— Tomemos un descanso, necesito fumar.— Salí del estudio y encendí uno de mis cigarros favoritos, intentaba ordenar un poco mi cabeza pero me era imposible, la presión por terminar este tema, las premiaciones que se acercaban, la noticia de Bella en cada una de las revistas, todo me generaba ansiedad. Necesitaba unas vacaciones, desaparecer por algunos días, pero ¿Cómo hacerlo si era el artista del año? Todos los ojos estaban puestos en mi, en mis últimos singles, en mi corte de cabello. La madrugada había llegado, saludé a César y sin cenar me fui a la cama. Estaba harto, quería que llegara el fin de semana para hablar con Robert, hablar de música con alguien normal. Quería soñar con ella, volver a sentir el calor de sus labios, que mi cintura se entregara a sus piernas, entre canciones y melodías del Edén.
Contaba los días como un preso, maldiciendo por no haberle dejado una tarjeta con mi número, Bella me llamaba todas las noches para reclamar mi sexo, pero no contestaba sus llamadas, no quería entregarle mi cuerpo. Hasta que el sábado llegó, la ruta oscura y semi vacía y mi velocímetro moviéndose cada vez más. Pero todas mis esperanzas por volver a verla se esfumaron, la Disquería estaba cerrada.
Estaba enojado, como a un niño que le niegan un juguete. Había esperado seis días para ver su rostro, para jugar entre discos y besarnos contra el mostrador. Seis días de angustia, seis días de soledad, aunque estuviera rodeado de personas llamando por mi nombre.Aquella noche dormí en el carro, esperándola, hasta que la mañana me obligó a volver a casa. Toronto y sus luces cegadoras.
Lunes por la mañana, conduje otra vez por las mismas calles, buscándola. El local estaba abierto, me oculté bajo la capucha de mi Jumper y entré. De espaldas, zapatillas plateadas, una remera blanca que ocultaba sus rodillas, el cabello plata recogido con dos rodetes, su nuca tatuada con una mariposa en blanco y negro. Era ella, la única e inigualable Robert.
— Hola busco vinilos de The Weeknd.
— Hola, si... Por aquí.— Se dio vuelta y quedó impresionada con mi presencia.— ¡Ey tu! Hola.
— Linda camiseta.— Llevaba una camiseta con una fotografía mia con el cabello del 2015.
— Ay por Dios que vergüenza— dijo tomando su camiseta— ¿Qué haces aquí?
— Vine el sábado y el local estaba cerrado.
— Emmm si, me quedé dormida.
— ¿Por qué me mientes?
— No tengo porque darte explicaciones.— Dijo e inmediatamente siguió limpiando el local.
— Mírame, Robert mírame.— La tomé del brazo y la acerqué a mi cuerpo.
— Gracias por el regalo pero no lo quiero.
— ¿No te gustó?
— Ya tengo un tocadiscos y el vinilo de Kissland, es demasiado.
— ¿Estás segura?— Dije acercándome a su boca.
— Abel... Vete, estoy trabajando.
— No te das una idea de lo mucho que he extrañado tu boca.
— Yo no soy la sustituta de nadie, vete con tu noviecita la modelo.
— ¿Qué?
— Ví las fotos, están en todas las revistas del mundo. No tengo ganas de que juegues con una pobre mujer como yo.
— No volví con Bella, ¿Estás celosa?
— Sólo no quiero problemas, tu aquí, tus regalos. No, lo siento.
— Dime que lo sientes.— Rompí por completo la distancia entre nuestros labios, su lengua entró en mi boca, sus labios sabor a menta eran mi perdición. Nos besamos profundamente, la tomé del trasero y la subí al mostrador, sus piernas abrazaban mi espalda. Mis besos se fueron deslizando hasta su cuello, sus hombros, no llevaba brasier, lo que me calentaba demasiado.
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La Disqueria | The Weeknd
FanfictionAburrido de las luces de la ciudad, Abel conduce fuera de las calles de Toronto y se encuentra con una disqueria abierta. Allí conoce a Robert, la chica de grande sonrisa y cabello gris, que con un abrazo cambiará su visión del mundo.