Pov Eijirou
Domingos. Aquellos días en los que aprovechábamos para limpiar, ir de compras y pasar algo más de tiempo juntos.
El día de hoy, después de haber ido por las compras de la semana, nos dedicamos a hacer nuestras respectivas labores del hogar.
Mientras Katsuki lavaba la ropa, yo tenía que reparar el fregadero.
Y, aunque Katsuki igual sabia lo básico de fontanería, yo disfrutaba un poco más de hacer este tipo de cosas.
Aunque en realidad tampoco era algo del otro mundo, solo era cambiar un par de empaques de tubos, pues los otros ya estaban viejos y flojos y eso había hecho que la tubería comenzara a gotear.
Después de ir a buscar unos nuevos empaques e instalarlos, busque a Katsuki por la casa para informarle que mi labor estaba hecha.
Por lo que seguramente me tocaría hacer la comida, así que era mejor empezar de una vez.
Por lo tanto, también lo buscaba para preguntarle que se le apetecía comer.
Pero, al encontrarlo en el balcón, tendiendo nuestra ropa, observándole de espaldas, me dieron ganas de yo comerlo a él. Y no en un sentido literal.
El hecho de verle de espaldas, aquella espalda que varias noches había visto sin ropa, sudada y con claras futuras marcas; me hicieron querer hacerlo.
Ver aquel trasero que tanto amaba y tanto me volvía loco; trayendo a mi aquellos recuerdos en los que lo apretujaba y lo llegaba a golpear.
Y, cielos, aquellos pezones rosados que se llegaban a remarcar por el agua que caía sobre su camisa blanca. Aquella bendita agua que caía de las prendas de ropa que aun tendía.
Esos pezones rosados que tanto había mordido y chupados en repetidas ocasiones.
Y, de un momento a otro, me acerque lentamente hacia él. Quedando detrás suyo, abrazándolo por sobre el vientre.
Y quizás de ahí que diera un pequeño respingo por la sorpresa.
- Maldita sea, Eijiro, me sorprendiste- comento viéndome de reojo, siguiendo en lo suyo.
Pero sin moverme o moverse del abrazo.
Sin embargo, no le respondí, solo descansé mi cabeza entre el hueco de su cuello y su hombro.
- Ya has acab- se detuvo de hablar.
Esto porque comencé a bajar un tanto mis manos a su entrepierna.
Y, con un tanto de cuidado, introduje mis manos entre sus pantalones y calzoncillos; para después tomar su miembro y comenzar a acariciarlo desde dentro.
Él ya no hacía nada, solo se sujetó de la orilla del pasamanos del balcón, a la vez que tragaba duro.
- Eijiro, alguien...- intento decir, pero al final no lo logro, puesto que tuvo que ahogar sus gemidos.
- Ya he acabado de arreglar el fregadero- le susurre al oído-, ¿no crees que merezco una recompensa? - le cuestione mordiéndole levemente el lóbulo del oído.
Tomando fuerzas de donde sea que tenía, me respondió sin dejar salir ni un solo gemido.
Pero con su voz claramente retenida.
- Vamos a la... habitación primero- respondió, cortadamente.
Mas eso no impidió que no le hiciera caso, por lo que, evidentemente, nos dirigimos a nuestra habitación.
Al llegar allí, Katsuki bajo mis pantalones y mis calzoncillos, se arrodillo frente a mí, y después de echarme una última mirada, procedió a chuparme el pene.
Primero había sido lento, solo con la punta de la lengua, recorriendo toda mi extremidad; explotando en mi todas aquellas sensaciones pequeñas pero placenteras.
Sin embargo, después de unos segundos, le tome de la cabeza, enrede mis dedos en su cabello rubio e hice que fuera más rápido.
Él, por su parte, se metió todo mi miembro en su boca, y comenzó a chuparlo de una forma que solo él sabía hacerlo.
De una manera rápida y placentera.
Al inicio solo había sido la mitad, pero después, cuando la velocidad aumento, se la tragaba toda.
Cuando se quedó sin aire, por haberla tragado toda y sin darse tiempo a tomar aire, se la saco rápidamente, y tomo una bocanada de aire.
En ese momento aproveche para tomar su rostro y besarlo.
Fue un beso profundo, con la introducción y baile de nuestras lenguas.
Y, aunque eso dejo aún más sin aire a Katsuki, lo guie hasta la cama, donde lo recosté debajo de mí, y le saque la ropa; intentando separarme lo menos posible de los besos que nos dábamos en aquel momento.
Al estar él sin ropa, se dio la media vuelta, quedando boca abajo; a lo que yo alinee mi pene a su entrada.
Podía escuchar sus jadeos, mi corazón retumbando por todo mi cuerpo y, quizás, incluso aquella voz que me pedía a gritos entrar de una vez y complacernos a ambos.
A Katsuki y a mí.
- Eijiro, ¿Qué mierda esperas? - cuestiono Katsuki, viéndome de reojo con aquellos ojos rubí que tanto amaba ver al despertar.
Con sus manos en su entrepierna para aliviar el dolor que sentía al no ser atendido, y con su trasero levantado hacia mí.
Suplicando él igual que entrara de una vez.
- Date la vuelta- pedí-, quiero ver tu rostro- agregue.
Solo escuche como daba un pequeño quejido, pero no protesto, y solo prosiguió a darse la vuelta.
La primera vez, le dio pena aquello, pues, según él, vería todas sus expresiones.
Pero... eso era justo lo que me gustaba. Ver como se derretía, en cierta forma, por y ante mí.
Y era justo lo que veía en aquel momento.
El rostro de mi Katsuki, completamente sonrojado, con uno de sus brazos tapando su boca para intentar callar todos aquellos gemidos que intentaban salir de allí.
Incluso había dejado su miembro de lado para hacer aquello y para sujetar con la otra mano la sabana.
- Déjame escucharte- le susurre, acercándome a su oído, dejando un camino de besos por su cuello y pecho.
- Pides... ah... mucho- respondió tan dulcemente, y no por que usara un tono dulce, más bien por sus gemidos.
Por su voz ahogada.
Pese a ello, cuando comencé a jugar y chupar sus pezones, dejo salir todo aquello que, para mí, era como la música misma.
Y a los segundos, ambos nos venimos.
Y, aunque hubiese sido increíble venirme dentro, tuve que hacerlo fuera.
Esto por órdenes de Katsuki, y si no quería quedarme sin sexo por semanas, era mejor hacerle caso.
Pese a eso, en verdad amaba a este hombre.
Me había dado tantos momentos buenos.
Tantos momentos junto a él.
Que le estaba eternamente agradecido.
En todos los sentidos.
- Te amo- le comenté mientras ambos nos dirigíamos al baño para darnos una pequeña ducha y limpiarnos de todo aquello.
- Yo igual- me respondió viéndome de reojo con una pequeña sonrisa.
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Momentos Junto A Ti
FanficHay pequeños momentos en pareja que, aunque lleguen a parecer comunes, no lo son. Quizás la monotonía no existe, después de todo, siempre hay pequeños detalles que hacen esos recuerdos y momentos únicos. ~ • ~ • ~ • ~ • ~ • ~ • ~ • ~ • ~ • ~ • ~ • ~...