—Wow, ¿dónde está el fuego? —Linden se aparta de un salto cuando Harry pasa por delante de él y de algunos de sus primeros invitados.
No contesta, sólo se apresura a bajar los escalones al patio.
Kenny levanta la vista de su lugar en la cabina de sonido.
—Oye, Sherlock. Watson está listo para... —sus palabras mueren en su garganta cuando Harry se acerca al equipo de sonido, lo agarra y lo jala de la cabina, tirándolo al suelo.
Kenny grita mientras lo inmoviliza y retrocede.
—¡Harry! —Winston se apresura a acercarse—. ¿Qué carajo estás haciendo?
—¡Pensé que éramos un equipo! —el otro grita con un tono ensordecedor.
—Me mentiste. —coloca una mano en su garganta y él agarra la muñeca de Harry inefizcamente.
—¿Q-qué?
Aprieta más su agarre. —Fuiste tú todo el tiempo.
—Harry, no puede respirar. —Winston le da unos golpecitos en el hombro.
—Esa es la idea.
—Harry, vamos. Lo revisaste, y está limpio. Su madre incluso envió galletas.
—Tenían pasas. —gruñe.
—Sí, es una mala señal, pero ella hizo el esfuerzo —Winston le sacude el hombro. —Vamos, déjalo respirar al menos. No podemos cometer un asesinato cuando la prensa está aquí.
Harry no quería soltarlo, pero afloja su agarre sólo un poco.
Kenny traga aire.
—Confié en ti. Te creí. Y todo esto tiempo lo has estado aterrorizando, maldito enfermo.
Niega con la cabeza. —Yo no... n-no...
—Sí, me mentiste. Te atrapé.
—¿Qué mentira?
Winston mira hacia arriba cuando Linden comienza a guiar a algunos invitados vip temprano por la puerta trasera de la casa.
—Esperen. —su hermano se apresura a decir. —No estoy del todo listo todavía. Vamos, vamos a traer algunos bocadillos. Todos... —acorrala a Linden y a los demás de vuelta al interior.
—No te mentí. —los ojos de Kenny se llenan de lágrimas.
—Dijiste que no habías hablado con Becca sobre este evento. Eso es lo que me dijiste. Debería romperte el maldito cuello.
Parpadea, confusión en todo su rostro.
—Pero yo no lo hice. Ni siquiera he visto a Becca desde el último día del espectáculo.
Harry quería matarlo, pero se abstiene, porque por alguna razón quería creerle.
—¿Por qué Becca mentiría sobre eso, Kenny? Que mentira más estúpida.
—No es mentira, lo juro. Nunca hablé con ella. No sé qué está pasando, por favor no me mates. —está jadeando ahora, aunque el rizado no esté apretando sus vías respiratorias.
Romper su cuello o creerle.
Lo mira fijamente, sus manos ansiosas por crear violencia.
Pero no lo hacen.
—Mierda. —Harry se sienta y luego se pone de pie.
Kenny se escabulle hasta que choca contra la cabina de sonido.
—No me mates.
—Estás seguro. —entrecierra los ojos hacia él. —Por ahora.
El problema es que, si le creía, entonces Becca es la mentirosa. ¿Y por qué mentiría ella?
Se da la vuelta y camina hacia la casa, después mira hacia la ventana de su dormitorio. La luz está encendida y Becca está ahí arriba ahora maquillando a Louis.
A Harry se le erizan los pelos de punta y su instinto entra en acción.
¿Becca mintió? Ella tenía acceso al camerino de Louis, su paradero, su todo en todo momento.
—Por la grandísima mierda.
Becca.
El paso de Harry se convierte en un trote mientras corre por el pasillo y sube las escaleras de dos en dos.
Es ella; Harry no había verificado sus antecedentes con la suficiente profundidad porque pensó que era amiga de Louis, y además, lo poco que había obtenido de ella era muy poca fuente como para saber de quién se trataba.
Pero ella no era su amiga, y tampoco era Becca.
Harry irrumpe en su habitación.
—¡Davis!
Pero la habitación está vacía, el suelo mojado y Louis se ha ido.
—No, no, no. —se apresura a bajar las escaleras—. ¿Dónde diablos está la maquilladora? —grita hacia los guardias en el vestíbulo.
Uno señala la puerta de entrada.
—Ella se fue con una bolsa llena de vestidos.
—¿Una bolsa llena de vestidos? ¿Tú la dejaste ir? Si estás aquí cuando regrese, estás muerto. —se refiere a cada palabra mientras sale corriendo por la puerta principal.
Por suerte, distingue a Becca más adelante. Está cerrando el maletero de su coche de alquiler.
Antes de que pueda siquiera pensar en lo que está haciendo, Harry corre a toda velocidad hacia ella.
Becca saca un arma y dispara. Harry apenas siente un pinchazo en su brazo cuando la aborda, llevándola al camino de grava y sujetándola con su antebrazo contra su tráquea.
Ella grita, dejando de fingir: suelta otro grito más grave y la peluca se corre con el impacto.
—Davis. —presiona más fuerte su tráquea.
—Louis es mío, ¡mío! —levanta el arma al mismo tiempo que Harry levanta la suya—. ¡Lo mataré antes de dejarte tenerlo!
—Él nunca fue tuyo.
Y es entonces cuando el gatillo es apretado del arma de Harry.
O, muy probablemente, el gatillo había sido apretado del arma de Davis.