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Gemelos Kray; R.M Costello.

Mis manos habían sido liberadas por el mayor de los Kray, Regginald ató al hombre a la cama, mientras que su hermanos se ocupaba de revisar cada papel que había en la pequeña mesa, aún me encontraba sentada en la mitad de la habitación, no lograba entender que era lo que estaba pasando, por un momento pensé que ellos eran el contacto que Lucky había dejado, pero conociendo a mi hermano en Ley, él no trabajaría con hombres tan jóvenes y sin experiencias y mucho menos si se trata de algo tan importante como esto

-¿Para quien trabajan?

La voz salió en hilo de mi garganta, me dolían las muñecas, sentía como mi corazón se saldría de mi pecho, me ardían los ojos, el más alto de los hermanos se paró enfrente de mi, colocándose en cuclillas, sus ojos azules absorbían el verde de los míos, su rostro era tosco y frío, las facciones de su rostro lo hacían ver mayor de lo que era, estos chicos no podrían tener más de 18 años, sonrió, una sonrisa rara, colocó sus manos sobre las mías .— Los mexicanos nos darían mucho dinero por usted, le diremos que el idiota bueno para nada de George se dejó matar, la entregaríamos y ganaríamos mucho billete.—Recorrió el contorno de mi rostro con su dedo índice .— Usted es hermosa Señora Costello, es una lástima que todas estas personas la quieran muerta

-¡Que bueno que despertó señor Nelson! Hay algunas preguntas que debe respondernos

Aquel hombre comenzó a moverse bruscamente en la cama intentando zafarse de las cuerdas que ataban sus manos .— Sus dientes, esconden cianuro en sus dientes, si quieren que hable, quítale los dientes

Hable en susurro sobre el rostro de Ronald, soltó mis manos, se movió cautelosamente por la habitación, tomando la navaja con la que su hermano había cortado las cuerdas de mis manos .— Ábrele la boca

Ambos hermanos se miraron, una mirada de complicidad, Regginald sostuvo la cara del hombre, abriendo su boca con sus propias manos, Ronald, con una gran sonrisa en su rostro comenzó a escarbar en su boca, la sangre bañaba sus manos y los dientes iban cayendo junto a sus pies, los gritos del hombre retumbaban por la pequeña habitación, con cada grito sentía mi cuerpo temblar.

La risa de Ronald hizo que volviera, no sabía en qué momento había comenzado a llorar, mi rostro estaba empapado de lágrimas, mis uñas se hundían en mis piernas, podía oír como el hombre se ahogaba en su propia sangre .—¡Lo encontré!

Sostenía el falso diente por los aires, como si hubiera sido un gran logro, las sábanas se mancharon de sangre, las gotas caían al piso de madera, manchándolo, Regginald estaba allí, sonriendo, orgulloso de su hermano, por un momento pensé en mis niños, ellos tendrían esa complicidad cuando sean mayores, se tendrían que enfrentar a este mundo de muerte y sangre, no iba a dejar que eso pasara, no dejaría que nadie toque a mis niños. Fue un golpe de adrenalina, sentía como si estuviera fuera de mi cuerpo y alguien más, con más valor y fuerza, me usaba como si fuera un estuche. Tome a Ronald de su hombro izquierdo, ambos se voltearon hacia mí .—Trabajan para Lucky, de eso estoy segura, no creo que sean tan estúpidos como para matar a este hombre y entregarme al cártel por unos cuantos billetes, porque ustedes también serían hombres muertos

CostelloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora