Desaparecida

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Amber recordaba con odio esos últimos días que pasó con Colette. Le dolían más que nada. No poder ayudarla. No ser sincera. Había perdido su oportunidad. Quien sabe si se lo decía ella estuviera allí. Sana y salva. Su mejor amiga...

Los lamentos llegarían al final del día. La masacre de Colt tan solo fue un preámbulo. Aquello que Shelly temía desde el principio se había cumplido. Byron cruzó la puerta al infierno, y los arrastró a todos con él.

Ahora todos estaban en el infierno.

El movimiento de El Primo fue producto de su desconfianza. O de simple falta de comunicación. De todos modos ahora tenia una excusa para que no sospecharan de ella. Su participación fue importante...

Aún así, la culpa la perseguía. En mayor o menor medida. Era cómplice, no directa. Pero ocultar información era grave. Terrible. Debió haberlo dicho en el momento en el que lo supo. Bajo la amenaza de que esto sucedería, fue obligada a callar. Y tontamente, ella se dejó caer en sus encantos. En su perfecta sonrisa. En su estúpida cara...

No se sentía muy orgullosa de ella misma.

Había fallado no solo como brawler, sino también como supervisora del pueblo.

Esa fue la mañana más dura que sufrió en su vida. No durmió absolutamente nada. Se mantuvo junto a los supervivientes del atentado. El toque de queda impuesto con anterioridad pasó a ser un llamado. No obligatorio, por supuesto. Aunque una enorme cantidad de brawlers acudieron al llamado, de distintas calidades o rangos, con más o menos trofeos, de diferentes edades y con diferentes intereses. Muchos estaban allí, aunque la ausencia de rostros conocidos no pasó desapercibida.

Amber: Esto está mal. Muy mal. No creo que exista forma "bonita" de decirlo, pero no me queda otra:

No era algo que la gente quisiera escuchar. La noticia de un importante cargo era corrupto siempre causaba conmoción. Especialmente cuando aquel alto cargo era tan amado como el comisario narcisista. Aún así, la reacción ante la muerte del la médico por excelencia fue también dolorosa. En general, todo del discurso de Lynn era sumamente desesperanzador. La caída de los mentores de Meg, la repentina traición de Colt, el asesinato de dos Líderes y la traición de uno...

Todos esos sucesos hacían parecer la desaparición de Colette como algo secundario.

Entre el público consagrado frente al hogar de los Junker, se escuchaban rumores y falacias. Unos asegurando que vengarían a la pobre Jessie cueste lo que cueste, otros refiriéndose a la enorme desestabilidad que trajo haberlo notificado... Pero de todos destacó la joven pelimorada. Armada con su escopeta y con arrepentimiento en sus ojos, decidió hablar.

Shelly: Yo descubrí lo que Colt hizo días después. Para ese entonces estaba embarazada. Él se enfadó...

La voz se le escapaba. En cualquier momento podría echarse a llorar.

Shelly: Me atacó... Y perdimos al bebé... Ese detalle me obligó a callarlo. Me amenazó con una rebelión abierta. Que él quería dominar el pueblo porque "lo limitaban". Fue cegado por el poder...

Tenía sentido. Secuestrar y torturar a Colette había liberado algo dentro de él. Y como lo había disfrutado. Jamás, nunca en la vida sintió un placer similar al que tuvo al tenerla bajo sus pies. En cierta forma tenía razón: trajo un bien al pueblo. Pero solo para él. Él se sentía libre. Se sentía realizado. Una perversa satisfacción, única que inigualable. Matar a su madre y hermana fue tan íntimo como imaginó, y deshacerse de algunos de quienes hacían peligrar su posición fue tan hermoso...

Porque desde su punto de vista, la existencia de uno se limita por la de todos.

Edgar: Entonces, ¿El niño que tenías es brazos...?

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