Capitulo 4

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— Por fa' mienteme haz lo que tú quieras conmigo.

— Robert....

— SI LAS MIRADAS MATARÁN TAN TAN TAN TU Y YO NO ESTARÍAMOS VIVOS

— ROBERT, ROBERT ¿PUEDES BAJAR LA MÙSICA?

— Ay Amala no seas aburrida, está canción es hermosa.

— Es una mierda esta canción y todas las costumbres de tu país tercermundista.

— SI LAS MIRADAS MATARÁN TAN TAN TAN.

— Vas a espantar a todos los clientes, baja la música.— Puse los ojos en blanco y bajé solo un poco el volumen de la música. Amala era mi prima, mi mejor amiga, la amaba con todo mi corazón, pero a veces se tornaba insoportable. Mis caderas bailaban mientras ordenaba la mercadería que había llegado, el único momento en el que recordaba mis raíces. Amala, sin embargo, miraba su reflejo a través de la ventana, acomodaba sus incontrolables rulos azabache que combinaban a la perfección con su tez morena. Era una mujer hermosa, segura de si misma y con un estilo glamoroso a pesar de trabajar en una fábrica de juguetes.

— Debes probar el nuevo labial de Dior, este color es alucinante.

— ¿El qué? — Dije mientras trapeaba el suelo.

— A veces me olvidó que eres Robert ¿Este fin de semana tienes disponible? ¿O te verás con tu chico misterioso?

— Se llama Abel y no es misterioso.

— Oh claro que lo es, ningún hombre se aparece a las 3 de la mañana a una Disquería solo para charlar.

— Debe ser una persona solitaria...

— Es un rarito como tú. Anda prima, vayamos por unos tragos, casi nunca salimos.

— Tengo que trabajar, las cuentas no se pagan solas.

— Trabajas toda la semana, anda vayamos por unos tragos, te presentaré a uno de mis amigos de la prepa.

— No quiero acostarme con ninguno de tus amigos.

— Prefiero que te acuestes con uno de mis amigos antes de que lo hagas aqui con tu chico misterioso.

— Sólo nos besamos y una vez.

— Todavía no entiendo porque te dejan abrir el local a la madrugada.

— Porque tengo insomnio y necesito ocupar la mente en algo.

— Pero nadie viene un sábado por la madrugada, sólo tu chico misterioso.

— Hice un nuevo amigo, déjame.

— Quiero conocerlo, este sábado...

— No, ni lo pienses. Está bien este sábado saldré contigo.

— ¿Por qué no quieres que lo conozca? ¿Tan feo es?

— Es horrible. Hablando en serio, si viene a verme es porque quiere estar solo.

— Okei okei, lo que tú digas...

— Hola tengo un paquete para Robert.

— ¿Para mí? ¿Está seguro?

— Tengo está dirección.— Dijo el hombre del correo.

— Si, es aquí, que raro OH POR DIOS.— Dije tapando mi boca.

— ¿Qué es? Robert hablame.

— Es un paquete de Abel.

— ¿Tu solitario amigo?

La Disqueria | The WeekndDonde viven las historias. Descúbrelo ahora