Una semana, exactamente ha pasado una semana y mi vida ha cambiado de mil maneras. Primero ya mi papá preparo los papeles para comenzar la escuela, y lo segundo ¿Saben lo que es odiar? bueno es lo que siento por Lorenzo desde que pise esta casa.
Yo andaba muy tranquila en mi cuarto que había terminado de hablar con mi mamá y me disponía a leer A través de mi Ventana que aunque la he leído millones de veces aún no supero a los hermanos Hidalgos.
—Te he dicho que tienes una asquerosidad de cuarto, tienes 18 años por gusto querida topo—hablo el chico hace mi estancia tan horrible, pero bueno odiar es un sentimiento y por él puf no siento nada.
—Creo que no es tu problema con mis gustos, señor engreído de mierda.
Rueda los ojos para seguir observando mi cuarto, ya llevo una semana acá y es la primera vez que él entra. Vuelvo acomodarme en mi cama que queda al lado de la ventana y solamente pienso, como sería mi vida con un Ares Hidalgo a mi lado.
Un ruido en el armario me saca de mis pensamientos, ósea de mi mundo de unicornilandia. Siento unas telas que me caen encima y cuando logro verlas, era todo estilo emo rock.
— ¡Ponte eso! En diez minutos te quiero afuera —Lorenzo me mira con aire autoritario y me señala como si fuera mi padre, haciendo que sacara mi lado más enojón.
— ¿Y si no quiero? —Me cruzo de brazos, mientras le saco el dedo del medio. Además que logro empujarlo hacia la puerta. — ¡Tu no me mandas idiota!
Lorenzo comienza a reírse y me da suave en la cabeza
—Metete algo en la cabeza, tú haces lo que yo diga. Hoy estoy al mando—Me susurra todo eso mientras me acorralaba hasta caerme en la cama. — Sabia que eras una floja para nada, topo.
Me da rabia que intente creer que es mi padre, así que cuando se va cierro la puerta de un solo tirón. Miro la ropa que ahí encima de la cama ¿Y si le hacemos la guerra?
Ruedo los ojos cuando escucho los golpes en la puerta, improviso rápido cogiendo un jeans gastado que había traído de mi pueblo y una blusa floreada de color rosa. Agarro los converses blancos que tenía en una esquina tirado, ya saben la vieja confiable, con converse pega todo.
Salgo de mi cuarto cuando lo observo tomando alguna de esas bebidas raras.Aunque sea un odioso, indeseable, no puedo ocultar que se ve sumamente guapo y en sus post en Instagram ¡Wow! es otro nivel. El jeans que trae puesto hace que se le marquen mejor las nalgas, además de sus muslos bien trabajados, el pullover ajustado lo hace ver como un maldito dios griego ¡Para Camila! ¡Dios griego solo Ares, para!
—Terminaste de vacilarme
—Quisieras que una chica como yo, te vacilara idiota.
Le saco el dedo del medio y soy la primera en salir. Me dispongo a esperarlo en el parqueo cuando Bea me manda un mensaje, deseando un bonito día y que la pase excelente con Lolo ¡Lo dudo!
—Móntate topo —grito en su auto descapotable, no me pidan que les diga que marca era porque soy mala en eso.
—Me llamo Camila Alejandra, no me gusta que llames topo —le corregí mientras montaba y me ponía mi cinturón de seguridad ¡Mi vida por delante de todo! — ¿A dónde vamos?
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¡Hey tú, idiota! © V1
Ficção AdolescentePrimer Libro de la Saga Vizcaya Camila decide que irse a vivir con su padre es su mejor opción, todo porque quiere mejorar su vida, con las excelentes escuelas y ofertas universitarias que se otorgan en Fairfax. Además de que quiere ser una de las m...