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Sus sentimientos, lo que pasó con Sans y encima lo que le dijo Chara, lo tenían aturdido.

Se la pasó pensativo todo el camino al antiguo laboratorio y para ese punto ya estaba abrumado, melancólico y triste, le hacían falta unas palmaditas en la cabeza, y no se sorprendió al recibirlas poco después de que le colocaran una sabana que cubrió su cuerpo.

Se sintió reconfortado en aquella fracción de segundos que la "mano" de la amalgama estuvo apapachándolo. Lo necesitaba desde hacía tiempo.

El silencio lo inundó y estuvo por quedarse dormido de no ser que un estruendo semejante a un metal topándose con el suelo le hizo abrir sus párpados, inexpresivo. Se hubiera quedado ahí mismo de no ser que el sonido no se le hizo familiar. De todas las veces que había estado en el antiguo laboratorio nunca hubo algo que se cayera de la nada, estaba seguro de que lo recordaría.

Se sentó viendo en dirección a donde surgió el sonido, dando en la entrada del laboratorio con flores y espejos. Luego de acomodar su postura, fue sin una pizca de titubeo, a esas alturas era difícil que algo le atemorizara, y para nada se extraño de no ver absolutamente nada en el pasillo.

Avanzó por mera intuición para darse cuenta de que a cada paso algo no encajaba. Las flores que se encontraban sobre el mostrador progresivamente estaban marchitas, hasta llegar al final donde sólo había polvo. Era raro, jamás las había visto así.

- ¿Flowey...?- Preguntó al aire intentando encajar las piezas de alguna manera con el nombrado, pero luego de procesarlo negó con la cabeza. Ese desalmado (literalmente) hubiera dejado algún indicio de que estuvo ahí si lo que quería era "jugarle una broma", además, no había hecho acto de presencia desde hace un tiempo, ¿Por qué haría estragos de repente?

Se volteó alerta cuando los espejos de la pared empezaron a romperse de la nada, iniciando por el primero que estaba a lado de la entrada y estallando cada uno seguido de otro, acercándose al castaño que sólo veía sin entender nada, retrocedió para evitar el espejo a su lado, pero antes de que explotara como el resto, todo se detuvo y un silencio muy seco se hizo presente.

Hizo una mueca sin dejar de ver al frente, llevando su mano a su bolsillo para sacar la única arma que había guardado desde el inicio de esa partida, el cuchillo, pero dejó el camino a medias, pues un escalofrío recorrió su columna tras sentir una respiración menear sus cabellos desde atrás.

Cómo ya había dicho, era difícil que se asustara, cosa que se puede justificar porque sabe exactamente lo que pasa y pasará, pero esto era evidencia de que ahora ya no estaba asegurado el juego; el miedo se da ante lo desconocido, y esto lo era para el castaño que estaba por vivir un tormento que no tenía previsto.

[...]

Ya habían pasado cinco días desde que no ve al humano; claro, esto según sus cuentas, ya que obviamente hubieron reseteos en el trascurso de ésta, y no se había molestado en aparecerse en la partida, se negaba a hacerlo aunque estuviese en contra de lo establecido, en realidad nada ni nadie lo obligaba a seguir el guión.

Se la pasó la mayor parte del tiempo dormido, por lo que no se daba cuanta de cada cuanto eran los reinicios, sólo sabía que cada que despertaba, todo volvía a empezar. Y claro que hubiera seguido así, pero hasta él se cansó de dormir todo el tiempo y a la primera que fue a la planta baja por un poco de Ketchup, su hermano lo obligó a ir al trabajo.

Fue sin objeciones (estaba demasiado aburrido hasta para evadir sus órdenes), aunque tenía planeado que al primer pelo que le visualice al chico, se escondería para no ser interceptado.

Lo curioso fue que el día volvió a su inicio camino a su puesto, por lo que en un paso ya estaba en su cama viendo al techo. Se levantó sin importarle mucho y volvió a ocurrir lo mismo con Papyrus; salió de casa y otra vez estaba en su cuarto. Se puso en pie, salió de casa, vio su puesto a lo lejos y otra vez la burra al trigo.

[ᴄᴀɴᴄᴇʟᴀᴅᴀ] En Un BUCLE  <Male!FriskXSans> +18 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora