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Orión despertó con un maldito dolor de cabeza insoportable, en ninguno de sus doscientos años se sintió tan mal. Toda la habitación le dio vueltas en el mismo momento en que abrió los ojos, su estómago se reveló y gimió sentándose.

Escondió el rostro entre sus manos, esperando que pasara el malestar, no recordaba porque estaba en esta habitación, ni siquiera recordaba haber perdido la consciencia hasta que todos los recuerdos vinieron en una rápida sucesión de diapositivas.

Orión suspiró intentando calmarse y darle sentido a la informacion que tuvo que procesar, hasta que la voz de su hermano lo interrumpió.

— Nunca te había visto así — Orión no podía verlo, si abría sus ojos probablemente terminaría en el suelo.

— Ahora tienes el honor de verme — murmuró sardónico, Marcus gruñó a su espalda y esta vez se giró para verlo.

Su hermano estaba nervioso y asustado y eso nunca era una buena combinación para él, por lo general eso lo hacía un hijo de puta sobreprotector y Orión no estaba de ánimo.

— Estoy preocupado, Ritz te trajo hace dos días, antes de eso estuviste inconsciente tres ¿vas a contarme qué pasó?

— No, no fue para tanto — contestó tratando de restarle importancia al asunto, Marcus frunció el ceño y explotó.

— ¿No? Tuviste un sangrado nasal y te desmayaste.

— Estoy bien ¿Por qué me trajo aquí?

— Porque soy tu hermano, por eso y tu…tu, eres un estúpido — rezongó saliendo de la habitación, sus pasos fueron tan fuertes que pudo escucharlos, Orión suspiró y se recostó al espaldar, Marcus tendía a ser un poco dramático.

— Estaba muy preocupado y ahora no le quieres decir si hay algo mal contigo, por eso está enojado — la voz de Milo se coló en la habitación, su cabello castaño estaba un poco más largo y llevaba una camisa lo bastante ancha para cubrir su barriga.

— Si le digo se preocupará más — murmuró, Milo se sentó al frente frunciendo el ceño — Marcus teme que pierda la cabeza si mi poder sigue creciendo y no puedo hacer o decir nada para que deje de preocuparse.

— Creo que se sentirá mejor si no lo excluyes de lo que sea que te está pasando, porque lo sabes ¿verdad?

— ¿Tratas de sonsacarme información? — preguntó arrugando la nariz — ¿Te envió tu alfa? Debo decir que eso no te hace nada sexy — Milo lo golpeó en la cabeza por tratar de hacerse el listillo.

— Soy totalmente inocente, si no quieres decirme está bien, pero Ritz también está preocupado — Orión torció los ojos y dejó salir un resoplido.

— ¿Preocupado por mí? Si claro.

— No lo viste cuando te trajo, estaba enfermo de preocupación pensando que te había matado — Orión lo ignoró.

— ¿Vino solo?

— No, una Omega vino con él.

— Quiero verla una vez esté decente.

— ¿Sólo eso? — preguntó, obviamente esperando que quisiera hablar con Ritz.

Orión sonrió y miró su estómago.

— ¿Puedo?

— Adelante — Milo subió su camisa y le dejó lo demás, Orión cerró los ojos y profundizó en la conexión que estableció con los cachorros — ¿Están bien?

— Están perfectos y aman tu voz así que sigue haciéndole historias — Milo se sonrojó y se levantó de la cama.

— Oh dios, me voy de aquí antes de que salgan a la luz más secretos — Milo desapareció al instante dándole a Orión una muestra exacta de lo que se necesitaba para espantarlo, rió por eso.

Predestinados II: Lazos Rotos (alfaxalfa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora