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Ritz gimió cuando unas manos callosas acariciaron su cintura, no recordaba que Lía tuviese esas manos, ella siempre fue de manos delicadas y suaves. Otro gemido salió de su garganta cuando una boca se aferró a su pezón, con sus manos sujetó el sedoso cabello corto guiando su cabeza más abajo.

Estaba oscuro, no veía absolutamente nada, pero sólo la sensación lo tenía a punto de explotar. Lamió un poco más abajo pasando por todo el conjunto de músculos en su abdomen, entreteniéndose en el ombligo y luego siguiendo el camino del fino pelo hasta su pelvis.

Abrió las piernas degustando cada lamida y pequeña mordida dejada en su piel, Ritz gimoteó quejándose de su desatendida polla, no por mucho. Una boca caliente y húmeda besó la punta, pero no más allá. Estaba a punto de correrse y ni siquiera había tenido la prueba completa, una lamida al tronco lo hizo estremecer y luego estuvo de vuelta en la punta, chupando la gota de pre-semen.

Utilizó su mano para ejercer presión y por fin hacer que lo tragara entero, fue lo mejor que había sentido en años.

Pronto estuvo jadeando y contrayéndose, pero no le dieron tregua, al final terminó corriéndose con un largo suspiro. Lo besaron, un beso tan arrollador como el orgasmo que acababa de tener, la imagen se aclaró y sus ojos se enfocaron en unos que no eran azules, dorado brillante y largos colmillos.

¡Orión!

Ritz se levantó jadeando y sudando, ¿no era suficiente estar aterrorizado con ese Alfa, sino que ahora protagonizaba hasta sus sueños húmedos? Se quitó la sábana de encima y gimió al ver su ropa interior, no, no acababa de correrse por eso.

Orión era un maniático, no sabía cómo no estaba aún recluido en un psiquiátrico, la última escena, Ritz se estremeció pensando en lo contento que se veía ese Alfa destrozando a esos lobos, parecía estar echo para ese tipo de cosas y si eso le gustaba no lo juzgaba mientras estuviese bien lejos de él.

Se sacudió y tomó una ducha rápida tratando de quitarse de encima la sensación de sus manos. A pesar de haberse corrido en sueños su polla reaccionó contenta.

Ritz se mordió el labio y se acarició pensando en las suaves manos de su Omega, en su linda y pequeña boca, en sus ojos azules que de pronto fueron dorados, ya no había nada de piel suave, solo musculo duro y el roce de las manos callosas en su cadera, era como si estuviese ofensivamente grabado por encima de todos los recuerdos con su Omega.

Ritz abrió los ojos y dejó salir un gruñido desatendiendo su problema, no se correría otra vez pensando en ese Alfa. Se vistió lo más rápido posible y recogió todas las pocas cosas que tenía alrededor en una mochila, luego corrió fuera de allí y del maldito sueño.

……

Orión gruñó mirando al Alfa a sus pies, Ritz estaba a unos metros completamente ajeno a lo que lo estuvo siguiendo durante semanas y por una vez no era Orión.

Él solo se deshizo de todos esos Alfas fastidiosos, ¿la razón? No sabía, tampoco era importante descubrirlo.

Ritz dobló en una esquina y Orión caminó hacia allí, mientras más corría su presa más excitado estaba, Ritz se detuvo en seco en cuanto lo sintió, pasó una semana sin acecharlo y probablemente comenzó a tener la esperanza de que se deshizo de él.

Para su desgracia, estaba de vuelta.

Ritz corrió tirando su maletín, Orión lo siguió hasta un callejón oscuro a pesar de que era de día. Su olor se incrementó con algo que reconoció fue miedo. Ritz le temía, apestaba a miedo casi aplastándose contra la pared.

Predestinados II: Lazos Rotos (alfaxalfa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora