Una copa

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Lan Wangji no solía hablar mucho

Bueno, en realidad no solía hablar casi en absoluto.

Y es que a veces, simplemente no sabía que decir.

Por supuesto, eso no siempre había sido así.

Solía ser un niño algo hablador y aunque no era precisamente el terror de los adultos, sí que era bastante curioso. Como muchas cosas en su vida, eso cambió después de la muerte de su madre.


Había pasado varias horas sentado en el porche de la casa rodeada de gencianas al principio, cuando aún no pudo procesar que ella se había ido, luego volvió el siguiente mes y el siguiente y el siguiente hasta que finalmente pudo comprender que nadie volvería a abrirle la puerta.

Lan Wangji entendía el concepto de la muerte, había visto morir a un par de pájaros y asistió a un par de funerales de discípulos de su secta, sabía que cuando una persona moría... pues no había retorno, el cuerpo se quedaba atrás como una mera cáscara y la vida se extinguía.

Pero el alma ¿A dónde iba el alma?

Por supuesto, podían contactar con las almas que aún tenían negocios pendientes en el mundo de los vivos y ayudarlos a alcanzar la paz, el cultivo musical, más específicamente la canción de Inquiry, era perfecta para eso, Lan Wangji también había visto a las almas responder al llamado, y entendía vagamente el funcionamiento detrás.

Pero las almas que no vagaban por la tierra...

¿A dónde iban?

Siguiendo esa línea de pensamiento ¿A dónde se fue su madre?

Sabía que no vagaba como muchas otras almas, había visto a su hermano tratar de llamarla a escondidas con un guqin y no recibir respuesta alguna, también le había visto enjugarse las lágrimas después de eso con la mirada un poco más triste y los hombros algo caídos.

Si Lan Wangji fuera su madre, respondería a la llamada de Lan Xichen más que a la de ningún otro cultivador.

Pero su mamá no respondía

Entonces ¿Dónde estaba?


Lan Wangji le preguntó a su tío, porque él era el adulto más sabio que conocía y siempre tenía una explicación para todo, pero por primera vez no recibió más respuesta que el silencio y una mirada de consternación.

También le preguntó a su hermano, y este se le quedó viendo como si estuviera dudando en decirle algo. La vacilación en sus ojos no sirvió de mucho porque al final no le dijo nada, solo sonrió levemente y le preguntó cómo había estado su día.

Lan Wangji quería saber, así que les preguntó a unos discípulos mayores que encontró una tarde, también le preguntó al discípulo menor que restregaba ropa en la lavandería, y les preguntó a los otros maestros al final de sus clases.

No recibió respuesta de nadie


Lan Wangji no entendía que estaba mal, él quería saber a dónde se había ido ella.

Por supuesto, él aceptaba que no iba a regresar, pero quería saber si ella estaba bien. Quizás el nuevo lugar en el que estaba fuera más alegre y la hiciera sonreír más. Mamá casi nunca sonreía.

A Lan Wangji le gustaba cuando sonreía.


Con el tiempo, se dio cuenta de que sus preguntas no eran bien recibidas, vio como el brillo en los ojos de su hermano se apagaba cada vez que preguntaba, cómo su tío parecía ponerse más silencioso de lo normal y como los demás discípulos parecían visiblemente incómodos cada vez que él se acercaba a ellos.

El odio en tu mirada - ZHANCHENGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora