Su padre y él estaban sentados en el exhuberante sofá de cuero de la salita de cine improvisada que tenían en el despacho. Bryan estiró el brazo y cogió la última patata frita que quedaba en el bol. La masticó con desgana y se la tragó con resignación.
El doctor Steve Devil, su padre, se encontraba absorto en la enorme televisión LED, recreándose en la grabación de su última gran cirugía.
Bryan, quien antes había admirado y adorado el estatus y autoridad de su padre en los quirófanos y fuera de ellos, ahora los aborrecía. No sabía muy bien cuál había sido el momento en el cual se había desvanecido su interés por la medicina, pero calculaba que ya desde mediados del verano pasado, algo había cambiado dentro de él. Algo llamado Rebecca, seguramente.
Por otro lado, Bryan había querido achacar su falta de interés a una crisis pasajera así que durante el mes de julio había tratado de forzarse a leer todos los artículos y libros que su padre le traía, en un intento por no decepcionarlo a él ni tampoco a sí mismo.
Y ahora, observando aquel vídeo de una reconstrucción facial –que seguramente a Rebecca Breaker le hubiese fascinado– dio por sentado que jamás podría ser médico ni cirujano, ni nada por el estilo. No quería.
Tal vez el motivo fuese la humillación que había sentido cuando Becca lo rechazó… O quizá simplemente quería llevarle la contraria a su padre.
O habían sido las malditas pastillas que se había tomado para poder estudiar durante más tiempo y mantener la concentración… Entonces volvía a recordar a Becca en el lavabo tratando de ayudarlo. Resopló.
De cualquier manera, había llegado a la conclusión de que no valía la pena sufrir tanto por una profesión que lo atraía tan poco.
Había tratado de explicárselo a su padre unos meses atrás, pero el doctor Devil estaba tan ensimismado en que su hijo siguiera sus pasos, que no le dio importancia y le dijo que ya se le pasaría. Entre tanto, le compró otra caja de pastillas y le animó a seguir estudiando.
Para Bryan hubiese sido fantástico tener una madre a la que acudir, pero lo más parecido a una figura materna que tenía a su alcance era Margaret Devil, la quinta esposa de su padre quien habitualmente se encontraba demasiado ocupada manteniendo su vida social en el grupo de marujas de padel y martinis como para interesarse en las dudas existenciales de un hijastro al que tuvo que aceptar como parte del contrato.
El vídeo terminó.
–Ha sido alucinante –murmuró su padre aún en éxtasis.
Bryan lo secundó con un “sí” raspado y se levantó del sofá.
–Voy a estudiar un rato –le dijo a su padre.
Por un lado, si bien Bryan estaba bastante enfadado con la sensación de que no iba a poder decidir a qué dedicarse en un futuro, también agradecía el hecho de tener un padre que al menos se preocupase por él en ese sentido. Porque, a pesar de que el doctor Devil hubiese sido abandonado por la madre de Bryan y se hubiese casado cinco veces posteriormente, jamás había descuidado la relación con su hijo y su educación.
Bryan era consciente de que podía ser peor.
Entró en su habitación y se tumbó en su cama. Y, como siempre que cerraba los ojos, aparecía en su mente la melena acaramelada de Rebecca Breaker para atormentarlo aún más.
Cómo la envidiaba. Ella había tenido claro su objetivo desde el primer momento. Y parecía seguir dispuesta a luchar por ello. En cierto modo la admiraba, pero no solía reconocérselo a sí mismo. Además, odiaba la tendencia que tenía su perversa imaginación a imaginarla tumbada junto a él cada noche para abrazarla hasta la mañana siguiente.
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Becca Breaker (II): Junto a ti © Cristina González 2014
Novela Juvenil*Segunda parte Becca Breaker I: contigo* Becca aún no ha terminado el bachillerato. Le espera otro año duro. No sólo tendrá que esforzarse por alcanzar el diez en cada examen, si no que tendrá que soportar la distancia que la separa de Paul y otros...