DIEZ

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"Hasta pronto amor mío" (1/2)

Dos corazones, dos amantes que son todo y a la vez nada cada uno al otro lado del mundo, suspirando y soñando cada luna llena aquellos ojos de no dejan de brillar.

Ambos en cada balcón de su habitación, contemplado el cielo gris en sus recuerdos solo quedan aquellas sonrisas y palabras que se juraron bajo la luz de la luna en donde no solo sus corazones se encontraron en medio de la guerra si no que ambos curaron las heridas del otro.

Un amor tan puro y digno de admirar.

La nostalgia consumía su mente y la melancolía su corazón, no sabían que hacer con ese sentimiento que los empezaba agobiar, sus ojos miraban fijamente el reloj escuchando el "tic tac" que hacía a cada segundo que pasaba y que resonaba en sus cuartos. Una hermosa luna que contemplaba a dos amantes que solo esperaban a volver se ver.

Pasaban las horas y ninguno de los podían tan siquiera cerrar sus ojos, extrañaban su presencia, sus miradas, sus esencias, sus perfumes, todo... 

Absolutamente todo perdía su valor cuando no esta junto a él, no importa cuanto brillen las joyas más hermosas o tener todo el oro y la plata del mundo si carecía de todo sentido, sus mundos eran grises y fríos cuando están lejos del otro.

Canta para ser escuchado, recita para ser inspirado y escribe para no ser olvidado.

Los dos sabían que sus sentimientos eran mutuos pero ninguno se atrevía decir palabra alguna, sus ojos decían más de lo que sus labios pronunciaban. Lagrimas solo brotaron de esos iris castaños que recordaba con nostalgia a su amor secreto.

El albino por otra parte solo rezaba día y noche, quería ser escuchado que su amor jamás se olvide y que si la vida así lo quería volverían a estar juntos para amarse.


























































Pasaban los años y ninguno volvió a saber de su amado hasta que una terrible noticia azoto a todo el mundo, la guerra había llegado, nadie sabía que hacer o como reaccionar.

Explosiones por todos lados, balas que atraviesan los cuerpos de gente de ideas contrarias, gritos acompañados de el olor característico de la sangre y la pólvora.

Vivían en un mundo apocalíptico y solo los dioses podrían brindarles de su protección para volver a verse aunque sea por un instante.

Los lideres de cada país eran juzgados y sentenciados a la horca.

– Esto me recuerda a los juicios del 45 – comento el alemán anotando en varios documentos 

– Tienes razón, nunca pensé en ello – respondió el ruso dejando una carpeta en el escritorio 

– Ni siquiera tienes tiempo para pensar en ... "Tenochtitlan" – Devolvió dirigiendo su mirada al eslavo que lo miraba desconcertado – ¿Porque nunca lees nada de lo que publican en la fichas? – Pregunto molesto recargándose en esa silla ya desgastada y maltratada 

– Sabes que yo no leo esas porquerías, además no tengo tiempo para leer esos volantes – respondió indiferente retirándose de la habitación.

Mientras tanto el mexicano era atendido por los médicos del lugar, sus heridas no sanaban y cada vez era peor su condición. Tantos años peleando por su gente, tanto sacrificio, sus alas eran las únicas que sostenían su frágil cuerpo.

Un dolor se intensifico en su pecho, su corazón no soportaría más era momento de hacer su ultima jugada.

Concentrándose en su respiración logro estar estable por unos momentos y las fuerzas que le quedaban las utilizo para levantarse de aquella camilla desgastada quitándose las agujas de sus brazos.

Lentamente se levantaba de aquella cama sus pies tocaban la loseta fría de la habitación recargándose con una mano en la pared húmeda tratando de buscar algo de estabilidad en sus piernas.

– ¡México!, ¿¡Que estas haciendo!? – Grito su amiga que entraba a la habitación corriendo hacia el mexicano que estaba a nada de caerse

– Déjame yo puedo solo– respondió evitando que ella lo ayudara, respiro profundo y finalmente pudo estar de pie – Además recuerda que ya no me llamo México, soy Tenochtitlan – corrigió a la muchacha que no dejaba de mirarlo preocupado

– Eso no me importa ahora, ¿por que chingados estas parado?, todavía no te recuperas d- – dijo preocupada tratando se tan siquiera tocar el brazo del tricolor siendo evadida una vez más

– Y nunca lo estaré, el tiempo se me acaba – interrumpió mirando a su fiel amiga de toda la vida

Un silencio se había formado al mirarse fijamente, los dos sabían que tarde o temprano llegaría el día en que harían su ultima misión pero ninguno se atrevía aceptarlo.

– Tengo que protegerlos a toda costa de esa gorda narcisista y rápido – hablo nuevamente acercándose a paso lento hacia la chica que se le escapaban las lagrimas de tristeza

– P-Pero ya no puedes pelear, tu estado no te lo permite debes de- – pronuncio con un nudo en su garganta mientras limpiaba sus lagrimas, odiaba llorar en su presencia.

– Tú serás la que me protega de todos los que me quieran lastimar, seras mi ultimo guerrero – interrumpió limpiando sus lagrimas abrazándola fuertemente o bueno, eso sentía él.

Ella solo asintió y como pudo los dos salieron de ese edificio en ruinas.








































Un año había pasado desde que salio del hospital, se habían refugiado en lo que había sido una de las zonas arqueológicas más importantes del país... las pirámides de teotihuacan. Sus fieles compañeros vigilaban cerca del templo en donde el tricolor se encontraba rezando dejando que el olor del incienso se impregnara en su piel.

Solo se escuchaba un pequeño mormullo, sus alas perdían su color y fuerza, su cuerpo estaba más delgado que antes pero su perseverancia, esfuerzo y valentía seguían vivas en su corazón además tampoco perdía la esperanza de volver a ver a quien nunca dejo de amar.

– ¡Déjame mujer!, ¡Tu no eres nadie para tratarme así! – reclamaba el hombre que era jalado por la chica, aventando lo en la entrada de aquel templo 

Ella solo lo arrogo cual costal de escombros escuchando el quejido de aquel prisionero esperando a que el mexicano terminara sus rezos.

Un ligero olor a copal salia del templo y una figura delgada caminaba lentamente entre todo es humo que había en el interior del templo, su cabello se arrastraba por el lugar.

Sus alas desplegaron, su cuerpo era iluminado a la luz de la luna el viento acariciaba sus ropas y miraba con indiferencia al sujeto que empezaba a levantarse sin dejar de insultar a la chica.

– Dime todo lo que sabes antes de que me desquite contigo – Hablo sacando su daga de obsidiana 

– ¿Que te hace creer que yo tengo la información que estas buscando? – Respondió mostrando una pequeña sonrisa 

– Ve preparando las cosas, sera una noche larga – Suspiro enterrando la daga en la pierna del sujeto













Las horas pasaban lentamente y los lamentos de aquel tipo se escuchaban por todo el templo, no dejaba de suplicar por su muerte tampoco dejaba de insultar los recibiendo a cambio otra daga en su mano, la sangre pintaban las escaleras del lugar y lentamente la luna empezó a tomar un color rojizo.

– Se me acaba el tiempo y este cabrón sigue sin hablar – Dijo dándole otra apuñalada en el muslo de aquel hombre que no paraba de sangrar – Déjalo aquí y prepara la " cena ". Hoy tenemos un invitado muy especial – ordeno dando media vuelta, entrando rápidamente a la habitación.

RusMex (COUNTRYHUMANS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora