Mariel la princesa trofeo

Capitulo VII

— ¿Todavía te duele? — Mariel gemía y chillaba tirada en el piso, tenía la espalda, las nalgas y las piernas llenas de azotes al rojo vivo — Espero que eso te enseñe a obedecerme mejor… cambiando de tema, estaba pensando en lo que hare contigo una vez que seamos esposos, es decir, mañana mismo, me entusiasma haber cambiado la fecha, gracias a que tu padre murió ahora es necesario para que yo pueda remplazarlo de inmediato, quizá te saque a pasear al parque con tu correa y todo perrita, estoy seguro de que te sentara muy bien. O quizá pueda dejarte atada a un árbol en el bosque y dejarte sola un rato,  lo malo es que no podre ver el terror en tu cara, O puedo bañarte en el lago, hay tantas posibilidades, ¡hay algo que nunca he probado! —se exalto de repente, como recordando una vieja fantasía.

— Sería una pena que un cuerpo tan bonito como el tuyo no se usara en todas las maneras posibles ¿Verdad?  ¿Has oído hablar de la coprofagia? Es más espérame unos minutos enseguida te lo muestro  — corrió al baño sosteniendo su estomago.

Ella ni siquiera le había puesto atención su mente estaba en blanco, le hubiera gustado imaginar que estaba en alguna especie de lugar feliz, pero el dolor la traía de vuelta a la realidad, era la primera vez que temblaba de miedo durante horas.

Un débil sonido la despertó de su trance, provenía de la ventana, se levanto atenta y con ánimos, pero luego recordó lo absurdo que eran sus esperanzas;  su hermano estaba en prisión en ese preciso momento, sin embargo diviso un reflejo oscuro en una esquina del cuarto

 Luego esculcando en el buro y después justo enfrente de su jaula; abriéndola.

— ¿Hermano?  Nunca había estado tan feliz de verte — le dijo a la calavera con ojos inocentes de niña, grandes como una sandia, con una sonrisa de medio melón, la esperanza había retornado.

Sombra Roja  la tomo de la mano, luego la envolvió rápidamente en las sabanas rojas de la cama, a manera de vestido y la sacó corriendo a toda velocidad por el pasillo.

Sombra derribo torpemente a Joshua en el camino como si no supiera quién era, y el platito metálico de perro que había llenado con su excremento se le cayó encima.

Seguían corriendo a toda velocidad, se encontraron rápidamente con los dos guardias de la amplia puerta, Sombra acuchillo a ambos diestramente matándolos casi al instante, tiraba la manerilla para bajar el puente lo más rápido que podía, Mariel tiro las sabanas al piso inmediatamente y se puso a hacer lo mismo enérgicamente, sin importarle quedar desnuda frente a Sombra.

Cruzaron el puente lo más rápido que pudieron, un pequeño ejército de hombres en armadura ya los seguía a toda prisa, Sombra corto las cuerdas colgantes del puente arrojando su sable, lo cual les otorgo más tiempo mientras los guardias empujaban torpemente el puente que se había cerrado, Sombra y Mariel corrieron varias hectáreas por los pastizales hasta no divisar los detalles del castillo, ahí se encontraba estacionado un carruaje negro como la noche, jalado por caballos del mismo tono.

— ¿Cómo escapaste de prisión? — Mariel pregunto agradecida

— No soy tu hermano tonta — dijo Sombra juguetonamente al tiempo que se quitaba el casco.

— ¡Silba! — Grito efusiva abrazándolo con todas su fuerzas.

— Yo también te extrañaba — contesto respondiendo el abrazo, pero tuvo que terminarlo rápido para poder tirar de las riendas y escapar.

— ¿Cómo has hecho eso? ¿Por qué tienes el traje de Sombra Roja?

— Bueno a donde podría llegar un hombre que no sabe defenderse, Papá me enseño a usar la espada incluso antes de que supiera hablar, el traje, pues me lo regalaron, apareció en mi casa hace algunas horas, junto con una carta. — explicaba mientras manejaba