Siempre me lo pregunto,
entre el vapor del mate
y el resplandor del primer sol,
si algún día te volveré a ver.No es algo que me preocupe demasiado, me he acostumbrado
a las sorpresas y cambios de dirección que Dios coreografea.No es cuánto me quisiste, es cuánto te quise, y aunque imperfecto como fue y siempre será, mi corazón está satisfecho. Y se regocija en saber que latió como lo había hecho toda mi vida, pero aquella vez, diferente.
Aprendemos a vivir cada día con capas de amor dado, el que damos hoy, y el que vamos a dar. Con ecos de un sentir que a veces logra socavar las paredes de ese lugar tan frágil llamado corazón.
Pero el resto que deja todo ello es lo que se convierte en un párrafo más de la historia que, premeditada por nuestra vida o no, nos hace ser quiénes somos.
Nos hace crecer, comprender lo que no es posible entender con palabras, sino sólo a través de el sentir que nos golpeaba el pecho para ser expresado.
Y éste resto, ésta conclusión, es la capa más reciente que ha cubierto mi corazón, y que le recuerda que hizo lo que pudo, lo que sintió, e incluso tal vez, lo que no debió. Nunca se dió por vencido.
Entonces, de vez en cuando,
me pregunto si alguna vez
te volveré a ver.
Pero sonrío por saber,
que sí un día es así, no será una sorpresa, será, tal vez, un nuevo comienzo de ésta vieja historia.