cinco.

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elia zapata.

tener que recurrir a una persona con la que hace mucho no conversaba no era mi cosa favorita, principalmente porque me alejé sin mucha explicación y seguramente quedé como la peor ante él. Aún así no me disgustaba del todo tener que volver a verme con el joven posada, quizá era hora de tomarse un tinto entre panitas.

después de tanta insistencia departe de mis amigas lo llamé, me sorprendió que atendiera tan rápido la llamada, se me olvidaba que él era el sujeto más responsable que he conocido. Logré cuadrar un lugar para vernos y por petición de mi parte quedamos en que iría a su departamento.

decidí ir caminando porque quería bajar los nervios que me estaban empezando a golpear de a poco, mientras seguía caminando saqué mi teléfono rogándole al cielo que nadie me lo sacara de las manos y puse "never be alone" de shawn mendes. Debido a mi incapacidad de hacer dos cosas a la vez, choqué contra un sujeto pero para suerte de ambos ninguno cayó.

— uy discúlpame ¿estás bien? —preguntó el tipo mientras me veía y acomodaba sus gafas.

—todo bien, perdón. —él asintió, movió su mano de lado en forma de despedida y siguió con su camino al igual que yo.

a veces detestaba lo transitada que era esta ciudad, los autos iban y venían todo el tiempo a grandes velocidades sin pudor alguno o sin miedo a estamparse contra el otro. También las personas —que como yo hace un rato— caminan viendo a sus teléfonos sin fijarse quién les pasa al lado, pero bueno así es la linda tabogo. Tabogo querida que ha sabido acunarme sin reclamo alguno.

llegué al edificio y entré, saludé al portero y le informé el porqué de mi presencia. llamó al departamento indicado, seguido de eso me comentó que ya podía subir. Caminé hasta el ascensor y luego de presionar el enorme botón con el número cinco empezó a subir, pasé las palmas de mis manos por el pantalón para limpiar el sudor que estaban emanando por los nervios.

las caja metálica se detuvo y las puertas se abrieron para dejarme salir, tomé aire y caminé hasta la puerta del apartamento. Toqué con cuidado de no sonar muy brusca y después de un "voy" la puerta se abrió y detrás apareció aleho.

—¿cómo estás? —preguntó alegre cuando me vio, me acerqué para darle un abrazo.

—bien —contesté mientras nos soltábamos— ¿tú? —él se hizo a un lado para dejarme pasar e hizo una seña para que me sentara en el sofá. Unas garritas sonaban contra el suelo y pude ver a simba mover su cola de lado mientras me veía, acaricié la cabeza del retriever.

—me alegro que estés bien, de verdad —dijo con una sonrisa—yo estoy bien por suerte. Pero bueno eli, no le demos más largas a este tema venga y me cuenta que pasó. —decía mientras se sentaba en el sofá. Me senté a su lado y lo miré.

—hace unos días fui al bar con las niñas, estábamos debatiendo un tema y dejé la libreta sobre la mesa. Al final cuando íbamos en el taxi me di cuenta que la dejé sobre la barra y cuando fui por ella Agustín me comentó que se la robaron. —expliqué mientras él asentía.

—¿la libreta que te regalé? —preguntó, y con total pena moví mi cabeza de arriba hacia abajo.— ¿pero cómo que la robaron, nadie la guardó?

—se supone que agustín lo hizo, pero estuvo algunos días con incapacidad. Su compañero le dijo que algún imbécil le dijo que era de él y se la llevó ¡se llevó mi libreta, con mis composiciones! 

—ok entiendo el tema pero ¿qué tengo que ver en toda esta vuelta? —preguntó, desde ahí supe que era más que obvio que él no tenía mi cuaderno.

—las niñas creían que quizá tú habías ido al bar, la reconociste y... 

—¿y que yo la tenía? —continuó la frase— ay elia, me encantaría decirte que en esta ocasión yo también te salvé pero no es así. Me duele que hayas perdido la libreta porque más allá de que yo te la regalé, estoy seguro que ya tenías grandes canciones escritas.

—si tan solo no hubiesen tocado el tema yo no hubiese dejado la libreta sola. —le reproché al aire, porque aleho no tenía la culpa de nada.

—¿qué tema? ¿te andas ocultando de alguien más? —preguntó con preocupación y yo negué— ¿entonces?

—no me ando ocultando de nada malo —aclaré para calmarlo— solo que unos días antes de perder mi libreta, fui al bar y conocí a un sujeto y todo estaba bien hasta que me comentó que tenía una banda. —él me miró juntando sus cejas— y a qué no adivinas qué banda es. —dije irónica y él río.

—¿esto es un chiste, no? —decía mientras reía— ¿morat? —asentí— elia, sé que te da miedo exponerte a las demás personas pero no puedes huir de la gente y esconderte toda la vida. No quiero que pienses que te estoy presionando o algo similar, pero me gustaría verte viendo la vida y no siendo tu propia prisionera. 

—¡es complicado alejandro! lo sabes, no tengo que ponerte en contexto porque de todas las personas que hay en bogotá tú eres el único que conoce la historia en su totalidad. ¡Ni siquiera génesis y michelle conocen toda la versión, no es sencillo! —contesté enojada.

—no es fácil pero no puedes ir desapareciendo de la vida de los demás ¡ni siquiera supe en qué momento creíste que era buena idea dejar de tener contacto conmigo! No mides la preocupación con la que me dejaste y el miedo que sentí. —me reclamó.

—¿miedo de qué aleho? no seas tan dramático. —le respondí mientras me ponía de pie.

¡de tener que salvarte la vida otra vez! 

composiciones perdidas ; juan pablo villamil.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora