1; Cabaña

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Despertar era algo sumamente emocionante, mi actual existencia se basaba en observar a esos seres raros llamados humanos. Eran muy interesantes, algo malvados, tontos, egoístas, mentirosos... Y muchas cosas malas, pero en medio de todo eso malo estaba lo brillante, bueno y maravilloso de ellos.

Solía observar lo muy acompañados que estaban. Muchos de ellos tenían esa cosa que llamaban "familia"; eso era lo que mas me fascinaba. 

Soy Harry, tengo entendido que soy un ángel, pero no pertenezco a algo o alguien, no tengo una obligación o trabajo, como otros seres que conozco. Vivo en Neque o tambien llamado "Ninguno de los dos", es muy solitario por aquí y es la razón por la que empezó mi ahora recurrente observación a los humanos.

Hoy iría a Medium humilis [Medio bajo] un "donde" en el que me gustaba estar hasta que sentía sueño. Algo que había aprendido de los humanos, sentir sueño, me acostumbré a dormir pues no me era nada necesario hacerlo, aun así ya era parte de mi rutina. 

Mientras llegaba a Medium humilis [Medio bajo] pensaba que lugar del planeta Tierra quería observar, tal vez África por los hermosos elefantes, o algún lugar lleno de naturaleza como Brasil o simplemente un lugar al azar. 

Había llegado y se podía observar mi planeta favorito. Cerrando mis ojos me intente conectar con la tierra, sin escoger antes algo especifico y aún con mis ojos cerrados sentí en mi pecho un retumbar fuerte, como algo moviéndose constantemente. Abrí mis ojos y... ¿estaba de pie en la tierra?, observé mis manos y efectivamente era yo quien estaba ahí en ¡la Tierra!

Ir a la Tierra físicamente, era algo que había intentado hacer muchas veces, hasta que me rendí y no lo hice más, pero ahora estaba allí y podía sentir lo que hace unos pocos segundos solo había podido observar.

Regresé de mis pensamientos y me di cuenta que mis alas estaban descubiertas y que estaba desnudo, lo cual no era muy bien visto entre los humanos, rápidamente guardé mis alas y observé donde me encontraba, era un bosque muy frío, estaba obscuro y solitario. Con la mirada busqué alguna planta o cosa que me ayudara a tapar mi cuerpo, pero no veía nada útil, caminé un poco y me topé con un camino de tierra firme. Decidí ir por la izquierda y con  esperanza de poder encontrar algo con que taparme y en donde refugiarme, tomé camino.

Caminé unos tantos minutos y llegué a una linda cabaña de madera, la rodeé y me encontré con ropa en una canasta, rápido agarré un par de pantalones y una sudadera color beige, olían bien. 

Gracias a mi observación a la tierra y sus habitantes, aprendí muchas cosas de ellos, sus costumbres y comportamientos, por lo cual no estaría tan perdido en lo que debería de hacer.

Me apresuré a ponerme la ropa por el frío que calaba mis huesos y alas, las cuales aun guardadas lo sentían. Pensé en irme y buscar algún lugar para dormir, pero hacia frío y la ropa no era de mucha ayuda, asi que decidí que sería mejor idea pedir ayuda a alguien en la cabaña.

Volví a rodearla y miré con determinación la puerta de madera gruesa, toqué un par de veces con mis nudillos y esperé unos segundos, pero no pasó nada, volví a intentar y esta vez escuché unos pasos acercándose a la puerta, emocionado sonreí y vi a un joven humano con el ceño fruncido, adormilado y algo confundido parado detrás de la puerta semiabierta.

-¿En qué puedo ayudarte?, son las dos de la madrugada. - Preguntó el pequeño y castaño humano. Lamentaba haber despertado al chico pero realmente necesitaba un refugio.

-Siento molestar human-...chico, pero aquí fuera hace mucho frío y no tengo donde pasar la noche. - Observé al chico y se notaba dudoso pero vi como se movía para darme paso a su cabaña y me apuré a entrar. El chico prendió las luces y señaló un gran sofá blanco.

-Puedes dormir en el sofá, ahora te traigo unas mantas y almohadas. -Salió de la... ¿Cómo le llamaban? ¡oh, si!, sala de estar; aproveché para subir un poco la sudadera y estirar mis alas un momento, era cierto que podía esconderlas, pero también eso me causaba un pequeñito dolor en la espalda y debilidad al momento de volver usarlas. No podía acostumbrarme.

Escuché de nuevo esos pasos y mas rápido que un rayo guardé mis alas. El chico estaba parado con las mantas y almohada en sus manos y con ojos bien abiertos, por un segundo dudé si había visto lo que no tenía que ver. Mis alas.

-Disculpa, realmente tengo sueño. -Sacudió su cabeza y talló sus ojos. -Aquí tienes, esto servirá para la noche helada. Yo me iré a descansar, cualquier cosa solo toca la puerta blanca que es mi habitación, el baño es ese de ahí. -Señalo una puerta de madera con grabado de pinos.

-Muchas gracias, te debo una. - Le dije recordando como los humanos agradecen los favores.

-No te preocupes, buenas noches. - El humano casi se caía del sueño, se fue hacia la puerta blanca que mencionó, era su habitación y se fue dejándome con un cómodo sofá y mantas esperándome. 

Estaba en la Tierra y había interactuado con un humano, eso era lo que mas anhelé alguna vez y ahora lo estaba viviendo. El problema entre toda esta felicidad, eran mis alas y el no tener que apegarme a la Tierra o todo se volvería peor. Solo esperaba estuviera equivocado en lo ultimo.









Ángel sin lugar... Yo te daré un hogar |LS.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora