Linares caminaba con algo de arrepentimiento, algo molestándolo como una piedra en el zapato, estaba anocheciendo y procedió a apresurar el paso, apenas hacia unos minutos Mariel lo había confundido con Sombra Roja; un criminal << ¿Cómo pudo pensar eso de mí?>> resonaba en su cabeza, causándole tristeza <<Quizá no debí de contestarle tan feo, ignorarla así...>> le causaba el arrepentimiento, sin embargo llegó a su casa y durmió como un bebe, estaba cansado como siempre.
La mañana siguiente había despertado muy temprano como diario, se dispuso a ir a trabajar pero no podía despejar su mente, no podía parar de pensar en la princesa, ¿Qué era aquello? nunca se había sentido así.
Aunque estaba haciendo un trabajo respetable como mesero, su mente seguía perdida en otro lugar, nunca se había sentido de esa manera, << ¿Por qué?>> se pregunto <<He podido ser mucho más frio y decir cosas mucho más feas, lo que es más le he dicho verdades horribles antes a Mariel, y mucho más enojado, ¿Por qué me duele esta vez?>>
Por fin acabo su turno en el trabajo, le había parecido especialmente agobiante ese día… este día ella no había llegado a visitarlo, lo había hecho continuamente por semanas, Silba empezó a sentirse mal, muy mal << ¿Se habrá enojado conmigo? Ya no me quiere hablar>> Linares era un muchacho fuerte, se había hecho así a base de cargar muchas responsabilidades, rara vez consideraba la probabilidad de llorar por algo, y esta noche recargado tristemente en aquella pared, estaba considerando la idea de llorar por Mariel. Repentinamente la respuesta a todas sus preguntas golpeo su mente.
<<Estoy enamorado de ella. La amó>> concluyo con entusiasmo e inmediatamente después hizo lo que siempre hacia cuando quería decir algo: Hacerlo.
Corrió a toda prisa hacia el castillo de Mariel, la había escoltado a casa en varias ocasiones, se desplazaba a paso acelerado, como si no hubiera otro momento para decir lo que quería decir.
Tocó fuertemente la enorme puerta del castillo, estaba anocheciendo de nuevo, el crepúsculo hacia que la edificación se viera imponente, el pequeño muchacho en harapos se veía a sí mismo como si estuviera fuera de lugar, pero no habría fuerza en el mundo que pudiera detenerlo, se aseguro a si mismo.
<<Qué se mueran todos, malditos ricos elitistas, no querrán abrirme>> estaba sumergido en sus maldiciones cuando la mano blanca pequeña y delicada de una chica abrió la puerta.
— ¿Mariel? — preguntó emocionado. El corazón le palpitaba violentamente.
Isabel abrió la puerta por completo, desilusionando a Silba.
—Oh, lo siento te confundí con otra persona.
— Tú debes ser aquel chico… — divago Isabel, en su vestido de sirvienta, tenía los cabellos castaños enmarañados sin peinar y se le veía la preocupación en el rostro
— ¿Cuál chico? Busco a Mariel ¿Puedes llamarla?
— No, no puedo — la muchacha contesto tristemente
— ¿Qué? ¿¡Por qué no!? — él comenzó a enojarse.
— Porque la princesa ya no vive en este castillo
— ¿Cuándo paso? ¿Cómo? ¿Dónde está? — preocupado
— Se la llevaron ayer
— ¿Se la llevaron? — Su preocupación crecía
Isabel miro a ambos lados de la puerta, asomándose por las calles, como si sospechara de alguien. — ¿Quieres pasar? — finalmente lo invito.
El chico jamás había visto una sala de estar tan lujosa, todo desde las cortinas hasta el tapete costaba más que su casa.
ESTÁS LEYENDO
Mariel la princesa trofeo
RomanceMariel siempre ha sido una chica hermosa, sin embargo esto no le trae más que desgracias pues todos a su alrededor la ven como un objeto sexual, un día encontro a un chico diferente pero sus deveres como princesa la llevan a los brazos de Joshua un...