Capítulo 13: Los Mundiales de Quidditch

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Tomamos todo lo que habíamos comprado y seguimos a mi papá. Nos internamos a toda velocidad en el bosque por el camino que marcaban las luces. Se oían gritos y risas a todo volumen. El aire de emoción se contagiaba fácilmente y no dejaba de sonreír. Caminamos por el bosque hablando y bromeando en voz alta veinte minutos, hasta que al salir por el otro lado encontramos la sombra de un estadio gigantesco.
—Hay asientos para cien mil personas— explicó papá, —Quinientos funcionarios han estado trabajando todo el año para levantarlo. Cada centímetro del edificio tiene un repelente mágico de muggles. Cada que uno pasa por aquí, recuerdan que tienen una cita súper importante y salen disparados hacia otra dirección.
Se encaminó delante de los demás hacia la entrada más cercana, que estaba llena de brujas y magos intentando pasar.
—¡Asientos de primera!— dijo la trabajadora del ministerio al comprobar las entradas de una familia, —¡Tribuna principal! Todo recto escaleras arriba, Arthur, arriba de todo.
Papá dio las gracias con la mano y nos dirigió escaleras arriba. Subimos unos cuantos minutos ya que toda la gente empezaba a entrar en busca de sus lugares. Cuando por fin llegamos pude ver una pequeña tribuna ubicada en la parte más elevada del estadio, justo a la mitad de camino entre los parados postes de gol. Contenía unas veinte butacas de color rojo y dorado, repartidas en dos filas. Tomamos asiento en la fila de adelante y apreciamos el estadio que tenía a mis pies.
Cien mil magos y brujas ocupaban sus asientos en las gradas. En cada extremo tres aros de gol se encontraban a quince metros de altura. Mire alrededor del estadio en busca de los chicos. Empecé a busca hasta posarme en una familia con cuatro niños saludándome, enfoque la vista en los omniculares y eran ellos. Les regresé el saludo y ellos se entusiasmaron de ver que los encontré entre tanta gente. El que pienso que es Cormac, levanto la bandera de Irlanda y yo levante los brazos en forma de porra. Supongo que estará checando si sigo apoyando al equipo de Irlanda.
—¿Dobby?— preguntó Harry unos asientos a lado mío.
Voltee mi cabeza en la dirección que miraba y ahí se encontraba un elfo doméstico, con sus pies colgando de la silla y volteándolo a ver a él. Al parecer se conocen.
—¿El señor acaba de llamarme Dobby?— chillo el elfo. Por su chillona voz me pude dar cuenta de que era una chica. Ron y Hermione parecieron interesados ya que la miraron, incluso papá la estaba viendo.
—Pst, Mar— me llamaba alguien, mire hacia los lados hasta ver a los gemelos en la escalera haciéndome señas para que fuera con ellos.
Me levante de la butaca y camine hasta ellos, bajamos unas cuantas escaleras y se pusieron frente mío.
—Mira querida hermana— empezó George, —Tenemos unos compradores esperando nuestros productos.
—Por lo cual te daremos tu dinero para las palomitas y refrescos— termino Fred y empezó a buscar el dinero en sus bolsillos.
—Quédense el dinero— dije y detuve su brazo, —Tengo suficientes dulces como para unas horas.
—No, una promesa es una promesa.
—Quédeselo y cómprense algo ustedes, con que no hagan bromas dirigidas a mi, estoy perfecta. Además, me pueden regresar el favor dejándome ayudarles con alguna broma, y si es para Ron, mejor.
Camine escaleras arriba y me volví a sentar en mi butaca esperando ansiosa el comienzo de los mundiales. Mire hacia mi familia y se encontraban junto a unas personas que no conocía, hasta que escuche la voz del ministro de magia, Cornelius Fudge. Mire a Percy y estaba sentado en silencio sumiéndose en su asiento muerto de la vergüenza.
—Ha hecho bien, porque estos búlgaros quieren quedarse los mejores sitios para ellos solos... ¡Ah, ahí está Lucius!— escuche decir al ministro
Harry, Ron y Hermione se volvieron rápidamente al escuchar ese nombre, yo volteé igualmente. Justo detrás de mi padre estaba una familia de rubios platinados, el chico era muy parecido a su padre, por otro lado la madre solo tenía un gesto de asco.
—¡Ah, Fudge!— dijo el señor que respondía al nombre Lucius, tendiendo la mano al llegar enfrente del ministro, —¿Cómo estas? Me parece que no conoces a mi mujer, Narcisa, ni a nuestro hijo, Draco.
—¿Cómo está usted?, ¿cómo estás?— saludo Fudge, sonriendo e inclinándose a la señora llamada Narcisa, —Permítanme presentarles al señor Oblansk... Obalonsk... al señor... Bueno, es el ministro de magia búlgaro de Magia, y, como no entiende nada de lo que digo, da lo mismo. Veamos quien más... Supongo que conoces a Arthur Weasley.
Fue un momento muy tenso. Papá y el señor Lucius se miraron el uno al otro. Los ojos del señor recorrieron a mi padre y luego la fila que que estábamos sentados.
—Por Dios, Arthur— dijo con suavidad, —¿qué has tenido que vender para comprar entradas en la tribuna principal? Me imagino que no te ha alcanzado solo con la casa.
El ministro que no escuchaba dijo,
—Lucius acaba de aportar una generosa contribución para el hospital San Mungo de Enfermedades y Heridas Mágicas, Arthur. Ha venido como invitado mío.
—¡Ah... que bien!— dijo papá, con una sonrisa tensa.
El señor Lucius vio con desprecio algún lugar que empecé a buscar pero antes de encontrarlo un peso en mis piernas detuvo mi búsqueda. Mire mis piernas y pude ver una caja de palomitas y refresco a un lado, mire hacia arriba y tal como esperaba ahí estaban los gemelos.
—No queremos excusas, ademas, nosotros también queremos.
Reí y asentí dando palmaditas a la butaca de un lado para que se sienten.
—Vamos, levántate— ordenó Fred, —Tu estarás en el centro.
Me levante y me puse entre los gemelos que pronto empezaron a tomar de las palomitas. Tomaron puñado tras puñado hasta casi terminarse la mitad de ellas.
—ha va epzar— celebró George con palomitas en la boca
—Damas y caballeros... ¡bienvenidos! ¡Bienvenidos a la cuadringentésima vigésima segunda edición de la Copa de Mundo de quidditch!
La gente empezó a gritar y aplaudir. Ondearon miles de banderas, y los himnos de sus naciones se empezaron a escuchar. El enorme letrero que teníamos enfrente mostró: BULGARIA: O IRLANDA: O.
—Y ahora, son más interrupciones, permítanme presentarles a... ¡la selección nacional de quidditch de Bulgaria!
Fue presentando a todo el equipo hasta que llegó a Krum, en el cual Ron gritó y lo enfocó con sus binoculares como tremendo fanático loco.
—Y ahora, un cordial saludo a... ¡la selección nacional de quidditch de Irlanda!
Al igual que la vez anterior, presentó a todo el equipo, grite y aplaudí, mire al lugar de Cormac y se encontraba ondeando su bandera y dando saltos.
—¡Comienza el partidoooooooooo!— gritó, —Todos suban y sus escobas y, ¡despeguen!
El partido comenzó, siempre tenia los omniculares en mano para ver cada jugada que hacían.

Una Potter Disfrazada de Weasley Donde viven las historias. Descúbrelo ahora