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    《Agosto 10. 1915》

El olor a jazmín y tierra mojada inundaba todo el lugar, mis piernas estaban llenas de barro y sangre, el heno picaba todo mi cuerpo, mi entrepierna ardía, el dolor era agudo, juraría que sentía morir en ese mismo momento. Lissa corría de un lado a otro intentando encontrar algo que nos sirviera dentro del granero. El ruido de las explosiones se oía a lo lejos, caí sobre mi espalda en el heno, quería gritar, pero la voz no salía de mi garganta, la luz del farol resplandecía todo el lugar.

-Por favor, no nos dispare, necesitamos ayuda

Lissa mantenía su dedo apuntándome, podía ver por el rabillo del ojo a la pequeña y regordeta señora caminando con rapidez hacia mi .—Marco, busca toallas, y agua caliente, esta señorita tendrá a su bebé.

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Mis piernas cayeron, como si tuviera balas de plomo en ellas, el pequeño bebé se encontraba arropado en mis brazos, sus ojos aún estaban cerrados, pero sus manos y pies se movían hacia todos lados. La señora regordeta, Etha May, se encontraba junto a su hijo, Marco, la sonrisa en su rostro era hermosa, esta hacía se sus mejillas se inflaran un poco y sus ojos se hicieran mucho más pequeños .—Has  traído a un hermoso angelito en la mitad de la guerra, niña, este es un pequeño milagro

Sonreí viendo al pequeño en mis brazos, lo sostuve tan fuerte sobre mi pecho intentando no dejarlo caer, el dolor en mi parte baja fue estruendoso, haciendo que un gran calambre recorriera todo mi cuerpo .—Voy  a morir

Susurra sosteniendo aún más fuerte al pequeño sobre mi pecho, Etha May elevó la manta llena de sangre de mis piernas y volvió a sonreír .—Un  milagro por partida doble, otro bebé viene en camino.

El llanto fue mucho más fuerte, los animales en el granero se movieron de un lugar a otro, las plumas de las gallinas se elevaron creando una pequeña polvareda, temblaba a más no poder. Las lágrimas corrían sobre mi rostro, ambos pequeños estaban sobre mi pequeño, con sus grandes y azules ojos fijados en mi.

Lo único que podía pensar al ver esos grandes ojos, era en Thomas, él estarías muerto en este mismo momento.

CostelloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora