Una vez más, como hace siete años
volví a mirar tus ojos
volví a escucharte con la atención de la que pocas personas son dignas
A admirar tu fortaleza y tu debilidad
en cada palabra que expenden tus labios.
Volví a grabar en mi mente
tus ojos claros y tristes,
que muestran enojo,
anticipando tus garras
y luego parecen rogar
por descanso y compasión.
Benditos esos ojos claros y tristes,
encendidos y a veces apagados,
brillantes, pero también tenues
que incluso si no hablaras, ellos lo harían por vos.
Soldada de mil guerras
siempre en el frente y sin escudo
saldrás en pie de ésta, no lo dudo.
Porque esos ojos, claros y tristes
contienen las maravillas y las desgracias que nos reparte esta vida,
y en ese corazón el poder de superarlas.
Destellan cuando reciben el mismo amor que transmiten,
y se opacan cuando la tristeza revive.
Eterna sea cada ocasión, en la que disfruto de tu presencia.
Le pido a Dios que mi ojos no se cieguen, y mis oídos no ensordezcan,
para tener siempre el placer de escuchar tu voz, y ver esos ojos
claros y tristes.