08_Las razones que buscaba

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Capítulo 8

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Capítulo 8

~❁ ❁ ✦ ❁ ❁~

Después de la muerte de Emma mi vida empezó a regirse por números y fechas.

¿Cuánto dinero falta?

¿Cuándo hay que pagar las facturas?

¿Cuántos trabajos puedo tener al tiempo que voy al instituto?

¿Cuándo fue la última vez que él vino a casa borracho?

¿Cuántos días faltan para que aparezca?

¿Cuándo fue la última vez que encontré a mamá borracha?

¿Cuántos días faltan para que vuelva a suceder?

Pasaron tres semanas desde la recaída de mamá. Con cada día me sentía más tenso pensando lo que faltaba para la próxima. Le vigilaba en las noches y dormía en su puerta para volver a mi habitación antes de que lo notara.

Estaba animada con el nuevo trabajo y se veía feliz actuando como si nada pasara frente a Aksel, algo que siempre hacíamos. Sin embargo, sabía que era una calma aparente, cuestión de números.

Mientras más días pasaban, más consciente era de que la próxima recaída llegaría y mientras más se espaciaba una de otra, peor resultaba. Ya no sabía cómo resistir la situación.

Dormía poco y mal, al menos no tenía pesadillas. Iba al instituto y perdía mi día hasta las seis de la tarde en aquel ridículo castigo encerrado en un cutre laboratorio con tres chicas, Amaia entre ellas, y eso hacía más difícil ignorarla.

Intentó agradecerme por evitar que se metiera en problemas y traté, por todos los medios, de que entendiera no debía estar cerca de mí. Era una chica inteligente, sabría mantenerse lejos de un imbécil.

No quería, tan siquiera, que nos lleváramos bien porque era consciente de que me gustaba, no necesitaba un test de compatibilidad para comprobarlo. Estar cerca era un error. Ella tenía una vida antes de mi llegada y no había nada que pudiera ofrecerle, solo problemas.

Tenía la experiencia de liarme con una vecina, no metería la pata otra vez. Lo mejor era que la mantuviera lejos de mi vista y que ella, en algún momento, volviera con Charles para que la vida de aquel pueblo siguiera como siempre y yo pudiera fingir que no existía. Se me daba bien, pero de vez en cuando era complicado.

Para empezar, me escogieron para entrar al equipo de fútbol con solo correr el campo dos veces. Era bueno tener un ejercicio físico que me mantuviera en forma, algo que los doctores recomendaron. Pero el agotamiento de los primeros días me dejaba inservible para trabajar en la casa cuando llegaba después de los castigos.

Dos veces por semana practicábamos y, en el segundo entrenamiento antes del almuerzo, sentía que me desmayaba del hambre.

—¡Buen trabajo! —felicitó Dax palmeando mi espalda.

No te enamores de Mia © [LIBRO 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora