento cerrando los ojos para descansar solo un segundo.

El ronroneo que comenzaba a sonar del minino le tranquilizaba un poco.

- ¿Eso es... un gato? - cuestiono el pelirrojo con dos platos en mano.

- No, es un perro- respondió sarcástico.

- Que perro más extraño- respondió el pelirrojo dejando ambos platos sobre la mesa.

- Idiota, era sarcasmo, obviamente es un gato.

- ¿Dónde lo encontraste? - cuestiono acercándose para tomar al minino.

- Estaba abandonado en una caja cercas del callejón- respondió extendiéndole al gato.

El pelirrojo lo tomo y lo inspecciono un poco.

Era un gato blanco, ya no temblaba igual que antes, pero aun lo hacía.

El rubio, por su parte, se acercó al refrigerador, saco algo de leche, y la vacío en un recipiente para poder calentarla.

- ¿Podemos quedárnoslo? - cuestiono el pelirrojo acariciando la cabeza del minino.

- ¿Que? - cuestiono el rubio incrédulo.

Su plan simplemente había sido rescatarlo y después llevarlo a uno de esos lugares para mascotas.

- Se puede llamar Shuta o Kokoa- comento el pelirrojo alegre.

Quizás incluso le llegaban a brillar los ojos.

- Eijiro, no- respondió el rubio con las manos en las cinturas.

- Por favor- insistió el ya nombrado con ojos de cachorro.

- Agh, solo por hoy- respondió revisando la leche del pequeño animal.

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Después de eso, le había dado la leche al gato, y se la había acabado casi por completo, y ellos igual lo había acompañado cenando.

El pequeño, después de eso, se vio bastante feliz, o eso hasta que le dieron un baño.

Baño que había sido sugerido por el rubio.

Al final, el minino se había quedado dormido en los brazos del rubio, quien se había quedado dormido en el sofá; esperando a que el pelirrojo saliera de bañarse para irse a acostar juntos.

Cuando este vio aquello, sonrió enternecido.

- Ya somos una familia- susurro besando la frente del rubio, para después ir por unas cobijas, y dormir juntos en el sofá.

Si, quizás al día siguiente estarían adoloridos.

Pero no podía mover a su esposo de lugar, o su pequeño hijo se despertaría, y no quería eso.

Momentos Junto A TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora