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Ritz salió de ese bar lo más rápido que pudo luego de sentir esas ansias, Orión estaba cerca y eso lo ponía nervioso. Tosió cuando alguien le pegó en el estómago, el aroma inundó su nariz al instante, conocía a ese Alfa y no de la buena manera, el hombre lo tiró al suelo y lo pateó.

A Ritz no le importaba, se dejaría matar de este Alfa y de cualquiera a los que hizo daño, se lo merecía.

Gimió cuando un golpe impactó sobre sus costillas, pero no llegó otro, abrió los ojos que ni siquiera recordaba cerrar y vio a Orión fulminándolo con la mirada y al Alfa en el suelo.

Ritz se estremeció, esta mirada no era como las demás, no supo cómo lo notó, pero Orión estaba realmente enojado y ni siquiera sabía la razón de ello.

¿Cómo sabías la razón por la que un loco se enojaba contigo?

Orión lo jaló, su resistencia no fue suficiente para evitarlo. Le hizo entrar en la misma habitación que utilizó dos días atrás luego de pagar y por fin lo soltó.

— ¿Qué coño fue eso? — le gruñó enojado con los colmillos fuera.

Ritz gruñó de vuelta importándole poco mantener la cabeza sobre sus hombros.

— ¿Quién eres para hacer esto? Si van a matarme deja que me maten ¿no es lo que quieres?

— No, eres mi presa, mío — Orión lo zarandeó con brusquedad mientras decía semejante tontería — Así que ¿Por qué has dejado que ese alfa te golpeara cuando has estado huyendo de mí? ¿También te dejarás golpear por mí? — preguntó, Ritz dejó salir a su lobo, aunque sabía que era débil frente a esta bestia.

— Inténtalo

— ¿Quién era? — Ritz lo alejó.

— Nadie de tu incumbencia, ahora, si no vas a matarme me voy — sentenció caminando hacia la puerta.

— Yo decido que hacer contigo, cuándo y dónde, no te muevas - Ritz se detuvo y se giró para verlo, su cuerpo prácticamente se estaba moviendo por voluntad propia.

— ¿Qué...?

¿Quién era ese alfa? — pidió por segunda vez y no existió forma de negarse.

Orión estaba utilizando su voz Alfa y como su lobo era superior tenía que obedecer, Ritz lo fulminó con la mirada antes de contestar.

— Uno de los que tuve que torturar mientras su Omega moría.

— ¿No los mataban? — Ritz bufó y se sentó ya que al parecer no saldría ahí sin que ese alfa caprichoso lo quisiera.

—No.

— ¿Cuántas veces hiciste eso?

— Demasiadas.

— ¿Me estás diciendo que hay varios Alfas ahí fuera esperando matarte?

— Si, ¿Qué importa? Sólo deja que lo hagan, me lo merezco — Orión lo tomó del cuello de la camisa y lo tiró a la cama.

— No escaparás tan fácil de esto, vas a vivir y a arrepentirte de toda la mierda que hiciste por toda tu existencia — Ritz se mordió el labio antes de gritarle a pleno pulmón.

— ¿Qué piensas que he estado haciendo durante todo este tiempo? ¿Disfrutando de la vida? ¿piensas que me gustaba retener a esos Alfas mientras ese maldito hacía lo que hacía? No soy tan hijo de puta como piensas que soy — Orión entrecerró los ojos mirándolo con obvio disgusto.

— Ponte de pie, nos vamos.

— No — murmuró.

Orión se sorprendió genuinamente, al parecer no conocía a muchas personas que le dijeran esa única palabra, pero salió de su sorpresa bastante rápido.

Predestinados II: Lazos Rotos (alfaxalfa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora