Capítulo 4:

562 67 41
                                    

¿Qué tienen las estrellas que nos hacen quedarnos mirando al cielo durante horas? Son misteriosas, hipnóticas y desde tiempos remotos han ayudado a los más aventureros a encontrar su camino en la oscuridad.

¿Qué tienen las estrellas que nos hacen quedarnos mirando al cielo durante horas? Son misteriosas, hipnóticas y desde tiempos remotos han ayudado a los más aventureros a encontrar su camino en la oscuridad

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—Mamá puedes volver a contarnos la historia de amor entre esas dos estrellas por favor.— pedía un gemelo con ojos de cachorro hacia su progenitora— ¿sí?— su madre suspiro rendida ante la petición de su hijo —Está bien Osamu.— se acomodaba en el sofá que se encontraba en la pieza de los gemelos —Atsumu sé que no estas dormido aún, ¿Quieres escucharla?

—Si.— bajaba con cuidado de su litera colocándose a un costado de su madre cubriéndose con una frazada estampada de soles y del otro lado de su madre se encontraba Osamu cubriéndose con una frazada con un estampado de estrellas.

—¿Ya están cómodos?— los gemelos menearon la cabeza en forma de afirmación— Está bien. Cuenta la leyenda que Orihime la princesa tejedora era la hija de Tentei el rey celestial. Orihime tejía telas esplendidas a orillas del rio Amanogawa (la vía láctea). A su padre le encantaba sus telas, y ella trabaja duramente día tras día para tenerlas listas, pero a causa de su trabajo la princesa no podía conocer a alguien de quien enamorarse, lo cual entristecía enormemente a la princesa. Preocupado por su hija, el rey concertó a un encuentro entre ella y Hikoboshi, un pastor que vivía al otro lado del rio Amanogawa. Cuando los dos se conocieron se enamoraron al instante y, poco después, se casaron. Sin embargo, una vez casado Orihime, comenzó a descuidar sus tareas y dejo de tejer para su padre, al tiempo que Hikoboshi prestaba cada vez menos atención a su ganado, el cual terminó desperdigándose por el cielo. Furioso, el rey celestial separo a los amantes, uno a cada laso del Amanogawa, prohibiendo que se vieran. Orihime, desesperada por la pérdida de su marido, pidió a su padre poder verse una vez más. Su padre, conmovido por sus lágrimas, accedió a que los amantes se vieran el séptimo día del séptimo mes, a condición de que Orihime hubiera terminado su trabajo. Sin embargo, la primera vez que intentaron se dieron cuenta de que no podían cruzar el río, dado que no había puente alguno. Orihime lloro tanto que una banda de urracas vino en su ayuda y le prometieron que harían un puente con sus alas para que pudiera cruzar el rio. Ambos amantes se reunieron finalmente y las urracas prometieron venir todos los años siempre y cuando no lloviera. Cuando se dan esas circunstancias, los amantes tienen que esperar para reunirse hasta el año siguiente. —los gemelos escuchaban atentamente aquella historia formando un brillo en sus ojo —Este mito es la explicación sobre el fenómeno que se aprecia por esas fechas, donde las condiciones lumínicas hacen que se atenúe el brillo de la Vía Láctea, pareciendo que se tiende un puente entre ambas estrellas. —terminaba de contar la historia acariciando los cabellos de sus hijos.

—Entonces, cada que se forma un puente de estrellas en el cielo es porque esas almas enamoradas están tratando de reunirse de nuevo ¿No es así mamá?

—Así es Atsumu.

—Es hermoso tener un amor que a pesar de las circunstancias y del tiempo se sigan amando como si no hubiera un mañana...oye mamá ¿Crees que algún día Samu y yo encontremos a esas personas con las cuales tengamos un amor como el de la princesa Orihime y Hikoboshi?

Hacia las estrellas (Osayama-Atsuhina)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora