siete.

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elia zapata.

había corrido como hace mucho no lo hacía, la última vez que corrí tanto fue en aquel día... El día que Aleho me salvó la vida, mismo día que trato de recordar lo menos posible aunque casi siempre sueño con ese evento tan aparatoso.

decidí que lo mejor era regresar a mi casa, así evitaría un encuentro no deseado y podría descansar porque sinceramente lo necesitaba.

mi intención era ir al bar para poder hablar con agustín y poder contarle sobre el vacío que siento al no tener mi libreta, pero esto se vio interrumpido gracias al señor cantante que decidió regresar.

mi cuaderno de composición era de los regalos más especiales que me han hecho, el haberla perdido me dolía por varias razones. La principal, porque llevaba poco más siete meses de trabajo serio y dedicado; la segunda porque era un regalo de Alejandro y él se había convertido casi que un ángel para mí.

el camino a casa fue más extenso de lo habitual, porque iba caminando y me dolían los pies. Dudo que exista alguien con peor condición física que la mía.

entré al edificio y fui directamente al elevador para que me lleve a mi piso, las puertas se abrieron para recibirme y luego de marcar mi número de piso la caja empezó a ascender. No tardó mucho para que se volviera abrir y me dejara en mi lugar.

caminé hasta mi puerta y entré, dejé las llaves en mi lugar de siempre y corrí hasta el sofá para poder tirarme sobre él y descansar. Estando acostada noté que estaba más cansada de lo que creía, mis ojos se iban cerrando y el descanso estaba por llegar.






"—¡elia te he dicho que vengas en este mismo instante! —gritó, no presté atención a sus palabras porque desde hace un tiempo todo lo que decía en mi dirección dolía.

entré en la habitación y cerré con seguro para que no entrara. Busqué un bolso y tomé el primero que me apareció, empaqué lo que consideraba necesario.

un nudo se formaba en mi estómago, las manos me sudaban y mi garganta se cerraba porque ya no soportaba mis ganas de llorar. Mientras doblaba ropa y guardaba mis cosas personales dejé que algunas lágrimas salieran, porque sino lo permitía iba a explotar.

cuando consideré que tenía mi "maleta" en orden me esperé hasta que se acostara a dormir. Me quedé varias horas sentadas en la puerta, cuando todo se quedó en absoluto silencio supe que era mi momento de escapar.

tomé mi bolso y caminé con cautela hasta la puerta principal de mi casa, con el alma en un hilo abrí y cerré sin hacer un solo ruido. Mis dos pies ya estaban afuera, y cuando avancé unos cuatro pasos escuché una voz.

—elia ¿eres tú? —empecé a correr con todas mis fuerzas, era probable que sí caía me iba a llevar un fuerte golpe. Corrí tanto que no supe en qué dirección iba, pero al menos me bastó para que no me viera."

—eli, eli. —abrí mis ojos de golpe, mis dos amigas estaban viéndome con genuina preocupación en sus rostros.

—¿estás bien? estás sudada —decía génesis mientas tocaba mi frente— elia, estás bien. Nadie te está buscando. —tomó mi mano y dio un leve apretón.

—gracias, ya estoy bien solo es un sueño y ya. —contesté. Sonaba como si quisiera tranquilizarlas pero en realidad a quién quería calmar era a mí.

— ¿segura? —cuestionó michelle y yo asentí— haré como que te creo. Pero mira, te compramos algo. —dijo extendiendo una bolsa. Junté mis cejas y tomé la bolsa, la abrí con cuidado y los ojos se me aguaron cuando vi el contenido.— sabemos que no es la libreta que te obsequió aleho, y que no tiene todas tus letras pero no queremos que dejes de componer.

me levanté de mi lugar y le un abrazo a ambas, desde hace un tiempo que ellas eran mi hogar y les agradecía con el alma tenerlas en mi vida.

—está hermosa niñas —dije viendo el cuaderno— muchas gracias, de verdad. —ambas sonrieron.

—también trajimos empanadas, vente para la cocina que vamos a comer. —decía génesis mientras caminaba. Seguí los pasos de mi amiga y me senté en uno de los bancos del desayunador y tomé mi teléfono para ingresar a instagram, me fui directamente a la lupita y escribí "morat."

ingresé al perfil verificado y husmeé un poco en la cuenta hasta llegar al perfil del integrante con quién había tenido contacto, me enteré que se llamaba juan pablo villamil y según su feed no era un sujeto muy activo ni tampoco exponía mucho de su cuenta. Me quedé observando el botón que decía "seguir" quizá alejandro tenía razón y yo debía dejar de huir de la gente.

—elia acá está la tuya —decía michelle mientras me extendía el plato, la voz de mi amiga me trajo a la realidad. Tomé el plato con una mano para dejarlo en la mesa y finalmente me salí del perfil sin darle follow.

no creo que sea lo mejor, quizá no por ahora...

composiciones perdidas ; juan pablo villamil.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora