once.

277 21 8
                                    

elia zapata.

caminaba hasta la puerta del edificio para salir y esperar afuera, no tenía nada que hacer acá dentro. Aún así mi acción se interrumpió cuando la voz de Alejandro sonó a mis espaldas.

—¿a dónde vas? —me preguntó, me giré para verlo. Lo conocía, en su rostro tranquilo se podía ver que estaba un poco molesto.

— afuera, voy a esperar a tu amigo ahí. —contesté mientras ponía mi mano en la puerta, negó con la cabeza.

—ve a mi oficina y espérame ahí, antes de que te vayas con juan pablo tengo que hablar contigo.

—alejandro no hace falta, puedo esperar afuera. —contesté y él negó nuevamente.

—chiara esperame en mi oficina. —reiteró, no quise llevarle la contraria porque tampoco tenía cara para hacerlo.

caminé hasta la oficina que me indicó la recepcionista y cuando estuve adentro me senté en la silla giratoria. Saqué mi teléfono y revisé mis redes sociales en lo que esperaba que el tiempo pasara. No estaba segura de qué tan cómoda me sentía al tener el conocimiento de que él sabe mi nombre.

en algún momento tenía que pasar, si quiero ser una compositora exitosa parte de ello es que el público me conozca. En estos momentos deseaba ser dueña de un nombre común y no de uno poco usual, no es que me creyera única en el mundo pero estaba segura de que en Colombia no deben haber muchas elias zapata.

no supe en qué momento pasaron los quince minutos pero ahora mismo aleho estaba entrado en la oficina. Me levanté del asiento para moverme a la silla que está frente al escritorio y mi amigo se sentó en la silla giratoria.

seguía sin verse contento.

—¿me puedes explicar que fue todo eso? me dices que no quieres que nadie sepa de ti, luego apareces acá, te encuentro armando un escándalo y discutiendo con villamil. No te entiendo Chiara. —me regaña mientras miro mis zapatos, no me gustaba verlo cuando estaba molesto.

—no me digas chiara alejandro, sabes que no me gusta porque me hace sentir regañada —le dije— En mi defensa tu amigo robó mi libreta y yo vine a reclamar mi trabajo.

—¿irás alguna parte con juan pablo? —preguntó.

—un café seguramente.

—te estás cuidando hace mucho como para que te vayas a exponerme así. —comentó.

—¿no eras tú quién hace unos días me decía que debía seguir con mi vida de forma normal? salgo todos los días alejandro ¿por qué hoy sería distinto?

—porque no estás saliendo sola, estás saliendo con un músico reconocido. Cuídate es lo único que te digo, cuidate de que te vean y cuidate de villamil. —me aconsejó.

—¿es un mal tipo? —pregunté y mi amigo negó.

—es de las mejores personas que conozco, pero siento que entre ustedes dos puede haber algo y te conozco, sé que no te gusta nada que tenga que ver con ese tema. Cuidate, cuando estés en tu departamento me avisas. —le di un abrazo y caminé hasta la puerta.

—no te preocupes alejandro, yo lo sabré manejar. —sonrío y cerré la puerta a mis espaldas. Caminé hasta la recepción y en el sofá estaban los cuatro sentados.

—oye, de verdad perdónanos —habló el de cabello largo apenas me vio— está super mal que hayamos hecho eso, pero te prometemos que te daremos los créditos necesarios. —sonreí.

—yo tengo que hablar con tu amigo, llegaremos a un acuerdo y luego él se los hará saber. Pero tengan cuidando con seguir obedeciendo lo que este tipo les diga. —mi contrario sonrío y asintió.

—tienes talento —añadió el más alto— leí muy por encima y muy rápido pero vi muchas frases que me gustaron. Espero llegues a un buen acuerdo con villamil. —dijo palmeando el hombro del mencionado.

villamil se levantó de su lugar y me despedí de los otros tres moviendo mi mano, salimos del edificio y cuando el frío nos golpeó nos miramos.

—¿un café? —preguntó y yo asentí— hay uno bueno por acá cerca, yo invito. —caminamos hasta el local que estaba realmente cerca, lo agradecí porque no sabía cuánto mas soportaría este silencio que me pesaba tanto.

entramos al lugar y caminamos hasta la mesa más escondida, esto por petición mía no quería que mucha gente nos viera, aleho tenía razón; era una imagen pública.

—te hablaré directamente porque puedo percibir que no eres una persona que no anda con rodeos. Primero debo pedirte una disculpa sincera, no estuvo bien hacer eso pero sino fuese por eso no estaríamos aquí hablando. Así que por una parte mi idea funcionó. —explicó, alcé mi ceja.

—¿tu idea?

—quería verte otra vez, quería saber si hice algo mal porque huías de mi y me tenía intranquilo pensar que tal vez me equivoqué en algo. Por otro lado, no salías de mi cabeza y yo no sabía que más hacer para poder contactar contigo, soy compositor así que el único mensaje que podía darte era por medio de una canción. Tú sabes de eso —explayó— la canción que escuchaste donde está tu frase, la escribí con la intención de que llegara a ti.

—pues te salió muy bien tu jugada —respondí— no sé cómo responder a lo de la canción, generalmente soy yo quién escribe canciones pensando en otras personas. —dije con un poco de pena, villamil río bajito. —quise responderle algo pero un rostro familiar llamó mi atención.

me encantaría decir que era el rostro de génesis, de michelle o de alejandro. Pero no era así, era el rostro de alguien de mi familia, sentí que el alma salió de mi cuerpo y que mis piernas estaban ignorando mis mensajes.

—¿estás bien? te ves pálida. —dijo tomando mi mano— elia. —me llamó nuevamente.— ¿necesitas salir de aquí? —asentí, me levanté de mi lugar con cuidado. Cuando él se adelantó lo jalé del brazo.

—espérate, necesito salir sin que la señora que está en la caja me vea —pedí, accedió sin cuestionar nada. Me aferré a su brazo para cubrirme y porque sentía que mis piernas temblaban.

la señora de la caja nos observó y cuándo estábamos en la puerta habló.

—¿elia? —la voz femenina erizó mi piel, apreté el brazo de mi acompañante y caminamos con mayor velocidad hasta estar lejos del local. Llegamos a una de las bancas y me senté, sentía que las manos me sudaban y tenía la sensación de que el pecho se cerraba.

—mírame, elia mírame —habló mientras tomaba mis manos— estás bien ¿si? yo estoy aquí, y me encargaré de que estés bien. Siempre que yo esté cerca me encargaré de ello. —asentí, luego de unos minutos y con ayuda de juan pablo logré controlar un poco mi respiración.— puedes ir al departamento, en lo que logras tranquilizarte y contacto alguna de tus amigas.

nos levantamos y esta vez tomó mi mano con fuerza, por  primera vez en mucho tiempo me sentí protegida.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jul 27, 2021 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

composiciones perdidas ; juan pablo villamil.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora