✨ "It's just a virus" they said IX ✨

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Capítulo IX

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°· Angela ·°

Escuchaba gritos desgarradores muy lejanamente, los cuales se volvían más claros, fuertes y sonoros a cada segundo que pasaba; me obligaba a espabilar pues intuía que algo malo estaba pasando en el mundo real. Abrí mis ojos de golpe mientras me sentaba en la cama, mareándome en el proceso, esperé unos segundos a que la vista se me normalizara y me calcé los tenis lo más rápido que pude, pues logré divisar por la ventana que se desataba un terrible caos. Jadeé al ver caminantes atacando a varios del campamento.

Salí velozmente del camper, intentando localizar alguna cara conocida cerca, pero era muy difícil hacerlo aún en la oscuridad. De pronto unas manos acompañadas de un fuerte gruñido proveniente de mi izquierda me hicieron reaccionar, esquivé el agarre del caminante, aunque por poco lograba aferrarse a mi cabello suelto, puesto que no había tenido tiempo de recogérmelo. Momentos después me vi rodeada por caminantes, volteaba a todos lados, buscando algún arma cercana; de pronto logré divisar una mochila con armas al pie del camper, aparté a dos caminantes que tenía frente a mí de una patada y corrí a la mochila. No quería agarrar una pistola, pues ya bastaba con el alboroto para llamar la atención de todos los caminantes de la zona.

Encontré mi hacha justo a tiempo para asestarle un tajo en medio del cráneo al caminante más cercano. Pero nada lejos del abatido, otro caminante se acercaba amenazadoramente a mí, comencé a desesperarme porque aún no había podido sacar el hacha del otro.

—Mierda —exclamé cuando se me abalanzaba encima, pero su cabeza reventó de un disparo, empapándome el rostro y el suéter de sangre. Elevé la mirada y exhalé aliviada al ver a Frank dispararle a los últimos dos cercanos. Luego se acercó a mí, me tendió su mano y me ayudó a levantarme. —Gracias —musité mientras asentía torpemente, él me devolvió el gesto y corrió a disparar a los caminantes que aparecían por lo profundo del bosque.

—Recógete el cabello antes de una cosa de esas te sorprenda por detrás —ordenó Andrew acercándose con un bate de béisbol ensangrentado, Ara se aferraba a su espalda y Matt sostenía una palanca de metal cubriendo a Ara por detrás. Me hice una coleta baja antes de sacar el hacha y continuar abatiendo a los demás caminantes junto con el resto del grupo.

No tenemos idea de cuánto tiempo pasó exactamente para que no dejáramos ni un solo caminante de pie, lo único que sabíamos era que amanecía cuando terminamos completamente exhaustos, agitados y llenos de sangre.

Yo me recargaba en mis rodillas mientras recuperaba el aliento, mirando estupefacta el tétrico panorama en el que se había convertido aquel campamento.

Varios lloraban a sus seres queridos fallecidos, mientras otros varios se aseguraban de que todos los cadáveres estuvieran inertes, les perforaban la cabeza con algún arma si era necesario, luego apilaban a los caminantes de un lado para incinerarlos, y apilaban a los fallecidos del grupo en otro lugar para darles su debido entierro.

Frank, Jackson y Norman eran los más empeñados en su tarea a pesar de lo exhaustos que estuvieran. Intercambié una mirada triste con Norman.

—¿Te encuentras bien? —me preguntó Matt en tono bajo mientras se ponía a mi costado, quien portaba un aspecto triste. Yo abrí mi boca para contestarle, pero sólo logré dejar escapar un suspiro, luego asentí levemente. —Ven, vamos a limpiarte —me agarró del brazo y tiró de él, dirigiéndome hacia un tronco donde se encontraba Andy arrullando a Ara tiernamente. Ellos ya estaban limpios, aunque aún no se cambiaban las prendas sucias.

Yo me sentía dentro de una burbuja, como si realmente no estuviera ahí; mi aspecto era confuso, pues estaba totalmente inexpresiva.

Matt me tomó de los hombros y me sentó con delicadeza, luego me sacó el suéter manchado de sangre, dejándome en una camiseta de algodón. Se sentó en un tronco frente a mí, agarró un trapo de un balde con agua, lo exprimió y se dispuso a limpiar mis manos, las cuales temblaban notablemente. Una vez terminó con mis manos enjuagó el trapo y comenzó con mi rostro. Aprovechamos para observarnos profundamente, escudriñando cada pequeña parte de nosotros. Matt poseía unos ojos muy expresivos, estaba salpicado de pecas por toda su nariz y pómulos, tenía una cicatriz en la frente del lado derecho, su nariz recta volvía sus rasgos ligeramente más duros, pero sus finos labios rosados le devolvían aquel toque juvenil y atractivo. Sonreí levemente al notar que se ruborizaba ante mi mirada, yo lo hice un tanto también.

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