nueve.

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elia zapata.

el olor a café inundaba el departamento de mi amigo, mientras movía el líquido caliente Aleho desde una de las sillas de la isla de la cocina me miraba con cierta preocupación.

—¿estás bien? —me preguntó cuando dejé la taza frente a él, ambos nos miramos y mordí el interior de mi mejilla.

— sinceramente no lo sé, nunca puedo estar bien del todo porque siempre pasa algo que me roba la paz. —me sinceré, caminé hasta la mesa para prepararme un café. Alejandro colocó sus manos a los lados de mis hombros y me guio hasta uno de los bancos de la isla para que me siente ahí.

—siéntate, yo prepararé tu café —decía mientras vertía el líquido en la taza— aún recuerdo cómo te gusta así que puedes estar tranquila en eso —reí por su comentario— ¿estás segura que dónde estás, estás bien? 

—las niñas son unos soles, no podría estar mejor —le respondí, él dejó el recipiente frente a mí—aunque... a veces me siento culpable por no contarles la versión completa de los hechos y del porqué siempre vivo con intranquilidad. 

—si no quieres contarles no tienes que hacerlo eli, ellas entenderán sea cuando sea que les cuentes tu historia. Tampoco es necesario que lo hagas, podrías dedicarte a escribir una nueva y buscar lo que quieres. 

—eso estaba haciendo, hasta que perdí mi libreta. Quería contactar a algún artista y ofrecerle mis composiciones, obviamente venderlas porque no ha sido trabajo fácil pero parece que el destino de verdad no me quiere ver avanzar. —contesté, mi amigo me miró. 

—elia te quiero ayudar, no me crees pero me preocupa no saber nada de ti porque no es lindo vivir con el miedo de que un día tenga que correr a salvarte la vida otra vez. Déjate ayudar por favor, sabes que cuentas conmigo y con sofía. —no me gustaba hablar de este tema con él porque me volvía vulnerable y no quería que me viera así, no de nuevo.

—alejandro estoy bien, de verdad.—dije y él soltó un suspiro.

—entonces permítenos el retomar nuestra amistad, si es que de verdad estás bien volvamos a nuestra amistad. No me alejes más porque eres muy importante para mí y solo quiero ayudarte porque te quiero Elia. —detestaba el ser tan sensible, pero si había una persona que me había visto estando verdaderamente mal esa persona era; alejandro posada. 

me quedé en silencio mirando hacia el suelo porque era probable que si hablaba se vendría el llanto, para mi suerte —o desgracia— la persona frente a mí me conocía mejor que nadie, me abrazó y me permití llorar un poco y digo un poco porque si lloraba todo lo que tenía acumulado jamás acabaría. Nos quedamos aferrados al otro un rato y cuando nos separamos ambos sonreímos.

—escúchame —decía mientras limpiaba mis lágrimas— estarás bien ¿vale? —asentí.

continuamos conversando pero cambiado completamente de tema, eso fue así hasta que llegó la hora de irme, aleho tenía algunos pendientes y yo no quería ser motivo de atrasos. Aprovechó que iban a salir y me dejó frente a mi edificio, luego iría por su novia y seguiría con sus pendientes.

—eli —me llamó antes de que me bajara del vehículo— confía en mí ¿si? te aseguro que yo seguiré velando por tu bienestar. —le di un abrazo y salí del auto.

caminé hasta adentrarme al edificio, subí por las gradas debido a que el ascensor estaba ocupado y quizá un poco de ejercicio no estaba mal. Cuando llegué a mi piso caminé hasta mi puerta y abrí con la llave.

entré en mi departamento, sonaba alguna canción y si el oído no me falla provenía de la sala. Caminé hasta la sala y vi a mis amigas tiradas en el sofá, michelle acostada viendo la televisión y génesis sentada en el suelo y con la computadora en la mesa del medio.

—¿que están haciendo? —pregunté mientras me sacaba las botas.

—estamos viendo el canal de música. —contestó génesis. Asentí ante la respuesta brindada y fui a mi habitación para dejar mis zapatos ahí y cambiarme la ropa a algo más cómodo.

la ciudad estaba fría, no es algo nuevo que en Bogotá esté el clima así pero prefería eso antes del calor. Salí de mi habitación para regresar a la sala.

mis amigas estaban escuchando música desde la pantalla y me quedé helada cuando vi que el cantante del que yo estaba huyendo salía en el vídeo musical.

—quiero su ella sepa que me enamoré. Que está escuchándome, y le lleguen por la radio mis besos al aire. —me quedé aún más helada cuando lo escuché cantar esa última estrofa.

—¡oh gran hijueputa! —exclamé molesta, mis dos amigas se giraron para verme.— ¡se robó mi estrofa!

—¿de qué hablas eli? —preguntaba michelle mientras sentaba en el sofá.

—ese —señalé la pantalla— ese es el cantante del que les contó Agustín la otra vez ¡y esa estrofa de la canción es mía!

—¿estás segura de lo que estás diciendo? pudo ser una coincidencia. —decía génesis mientras trataba de calmarme.

—¡no gen, es la mía! —estaba exasperada. Tomé mi teléfono para buscar el instagram de la banda, necesitaba hablar con él ahora mismo para reclamar mis derechos de autor porque no dudaba en que seguramente él fue quién robó mi libreta.

entré a la cuenta de la banda y lo primero que hice fue ver las historias para ver si conseguía enterarme de su ubicación o ver si al menos estaban en el país.

"—¡Hola, hola! ¿cómo van? Bueno era para comentarles que mañana estaremos en una radio de acá de la ciudad para que estén pendientes. En la siguiente historia les dejaremos la información." —quién había grabado la historia había sido un chico de gafas, son una banda así que donde este uno estará el otro.

en la historia siguiente a esa aparecía el nombre de la radio y para suerte mía estaba medianamente, vivir en el centro de la ciudad tenía sus ventajas.

—mañana iré a esa radio y lo voy a buscar.

—no se supone que no quieres ser vista por él ¿y ahora lo vas a buscar? —cuestionó michelle.

—sí pero necesito reclamar mi trabajo, así haya sido una sola estrofa es mi trabajo y seguramente tiene mi libreta. Eso es robo. —contesté.

mañana le caerían mil tormentas a juan pablo villamil.

composiciones perdidas ; juan pablo villamil.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora