6. Té negro

61 9 14
                                    

El día era nublado, apenas se sentía la brisa matinal de cada mañana pero esta decía ser una extraña excepción. La chica de cabello t/c caminaba rumbo al establo, deseaba poder cabalgar un poco después de habe tenido su cotidiana serie de entrenamientos con la rubia Petra.

Algunas gotas caían sobre sus hombros, reflexionaba el tiempo que había pasado desde que ingresó a la Legión de Reconocimiento, cómo perdió a personas pero que también ganó de nuevo a alguien, y eso lo agradecía profundamente. Miro a su caballo mientras le daba de comer algunos terrones de azúcar, le gustaba poder hacer feliz al menos a alguien.

Ni siquiera recordaba el porqué de su pelea, desde aquella escena donde tropezaron en su oficina las cosas se habían vuelto tensas desde entonces.

Aún sentía la respiración sobre ella, los labios del azabache se entreabieron y cerró sus ojos mientras acercaba su rostro hacia ella. No sabía si corresponder, había sido tan repentino todo que cuando menos se dio cuenta estaban a milímetros de sellar sus labios en un beso.

¡Enano! abrió sin pudor la puerta la castaña acompañada de Moblit, los dos agachados se separaron al instante oyendo un gruñido por parte del azabache—. ¡Caray! Lamento haber interrumpido pero quería decirles que Erwin nos espera dentro de unos minutos.

Sin más qué decir, cerró la puerta sin poder dejar decir algo, ambos se miraron y el primero en romper la tensión fue ella levantándose y brindando la mano al azabache quien no dudó de tomarla para luego salir de la habitación sin dejarlo emitir ni una palabra.

De solo recordarlo se sonrojaba a más no poder, le asombraba la idea de que iba a dejarse besar por el hombre que antes quería como a un hermano. Las gotas se intensificaron y ella bajó de su caballo, no quería que este estuviera débil para cuando hubiera una expedición. Hasta ahora era su mejor amigo.

Acicalaba a su caballo cuando sintió algo sobre sus hombros, era el saco del azabache—. No deberías estar aquí, tomarás un resfriado —su voz se colo detrás de ella.

La ayudó a resguardar su corcel y finalmente se dirigieron a su oficina. Ambos tomaron asiento en sus respectivos lugares y comenzaron de nuevo con sus papeleos, no se dirigían la palabra pero alzaban su vista cuando el otro estaba desprevenido.

—Gracias, la lavaré para que no esté sucia —fue lo único que se le ocurrió decir a ella.

—Como sea —contestó tajante dirigiendo su mirada a ella.

Ambos conectaron sus miradas y en ese momento se perdonaron, ella tomó una de sus manos y la dirigió a su boca dejando un beso corto. Tras unos segundos en esa posición se reincorporaron.

—Levi, sé que nos conocemos de hace mucho tiempo pero no nos conocemos a profundidad, solo éramos unos niños que sobrevivían en la ciudad subterránea, creo que estoy lista para poder decirte lo que recuerdo de todo el infierno que he vivido, si es lo que tú quieres.

Los ojos del azabache se abrieron de par en par, estaba sorprendido y a la vez agradecido por la muestra de confianza y cariño que le dedicaba ahora aquella chica. Había esperado por ese momento y el también se abriría a ella de corazón.

Tu Nombre (Levi×Reader)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora