Todos quieren ir a Qinghe Nie

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Lan Wangji se sorprendió de lo fácil que resultó ser volver a jugar como el cultivador ejemplar, hermano menor del líder de secta y héroe de guerra.

Muy fácil.

Desayuno temprano en la mañana.

Visitar brevemente a Lan Sizhui durante el día aunque no diariamente ni a vista de todos porque aunque él hubiera traído a niño no era conveniente por el momento que se le prestara demasiada atención.

Por lo general llevaba al pequeño a alimentar conejos.

No era la mejor actividad académica ni tampoco la más fructífera pero era relajante y tranquilo. Lan Sizhui nunca se quejaba y sonreía cada vez que los conejos se acercaban a él, entonces Lan Wangji no lo pensó mucho. Su hermano y su tío no se opusieron así que supuso que todo estaba bien.

Ayudaría a Lan Xichen cada ciertos días con el papeleo para poder familiarizarse con lo que estaba pasando en la secta y todo lo que había cambiado durante su ausencia. Tomaría el té con su hermano y su tío todas las tardes y las horas que quedaran libres las gastaría entrenando su cuerpo, leyendo en la biblioteca o tocando el guqin.

No era una mala rutina.

De todos modos se sentía... vacía.

Por las noches, recordaba fragmentos dispersos de lo que había pasado con el líder de secta Jiang.

Recordaba haber conocido a una anciana.

Recordaba una persecución, aunque no podía por su vida decir si había sido Jiang Wanyin o alguien más.

Recordaba el calor y el sudor pegajoso corriendo por sus sienes.

También recordaba haberse sentado junto a un lago y pensar que la oscuridad de la noche era nostálgica y hermosa.

Pequeños vistazos no conectados que Lan Wangji a veces temía estar alucinando o distorsionando.

Por supuesto, sería mucho mejor si regresara al lugar de los hechos y terminara de una vez por todas con las dudas que acechaban en su mente, pero eso no era una opción en su situación.

Primero, porque Lan Xichen y su tío ya se habían opuesto lo suficiente al consejo de ancianos al dejarlo salir de la secta no solo sin un periodo de evaluación sino inmediatamente después de terminiar su reclusión.

Segundo, porque las posibilidades de que Jiang Wanyin lo recordara demasiado bien o atara cabos que Lan Wangji no recordaba eran demasiado altas.

Lan Wngji había planeado originalmente... aceptar las cosas. Esperaría a que Jiang Wanyin lanzara su primer movimiento, confesaría todo lo que había pasado, tomaría el castigo correspondiente y lidiaría con las consecuencias. Eso era lo correcto por hacer.

Pero esas últimas semanas, la familiaridad con la que lo envolvía todo... Los pequeños destellos de alegría, la serenidad cuando se reunía con su tío y hermano, la recientemente renovada hambre de conocimiento y curiosidad que saciaba en la biblioteca, el nuevo fragor y la fortaleza que encontraba cada vez que desenvainaba su espaba y entrenaba su cuerpo... No quería dejar eso.

Sería mucho más fácil negar cualquier tipo de acusaciones que el Líder de secta Jiang tuviera en la conferencia de Cultivo en Qinghe en la que inevitablemente se encontrarían. Podía fácilmente respaldarse tras su posición y comportamiento intachable para el resto del mundo de la cultivación.

Podría negar las cosas y todos le creerían.

Todos excepto Lan Xichen y el tío que sabían perfectamente adónde había ido Lan Wangji y la cantidad de cosas a las que era propenso cuando bebía.

El odio en tu mirada - ZHANCHENGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora