✨ Goodbye, Past. Nice to meet you, Future I ✨

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Leilah's story part 2. (1st part: Just go and let it die).

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º· Milo ·º

Volamos durante un día y medio, me detuve en un bosque al suroeste del campamento, lo suficientemente alejado del mismo, tanto que una lechuza se perdería mucho antes de siquiera acercarse al lugar. ¿Por qué lo hice? Porque luego de aquella huída tan repentina y tremendamente dolorosa para Leilah, ella quedó devastada. Tiempo atrás la habían roto, muchas veces y cada una más fuerte que la otra, incluso sin siquiera haber sanado un poco, pero ninguna le había quitado su verdadero ser. Si algo, por más poco que fuera, quedaba de la verdadera Leilah, en ese momento se había esfumado por completo. Ella no era más que un cuerpo triste, vacío y roto.

La primer semana fue fatal, ella no quería comer ni beber nada, se la pasaba acostada en el suelo de la pequeña cueva, hecha un ovillo; de vez en cuando la encontraba mirando a la fogata mientras lágrimas se resbalaban por sus mejillas. Estaba terriblemente pálida, muy delgada y ojerosa. Realmente me quedé sorprendido al verla, y como buen compañero no podía dejarla así, por lo que decidí entrenarla a la manera en que se preparan a los dragones para las batallas. No me malinterpreten, por supuesto que ella no era un dragón, no tenía la capacidad de soportar el fuego ni los ataques con los dientes o garras afiladas que tenemos, obviamente tampoco la convertiría en uno, aunque no físicamente, sino mental y espiritualmente. Luego de esta etapa de entrenamiento, fortalecimiento y sanación, ella quedaría como nueva, su verdadero ser, la verdadera Leilah, al fin saldría a la luz permanentemente.

Así que a partir de la segunda semana empecé con enseñarle a sobrevivir, le enseñé todo como si fuera una principiante, lo cual a veces le enfadaba. Le fue difícil acostumbrarse, pues al salir tan apresurados del campamento no agarró nada más que su cuchillo, ni siquiera había agarrado su carcaj o arco, y para ella era como estar desarmada, pero era justo esa la manera en la que realmente aprendería a sobrevivir, porque gracias a todo el esfuerzo hecho, finalmente llegaría la fortaleza a su ser. Y así fue, pasaron alrededor de cuatro meses, ella era una verdadera experta en caza, defensa e incluso mejoró muchísimo en la magia. Su energía y aspecto era el de una princesa guerrera, porque, a pesar de que a simple vista parecía una presa fácil, y no me refiero a su físico, pues aunque era delgado se apreciaba muy bien lo tonificado y atlético, pero si alguien se atrevía a hacerle algo, ella era prácticamente un dragón, poderosa y muy letal. Así que decidimos comenzar una nueva aventura.

Antes de llegar a la segunda ciudad importante del sur, puesto que la primera era de donde ella venía, aunque no tenía planes de pasear por ahí, cazamos varios venados y un par de criaturas valiosas; todo ello para que al llegar al mercado, lo cambiaríamos por bolsas de oro y con eso comprar ropa, víveres y de ser posible algún arma. Cabe mencionar que su popularidad como princesa nos había ayudado a conseguir mucho más dinero de lo pensado al igual que víveres y armas de la mejor calidad, así que estuvimos hasta un par de horas después del anochecer en el mercado. Ella compró un precioso conjunto de caza, un par de cuchillos, una espada sencilla, un arco y un carcaj sencillo, y bastante comida. Intentó comprar una silla para montar, pero de ninguna manera le iba a permitir ponerme una cosa creada para los corceles. En fin, luego de ese súper equipamiento, pasamos dos días más y comenzamos el viaje de regreso al norte.

Desde nuestra posición hacia la capital más importante del norte nos llevaría alrededor de dos o tres meses de camino. Pero realmente hicimos un viaje de año y medio, ya que de vez en cuando nos desviábamos junto con algunos gremios, pasando de una aventura a otra. Durante todo este tiempo noté que Leilah se sentía tremendamente feliz, orgullosa y plena. Era muy emocionante para mí verla de esa manera, aunque había algo que me decía que ella debía encontrar a su amor verdadero, alguien que la complementaría tanto que brillaría aún más; sé que suena muy de cuentos de hadas, pero todos sabemos que tarde o temprano lo encontramos y que cuando llega, ayuda a que nuestros momentos en la Tierra se vuelvan mucho más felices. Obviamente, le dije a Leilah lo que se me había venido a la mente, pero ella simplemente me contestó que no necesitaba nada de eso y evadió el tema muy rápidamente, así comprendí que por alguna razón ella no quería hablar de eso. Pero en nuestra penúltima parada para llegar a la capital del norte una elfa vidente le aclaró un poco las cosas que le venían por delante.

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