Oro del tonto

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Amber estaba caminando sola por la calle. Eran las 11:47 de la noche. No había notado que el tiempo se había ido tan rápido. Esa extraña fiesta de bienvenida duró demasiado. O quizá fue porque se quedó con una tal Shelly limpiando. Sentía que era observada.

Amber no era una persona miedosa, pero sabía que, tomando como base comentarios inoportunos, no había autoridad en la zona. Ni corrupta ni justa: no había. Amber, al venir de Latinoamérica, ya estaba muy acostumbrada a eso. El problema es que en lugar de una navaja y un arma, tenía una antorcha.

Entonces, ella sintió que alguien respiraba en su hombro. Rápidamente volteó, solo para ver a un cactus con patas y una sonrisa perpetua en su rostro.

Amber, horrorizada, gritó de terror y corrió sin mirar atrás. En 22 minutos se cansó y cayó en 4 al suelo. Nuevamente, sintió la respiración de alguien. Pero no sobre su hombro, sino a su derecha. Ella, temerosa, vio a una mujer en el suelo, con golpes y quemaduras de primer grado. Ella tenía vendas en sus piernas y brazos.

Amber sabía que debía seguir corriendo. Estaba cansada y sudada, pero debía huir. Ella sabía que debía avisar a las autoridades.

Se golpeó la cabeza con la palma de su mano al recordar que este lugar es más peligroso que el barrio donde creció. Amber era una persona altruista de corazón. Ella cargó a la fémina, que no paraba de llorar, sobre su hombro.

Su casa y la de sus aparentes compañeros estaba muy lejos, así que llevo a la herida peli-blanca a la casa más cercana. Solo que antes de tocar la puerta, un hombre con traje de superhéroe le apuntó con su arma en el brazalete.

Max: ¿¡Tú eres la nueva!?

Amber: Sí, y fui yo quien gritó. Me encontré con ella en el suelo, necesita ayuda. No sé dónde está mi hogar, ¿Podrías ayudarla?

La persona parecía desconcertada. Pero no tanto como Amber al oír la voz de esa persona. ¿Era transexual?

Max: ¿Cómo la encontraste?

Amber: Me encontré con una planta con patas, me asusté, corrí hasta aquí, la vi medio muerta y llegué aquí— dijo mientras se limpiaba el sudor de la frente

Max: Creo que tengo un botiquín por ahí. Ya vuelvo.

Amber aprovechó ese momento para ver un poco la sala de estar. No había nada interesante. Únicamente un póster de The Dark Night.

Max: Bien, déjame ver qué le sucede a la loca.

Ella inspeccionó a la peli-blanca. Tenía únicamente golpes muy fuertes. No había rastros de violación. Únicamente la habían golpeado. Lo que no cuadraba es que ella tenía algunas quemaduras leves.

Amber: ¿Se pondrá bien?

Max: Seguramente. Mañana la llevaremos con Pam a ver qué tal. Quédate a dormir aquí si quieres.

Amber: Gracias señor...

La heroína miró al suelo frustrada mientras su respiración aumentaba, dando a entender que se estaba enfadando. Se quitó el casco.

Max: Soy mujer. Vuélveme a decir directa o indirectamente que soy hombre— su cabello castaño corto impresionó a la mexicana. Ella solo se limitó a pedir perdón

Amber durmió en el sofá, preguntándose quién era la peli-blanca y por qué la habían golpeado.


































Al día siguiente, Byron llamó a los que investigaban el suceso, y al vampiro.

Colt: ¿Por qué a él?

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