CAPÍTULO I: Caramelos de menta

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Verano de 1996

Mansión Maximoff

Melina y su pequeña Natalia descienden del taxi que tomaron en el aeropuerto de Sokovia, frente a ellas se encuentra una propiedad gigantesca, la casa más grande que han visto hasta ahora. Allí dentro Melina cumpliría su labor como cocinera, siendo esa la mejor oportunidad para comenzar de nuevo, lejos de los recuerdos trágicos sobre la muerte de su esposo, lejos de las deudas y con la posibilidad de darle a su hija una vida estable en su país natal. 

Para Melina su hija Natalia de apenas 9 años era lo más importante en su vida, esa pequeña rubia, tímida y obediente era la dueña de su corazón y no dudaría en hacer lo necesario para ver su sonrisa.

Solnyshka! Mira qué bonita casa- señala la mansión -Este lugar ahora será nuestro hogar, te gusta?- pregunta con voz emotiva, observando la cara de fascinación que tiene su hija. Sin duda era una casa preciosa.

Natalia se limita a mover su cabeza como gesto de aprobación, en su mente solo podía imaginar todos los lugares que tendría para jugar.

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Apenas terminan de bajar el equipaje, la prima de Melina y ama de llaves de la mansión se acerca a darles la bienvenida y ayudarles a entrar a la propiedad.

Es gracias a ella que obtuvo el trabajo y podrían vivir juntas en la casa de empleados.

Milaya, me alegra verte después de tanto tiempo- le dice Masha con una sonrisa afable para luego abrazarla y ver que una tímida Natalia se encuentra aferrada a su pierna -Tu señorita, estas mucho mas grande que la última vez que te vi- sonríe y la niña le regresa una sonrisa introvertida.

Pero basta de parloteos, es momento de que se instalen y tomen un descanso, deben estar agotadas. Luego les mostrare la propiedad y les daré las reglas, un tanto estrictas, de la señora Irina- le guiña a Natalia y se dirige a la parte trasera de la mansión, donde se encontraba la casa de servicio y de ahora en adelante el lugar que la pequeña rusa llamaría hogar.

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Bien aquí termina el recorrido- dice Masha entrando a la enorme cocina, seguida de la mujer y su hija, quienes seguían impresionadas por lo inmensa que era la casa, todas esas habitaciones y pasillos, con muebles lujosos, pinturas antiguas y silencio, tres plantas llenas de silencio.

Para ser una casa con tres niños, es bastante silenciosa- pronuncia Melina confundida con la dinámica del hogar. 

Mientras tanto Natalia permanecía sentada en la barra tomando un vaso de jugo.

Lo es, los gemelos solo están aquí durante el verano y la mayoría del tiempo la señora los mantiene ocupados en el club. Wanda y Pietro son tranquilos y obedientes, Irina es bastante estricta con ellos, en cambio la pequeña Lorna es un torbellino de cuatro años, yo me encargo de su cuidado hasta que tenga la edad suficiente para ir al internado junto a los gemelos– se ríe al recordar a la niña y cambia el tema.

Puedes notar que tanto los señores como los niños pasan poco tiempo en la casa, pero son muy puntuales a la hora de la comida- le explica a Melina, con tono profesional mientras se sientan junto a la barra.

Tu tarea es preparar las tres comidas y servirlas a la hora adecuada. Por otro lado, también debes preparar la comida para nosotros- refiriéndose a ellas tres, el jardinero, chofer y la joven sirvienta -Algo menos elaborado por supuesto- carcajea y mira a Natalia -Me alegra tenerte aquí milaya, a las dos.

Justo cuando terminan de hablar se escuchan voces fuera de la cocina y Masha hace señas para dar a entender que llegó la señora juntos a sus tres hijos.

Iré a informarle que ya estás instalada, querrá venir a presentarse- dice mientras sale de la cocina a paso rápido.

Cariño ven, párate a mi lado y mantente en silencio, ya escuchaste las reglas- le dice Melina a su hija y en ese instante ven entrar a una elegante mujer de cabello castaño, facciones delicadas y ojos avellana, esta se acerca a Melina y le extiende la mano.

Irina Maximoff, es un gusto para mi familia tenerlas aquí, espero que su servicio en nuestra casa sea tan bueno como el que nos ha prestado Masha todos estos años- pronuncia intentando sonar amable, pero en lugar de eso su tono es intimidante.

Asumo que ya están completamente instaladas y conocen las reglas de la casa, sobre todo la de permanecer en el área que les corresponde- observa como Melina asiente y toma a su hija de los hombros -Bien... Me retiro para que continúen con su trabajo, esperamos la cena puntual, mi marido llegara de la empresa en unas horas.

Mientras la conversación ocurría, en ese mismo espacio los cuatro niños se observaban en silencio.

Lorna había saludado con su mano a Natalia, portando una mirada risueña y traviesa, por su parte, los gemelos no perdían de vista a la niña rubia que había llegado a su casa, parecía de su edad pero su ropa no era tan bonita como la de ellos, pensó Pietro y volteo a ver a Wanda que observaba a la niña fijamente mientras pensaba en que era la primera vez que veía a una niña con pantalones jeans, su madre no la dejaba usarlos y a ella le parecían muy bonitos, esa niña era bonita, sonrió por lo bajo, pero en ese instante Pietro le apretó la mano, recordándole con la mirada que su madre no los dejaría jugar con ella.

Los tres Maximoff se retiraron junto a Irina, cabizbajos no entendían que quería decir al no dejarlos jugar juntos, pero sabían que era mejor no arriesgarse a un castigo.

Dentro de la cocina se mantenía Natalia de pie, pensando en esos niños y lo mucho que quería jugar con ellos, quería hablarle a la niña bonita de grandes ojos verdes, eran tan verdes como los caramelos de menta que su padre le compraba, a ella le gustaban esos caramelos, le gustaba el color verde... Quizás otro día podrían jugar juntas.

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Lo que no sabía Natalia es que Irina mantendría a sus hijos ocupados y alejados de la casa de servicio durante los próximos cuatro veranos, estos no se verían de nuevo a pesar de vivir en la misma propiedad.

Hasta que un día el destino comenzaría a mover sus piezas y nada podría detener esa partida.

The Stages Of LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora