diez.

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elia zapata.

el reloj de mi teléfono marcaba las siete treinta de la mañana, el frío de la ciudad me hacía replantearme si realmente había valido la pena salir de casa tan temprano pero tenía que hacerlo, necesitaba recuperar mi libreta y reclamar mis derechos de autor. Si bien era cierto que no habían utilizado una canción completa el hecho de que esto haya ocurrido sin mi autorización me ofendía bastante.

tomé un taxi hasta la radio, le brindé la dirección al uber y emprendió rumbo hasta el edificio. Tenía la fe de que no haya gente esperando por ellos a las afueras de la radio porque sino esto complicaría bastante las cosas, estaba molesta pero no pensaba montar una escena en la mitad de la calle eso me afectaría a mí y a la imagen de ellos. No buscaba eso.

el vehículo me dejó unos metros antes del edificio y luego de pagar mi viaje me bajé del auto, caminaba hasta el lugar que estaba a unos veinte pasos de mi posición actual. Según la información que ellos brindaron en sus redes sociales la entrevista comenzaba a las ocho treinta y el reloj recién marcaba las siete y cuarenta de la mañana.

estando frente a las puertas de la gigantesca infraestructura entré, y caminé hasta donde estaba la señorita de la recepción yo ya traía una excusa bajo la manga para poder esperar acá en lo que la famosa banda llegaba. 

— buenos días —saludé a la mujer— verás, yo estudio comunicación en la universidad de los andes y me encuentro en vísperas de realizar mi práctica de pasante, me gustaría poder hablar con quién maneja estos temas para poder conocer si me tengo la oportunidad o no. 

—ahorita mismo el señor se encuentra ocupado, pero si gustas y tienes el tiempo puedes esperar acá eso sí, te podría atender hasta las nueve —asentí con una sonrisa y me regresó el gesto— perfecto, puedes esperar en el sillón de allá. —caminé hasta el punto indicado y me quedé ahí mientras miraba hacia la puerta.

los minutos pasaban con una lentitud desesperante, no sabía si era eso o que ellos venían tarde pero no se veía ni la sombra de alguno. Mantuve mi espera mientras revisaba mi inicio de instagram y contestaba algunos mensajes que tenía pendientes por ahí, cosas sin mucha importancia.

la puerta del edificio se abrió y el primero en entrar fue un tipo con el cabello atado, seguido de él uno de gafas, detrás uno con sombrero y por último mi estimado juan pablo villamil. La señorita de la recepción les indicó el pasillo donde deberían aguardar y luego de darle las gracias se movilizaron hasta allá.

me levanté de mi lugar y caminé hasta el pasillo que mencionó la mujer de recepción, los cinco sujetos estaban frente a una puerta mientras esperaban ahí y reían tranquilos. Me enojaba un poco verlos tan tranquilos sin pesar por haber robado algo de la autoría de alguien más. 

caminé en dirección con el sujeto que me interesaba y tomé su brazo para llamar su atención, tampoco iba a gritarle de primeras porque necesitaba mantener la calma lo más que pudiera. Iba a decir algo pero me vi seriamente interrumpida por él.

—¿elia? —dijo sorprendido, pero más sorprendida quedé yo al escucharlo mencionar mi nombre— ¿eres elia, no? —los tipos detrás de él detuvieron su conversación y me miraron con atención y con un poco de sorpresa en sus rostros.

—¿qué? ¿cómo te sabes mi nombre? —lo solté del brazo y me hice un paso hacia atrás porque me parecía que estábamos demasiado cerca.

—se te cayó la cadena cuando saliste corriendo, tenía grabado un nombre y supuse que era el tuyo. no me equivoqué por lo visto. —contestó, miré a los otros sujetos y ellos movieron su vista hacia otra parte.

—villamil ¿es la niña de la libreta? —preguntó el muchacho del sombrero, alcé mis cejas y moví mi vista de él para mirar a villamil. El anteriormente mencionado se giró para ver a quién había hablado.

—¡te robaste mi libreta! —dije y le di un empujó— ¡no y no solo eso, te robaste mi estrofa! —le reclamé— ni siquiera les da un gramo de pesar el usar las composiciones de alguien más para sacar una canción. Son unos sin vergüen... 

—¿elia? —una voz a mis espaldas me interrumpió, me quedé en silencio porque esa voz yo la conocía— elia ¿qué haces aquí y que está pasando? —me giré para confirmar que evidentemente, era alejandro.— ¿por qué les ibas a llamar así?

—porque ellos —los señalé— se robaron mi estrofa y la libreta. —contesté, mi amigo alzó su vista para ver a los acusados.

—en nuestra defensa, nosotros —decía el de gafas mientras señalaba al del sombrero y cabello largo— nunca estuvimos de acuerdo con que él hiciera eso, así que los reclamos deben ser directamente con mi perro villamil. 

—ay claro, tan en desacuerdo que lanzaron la canción —dije con ironía— ese cuento a mi no me lo vengas a vender que yo no compro cualquier excusa. 

—¿le robaron las composiciones a elia? —cuestionó aleho.

—no es tema tuyo alejandro, gracias. —dije mientras lo hacía a un lado— necesito mi libreta de regreso y espero que no hayan escrito más canciones con mis letras, por favor se la entregas a alejandro. —le pedí al ojiverde, me di la vuelta para irme de ahí y detener el pequeño escándalo que se estaba armando.

—espera —me agarró del brazo y lo miré— déjame hablar contigo. —pidió.

—un minuto, te doy un minuto porque sinceramente no tengo muchas ganas de verte.

—después de la entrevista, van a ser quince minutos ¿te parece justo el cambio de quince minutos de fama por uno tuyo? —asentí y me solté de su agarre.

—te espero afuera y trae contigo una razón válida.

composiciones perdidas ; juan pablo villamil.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora