La puerta rechinó similar al quejido de un ahogado. El salón era lujoso, de forma hexagonal con pequeños ventanales en los bordes superiores. La decoración había sido pensada en cada milímetro por la Señora Tamara [esposa del gobernante] dándole un aspecto cortesano envidiable. De hecho, parecía ser alarde de toda la riqueza armenita: sus victorias junto a la dorada elegancia. En dos tronos iguales, permanecían sentados el Prefecto Vitalicio Séptimo Hermano junto a su esposa. Al ingresar al salón, Nerval se quedó unos instantes observando a su amigo y lo que habían hecho el paso del tiempo. Séptimo pese a no llegar siquiera a los cincuenta años, estaba envejecido: su delicada salud producto de la Conquista de Vinniepolis le había producido estragos en su cuerpo. Tenía barba, arrugas, cabello largo y varias canas. Sedentario con el peso de sus hombros sobre los codos de su imponente trono, parecía un ser diminuto con cierto aire solitario junto a la sabiduría típica de los reyes de antaño. Le pesaba la ardua tarea de ser jefe de estado, ser el garante varias décadas de paz, el leviatán de las dos espadas. Séptimo observó a sus visitantes: Nerval y su prole, al capitán seguido de sus marineros destacados y entre los grisáceos bultos a su hija primeriza sana y salva.
En tanto, la otra, Lissandra, cortejaba a la corte con diferentes tipos de sonrisas e ingeniosos comentarios. Ercebeth los miraba con prudencia. El linaje de sangre era importante para la cultura armenita. Filrum era descendiente de Nerval y Lis de Séptimo Hermano: dos conquistadores que habían podido ejercer un próspero reinado en una tierra muerta. Un hijo de ambos, generaría un horizonte de paz y terminaría con las divisiones. ¿Y el amor? No interesaba a nadie. De hecho los comprometidos no se soportaban. Cuando Filrum buscaba (por compromiso) agradar a Lis, más rechazo le provocaba. Era un secreto intrafamiliar que todos lo sabían, en el cual la única complacida era la Señora Tamara perteneciente a una adinerada oligarquía cuyo origen se remontaba a la arcaica fundación de Maydabeth.
Los minutos del arenero reloj transcurrían lentamente, dado que el aburrido tiempo se atragantaba en cada minuto en el contenedor inferior. Las retóricas palabras no significaban absolutamente nada. Ercz escuchó un discurso de su padre sellando con la Marca el sobre de matrimonio: estaba hecho. Al retirarse los cortesanos satisfechos, Lis soltó la mano de su futuro esposo: lo despreciaba. Cada cuál siguió su rumbo. Filrum al ver a Ercebeth (y de cierta manera temerle) apresuró sus pasos para no cruzarla. Lissandra en cambio, echó un ojo de lástima a su media hermana. Quiso decirle algo sin embargo su boca quedó entreabierta. Sin más, se retiró a su habitación.
Ya rodeado de sus íntimos. Séptimo Hermano impulsado como un cohete se levantó del estrado a recibirlos mientras su esposa sentía cierta indiferencia.
– ¡Hija! ¡Nerval! ¡Filrum! ¡Capitán! ¡Benditos sean!– dijo con entusiasmo el gobernante deteniendo al capitán y marineros en el momento de querer hacerle una reverencia. –No es necesario. –indicó. Al ver a Ercz tambaleando, se estiró para abrazarla.
– ¡Padre! – con cierta dificultad aceleró sus pasos en muletas para recibir el fuerte abrazo.
– ¡Ercebeth! ¡Mi niña! ¡Qué alegría! Capitán: gracias. ¿Le ha causado problemas?
– No señor... ella es buen marino. ¡El único reproche es que deberíamos rentar un camarote para sus colecciones de frascos y bichos! – Todos rieron. A excepción de Ercz: << ¿Y qué va a decir el pobre viejo? Nosotros éramos dos jóvenes ricos jugando a ser marineros, escabulléndose en medio de las sombras como ratas para lidiar con sus asuntos. Fue una imagen. Una anécdota. El pequeño Brutt siempre nos miraba con cierto desprecio: ¿Qué sabíamos nosotros de la verdadera necesidad de pescar en tierras extrañas y del riesgo que se corre? Una imagen. Similar a mi pobre hermana cuyo destino es ser azotada como un caballo por diferentes montaraces por el bien de Bismalia. ¡Vamos! ¡Sonríe estúpida! >>.
Por protocolo, Tamara descendió de su trono. Los saludó sintiendo cierto asco (y temor de contagiarse alguna enfermedad) propio de la nobleza al tener contacto con los plebeyos.
Los invitados caminaron lentamente por los jardines del capitolio. Grandes arcos circulares tallados rodeaban la verdosa vegetación rodeada de fuentes iluminadas. Había árboles de diferentes tamaños y regiones, prolijamente cuidados y colocados. El colorido decorado natural de flores, estatuillas y el jugueteo de los pájaros en jaulas, deleitaban la vista. El moreno capitán le contó a los presentes sobre el largo viaje en el océano inexplorado. Habló de las diferentes tonalidades del mar, junto a la diversidad de peces que les sirvieron de alimento en la aventura marítima. También, de increíbles monstruos marinos con tentáculos, aletas, enormes dientes o bocas que pudieron haber acabado con el navío de un bocado. "cuénteme más... solo un poco más" decía una y otra vez Séptimo con entusiasmo. Así lo hizo. Le contó sin ahorrar detalles sobre los diferentes lugares del otro lado del océano [Antártico] en dónde habían sierras, y luego un gran desierto que llegaba hasta donde se perdían los ojos. Sumado a ello, de otras zonas peligrosas carentes de vegetación alguna y el único rastro de civilización era el de montículos de huesos junto a ruinas. Sin embargo no todo era solitario. En el extremo opuesto del Mar, encontraron una pequeña civilización de personas de tez negra con un estado de salud delicado por hambruna. Los visitantes les obsequiaron algunas provisiones que les sobraban y dejaron tranquilos. Posteriormente, comercializaron en la Isla de Tánger con sus aliados trayendo piedras preciosas junto a diferentes artefactos. Al querer partir rumbo a Bismalia, debido a una tormenta, quedaron a la deriva llegando a cercanías de Gerlingbourg. El cielo simulaba tener cierto vapor artificial y generaba una fría nevada haciendo inaccesible el recorrido marítimo: detrás de ellas se encontraban las grandes montañas pertenecientes a los habitantes superioris.
– ¡Lo hubieses visto padre! ¡Un hermoso frío nos hacia titiritar! ¡Nunca me sentí tan cómoda por el clima en mi vida! – Dijo la joven con entusiasmo. Nerval miró con cierta complicidad a Séptimo sabiendo el origen de su trágico nacimiento. El silencio fue interrumpido por Tamara quien fingiendo una simpatía poco disimulada interrumpió.
– ¡Capitán! ¡Me parece sorprendente! ¡Es bueno que se hayan divertido! ¿No tienen hambre? ¡Puedo ordenar a los cocineros que hagan muchos manjares en su honor!
– ¡Hazlo querida! Capitán: No hace falta que demuestre el total agradecimiento mío y de mi fiel amigo Nerval por haber cuidado de nuestros hijos.
– Fue un placer... ambos tienen mucho futuro en el mar. – Concluyó dando un codazo a Ercebeth mientras el resto lo miraba con cierto rechazo debido a sus brutos modales.
– ¡Supongo! Mientras tanto seguiremos caminando. Quiero que me sigan contando sobre lo que vieron. Una de las tantas ironías es vivir acelerados en la juventud para después llegar a viejos, sin tener pocas cosas que nos entusiasmen para hacer pasar el rato. – Reconoció Séptimo.
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El Collar de las Lágrimas. Libro II: El Legado de los Inmortales
AdventureLibro II- EL LEGADO DE LOS INMORTALES Después de la caída de ARMENITUS, los superioris (habitantes de GERLINGBOURG: un poderoso estado ubicado en el norte del mapa global) se disputaron el poderío mundial contra BREQTHON y NEUBAND (La Liga del N...