11🐺

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Ritz volvió a frotarse sobre Orión, él aún se veía medio dormido, pero sus manos apretaron con fuerza haciéndole heridas con las garras, buena cosa que fuese un cambia-formas.

Orión pellizcó sus pezones y levantó su cadera al mismo ritmo, no mucho tiempo después terminaron entre jadeos.

Dos meses juntos y aún no aguantaban demasiado en la cama, Ritz no se acostumbraba a eso.

Orión lo miró, sus ojos seguían azules, no volvían al dorado a no ser por emociones fuertes y acarició su pecho, Ritz se maldijo por dormir con camiseta la noche anterior, el dedo bajó un poco más y terminó en su ombligo.

— ¿Qué está pasando? Puedo jurar que algunos músculos ya no están ahí — murmuró, Ritz corrió al baño y se encerró ahí. ¿Sus músculos? Imposible — Ritz era una broma, no me importa realmente.

A él si le importaba, tenía una buena figura, estaba orgulloso de eso, resulta que hora ¿tenía panza? Se sacó la camiseta y se miró al espejo.

Los cambia-formas no engordaban.

Mierda, realmente tenía una panza, pero algo más, miró con atención la mancha en su cadera, no era una mancha, era la huella de un lobo.

Pestañeó.

— Ritz ¿estás enojado? — Ritz miró su estómago otra vez, realmente no sabía cómo estaba, perplejo quizás.

— Uh…no, estoy bien, voy a darme un baño.

— ¿Por qué no puedo escucharte? — Ritz bufó, por supuesto que intentaría meterse en su mente.

— ¿Estás tratando de espiarme?

— No te ha molestado todo este tiempo.

— No siempre tienes que hacerlo

— No fue mi intención molestarte — Ritz se colocó la camiseta y salió, Orión se veía arrepentido, como cachorro que había roto un plato, Ritz le dio un beso en la nariz.

— No estoy molesto, pero tengo hambre — Orión gruñó y desapareció en la cocina.

Ritz entró al baño de nuevo y volvió a quitar la camiseta, la huella seguía ahí, se mordió los labios e intentó hacer lo mismo que hizo Orión con sus sobrinos.

Un sentimiento alegre le dio la bienvenida junto a un gimoteo, Ritz abrió los ojos, no lo imaginó, su estómago se revolvió.

¡Oh joder!

¿Embarazado? ¿Era en serio? Ritz era un alfa, se acercó al espejo y dejó salir sus caninos, los ojos eran dorados como siempre y los colmillos largos. Si, era un alfa, eso no había cambiado, a no ser por… miró hacia abajo, tragó y se metió a la ducha. ¿Cómo carajo había terminado en este estado?

— Ritz — Orión tocó la puerta, Ritz saltó un poco ¿debía decirle?

— Ya salgo — gruñó colocándose una bata.

— ¿Por qué estás tan pálido? — Orión colocó el desayuno en la mesa de noche y lo tocó.

— No es nada.

— Está bien, necesito irme, el concejo me llamó — Ritz se sentó sintiendo un nudo en el estómago, o quizás era lo que acababa de descubrir, no estaba seguro.

— ¿Para qué?

— No tengo idea — lo tomó de la muñeca y apretó su agarre.

— ¿No puedes quedarte?

— No, esta vez no.

— Tienes que volver a salvo — se mordió la lengua, Orión le arrugó la frente.

Predestinados II: Lazos Rotos (alfaxalfa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora