Entrenamiento

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Pov Bakugou

Cuando no tenemos mucho que hacer, Eijiro o yo vamos al cuarto del gym y nos ponemos a entrenar y hacer ejercicio.

A veces lo hacemos juntos, otras veces solos.

Este día, ninguno de los dos tenía nada más que hacer, ambos ya habíamos acabado nuestras tareas respectivas del hogar; así que habíamos decidido entrenar un poco.

Mientras yo levantaba unas pesas, él estaba concentrado golpeando una y otra vez su saco de box.

Aquel saco de box que hace tiempo le había mandado a hacer para él y su uso exclusivo.

Recuerdo que cuando lo vio, se alegró mucho.

Este era especial, estaba hecho de un material especial que hacía que no se rompiera tan fácilmente, así que podía entrenar más abiertamente en él.

Los anteriores que él tenía se rompían un tanto fácil, así que, harto de esa situación, le mande a hacer unos especiales.

Aun los rompía, pero no con la misma frecuencia.

Y en estos momentos se suponía que yo igual debería estar entrenando, pero es que... Eijiro se veía tan sexi.

El sudor recorriendo todo su cuerpo, su concentración en el saco... la vista que tenía en estos momentos era perfecta.

Y creo que me le quede viendo bastante, ya que, después de unos minutos mirándolo y sin hacer nada, él se giró a verme.

- ¿Sucede algo? - cuestiono deteniendo el movimiento del saco.

- Nada- dije dejando las pesas a un lado y levantándome de donde estaba-, es solo que te ves muy sexi- agregué dirigiéndome hacia él.

- ¿Que? - cuestiono un tanto rojo.

Lo raro era que llevábamos 3 años casados, y el aún se sonrojaba por cosas como estas.

Bueno, yo también, y eso lo hacía bastante divertido.

- Eijiro, ¿no quieres...- comente de frente a él, acercándome a tal punto que podía hacer círculos con mi mano en su camisa sudorosa- hacer ejercicio de otra forma? - cuestione viéndole a los ojos.

Su expresión fue un manjar.

Estaba sonrojado y desconcertado.

Pero casi al instante paso a ser una divertida.

- Sabes que si- respondió besándome, y de inmediato le respondí el beso.

Quizás el día de hoy era bastante caluroso, o el aire acondicionado ya no servía, pero vaya que comenzó a hacer calor en este momento.

Su boca estaba cálida y sus labios húmedos.

Intentando profundizar el beso, pase mis manos alrededor de su cuello, mientras que Eijiro me tomo del trasero y me cargo; por lo que yo envolví mis piernas alrededor de su cintura.

- ¿Donde? - cuestiono entre uno de los tantos besos.

- Aquí, o Kohana nos vera- respondí refiriéndome a la gata que hace unos días habíamos adoptado.

- Muy bien- respondió dirigiéndose a la cama para pesas en la que antes estaba.

El simplemente se sentó allí, y ninguno dejo de besar al otro.

A este punto, ya podía sentir lo duro que estábamos.

- Eijiro- le llame, y él entendió, así que dejo de besarme.

Me dirigí a uno de los burós que teníamos aquí.

Allí guardábamos toallas, las cuales usábamos después del ejercicio para secarnos el sudor; pero también guardábamos varios condones.

Y es que odiaba tener que ir a buscarlos, así que habíamos decidido tener varios regados por la casa.

Claro, bien escondidos, más vale prevenir a que alguna visita algún día ande de metiche esculcando por allí y vaya encontrando uno.

En fin, fui al buró, saque uno de los condones, y regresé a con Eijiro.

Con cuidado, saque el condón de su empaque, le baje las prendas de abajo a Eijiro, y le puse el condón.

Primero lo masturbé un poco, y después metí su pene en mi boca.

Arriba, abajo, dentro, fuera; una y otra vez.

Le echaba unas cuantas miradas a Eijiro, y el solo tenía los ojos cerrados mientras soltaba uno que otro gemido disfrutando de la mamada.

- Katsuki- gimió tomando mi cabeza con una de sus manos para dirigirla; mientras que con la otra se recargo para no caer de espaldas.

Sonreí un tanto socarrón, para después levantarme y ver como Eijiro me regresaba la mirada.

Se recargo con ambas manos, mientras que yo me despoje de mi ropa, me subí sobre él y alinee mi entrada con su pene.

Poco a poco fui bajando, viendo como Eijiro lo disfrutaba, y claramente, yo también.

Podía sentir esa hermosa sensación de sentirme completo.

Debo admitir que la primera vez que lo hicimos, me había sentido invadido, pero ahora, estaba tan acostumbrado, que solo me hacía sentir placer y felicidad.

- Katsuki- gimió una vez más Eijiro tomando con una de sus manos mi cadera para que bajara lo más posible.

Después de unos segundos, comencé a dar pequeños saltos.

- Eijiro- gemía.

Ambos éramos una bola de gemidos.

Esto se sentía tan bien.

Después de un par de embestidas más, ambos nos corrimos.

Por lo que salí de él, con cuidado se quitó el condón, lo amarro, y lo arrojo a la basura.

Nos quedamos viendo unos minutos, y luego rompí el silencio.

- ¿Te he dicho que te ves bien con mi semen en tu abdomen? - cuestione sonriente.

El solo rio, sabiendo a donde quería llegar con esto.

Amaba hacer ejercicio con él.

Momentos Junto A TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora