ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ ᴅɪᴇᴢ

1.6K 184 112
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Autora POV

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Autora POV

Había tomado algunos días, pero Sakura finalmente se las había arreglado para convencer a Obanai que cancelara el castigo que le había impuesto. El hombre no había estado muy convencido al principio, sin embargo, siempre había tenido una inminente debilidad por su única hija, por lo que había terminado aceptando. Por supuesto, tanto él como Mitsuri aún se sentían reacios ante la idea de que su niña volviera a realizar misiones después de todo lo que había ocurrido, pero al final del día... jamás habían podido mantenerla alejada del mundo de los cazadores de demonios.

Algunos días después de que su castigo había oficialmente terminado, la pelirrosa menor fue convocada a la residencia del líder de la organización. Tras vestirse con su uniforme y haori habitual, la ojijade tomó su nichirinto y se dirigió a aquel lugar sin demasiadas dilaciones.

Al arribar, fue recibida por la amabilidad de la señora Amane —la esposa del patrón— antes de que sus hijas la escoltaran hacia la habitación donde el hombre se encontraba.

— Oyakata-sama. —dijo a modo de saludo al ingresar al cuarto, inclinándose respetuosamente incluso cuando sabía que el pelinegro no podía observar su muestra de respeto.

— Ah, Sakura... Has venido. —contestó el hombre. Su voz estaba cargada con unas notas de cariño que a la pelirrosa le recordaban a un abuelo cariñoso, no importaba si él era bastante joven aún como para ser considerado uno. — ¿Qué tal está el día de hoy? ¿Hace un buen clima?

ᴄʜᴇʀʀʏ ʜᴜɴᴛᴇʀDonde viven las historias. Descúbrelo ahora