Canta mientras voltea torpemente los panqueques, y Winston mueve las caderas al ritmo de su canción mientras carga una sartén con tocino.
—Levantado tan temprano —Harry entra a la cocina y besa su cuello.
—Quería alimentar a los caballos para poder dar un agradable paseo hasta el viñedo lejano.
Llevan ahí cinco días maravillosos y todas las mañanas Harry se despierta con Louis. Él es como un sueño, su canción le atrae más y más, le encanta. Tal vez, o muy seguramente, se enamoró de aquel castaño de ojos azules brillantes.
Por primera vez en mucho tiempo, siente algo más que remordimiento, dolor o venganza. Esta vez ve su vida como algo de valor en lugar de simplemente arrepentimientos, y Louis hizo eso por él. Lo sacó de las profundidades de aquella ciudad y le mostró que tal vez es más que la suma de los errores.
—Esto se parece a un corazón.—Louis sostiene su sartén con un panqueque torcido adentro.
—Me parece bien —se desliza en su asiento en la isla. Linden levanta la vista de su teléfono celular—. ¿Tiene arándanos?
—Chispas —le responde a Harry y sirve el panqueque antes de hacer otro—. ¿Quieres este? —esta vez se dirige hacia Linden.
—Estoy cuidando mi figura —sacude la cabeza y toma un sorbo de café. —Hay un espectáculo de drag en el pueblo el próximo mes. Estoy tratando de ganar esta vez.
—Lo lograrás —Winston voltea el tocino —Tu rutina es perfecta.
—Lo es —coincide Louis. —Me encanta todo, y tus atuendos son de fuego. ¿Verdad, Hazz? —le pregunta alegremente.
—Oh, sí. Fuego. —asiente con la cabeza, aunque está seguro de que Linden no escucha sus consejos de estilo.
—Esta vieja reina está feliz de tener a alguien con un sentido de la moda más joven en esta casa.
—Soy joven. —protesta Winston.
—Sí, pero dije que alguien con sentido de la moda. —Linden sorbe su café mientras Winston y Louis se ríen.
Harry sonríe en su propio café.
¿Cuándo fue la última vez que fueron felices así? No había sido así desde antes de los incendios. Quizás no desde que su mamá y su papá estaban vivos. Pero, maldita sea, se sentía bien reír de nuevo, y se sentía aún mejor compartir esas risas con Louis.
—Está bien, este se parece más a Texas —el castaño levanta la sartén.
—Tendré a Texas, se ve bastante bien —Harry se inclina sobre el mostrador y le entrega su plato.
Una vez que todo está servido, desayunan todos juntos, hablando de sus planes para el día. El teléfono de Harry vibra y ya sabe que es Frankie.
—Disculpen un momento. —se para de la silla.
—¿Frankie? —Louis pone los ojos en blanco.
El rizado se inclina para darle un beso. —Saldré a preparar tu táctica en un minuto.
Louis le devuelve el beso. —Voy a comer tu tocino mientras no estés.
—Malvado. —le besa de nuevo, luego acepta la llamada y camina hacia la otra sala.