Capitulo 10

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El cuerpo de María José se abalanzó sobre Sebastián, provocándole  una fuerte caída, mi cuerpo estaba inmóvil quería reaccionar y separarlos, pero simplemente no podía moverme. Lanzó dos fuertes golpes sobre el rostro de Sebastián sin darle oportunidad de esquivarlos. Ella estaba realmente furiosa, era como si fuese otra persona totalmente distinta a la que yo conocía.

—¿Que haces? —fue lo único que pude formular antes de tirar de su camiseta para intentar apartarla.

—¡suéltalo ,suéltalo! —repetí  varias  veces sin obtener respuesta de su parte, era como si no estuviera dentro de sí.

En mi intento  desesperado por detenerla me abalancé sobre su espalda, fue entonces cuando Sebastián soltó el primer golpe sobre su mejilla y un segundo más en el ojo. En pocos segundos aquello se volvió un caos de jaloneos por parte de mis amigos intentando separarlos y quitarme de a mí justo del medio de aquella pelea.
Juan logró retenerla con ayuda de Cristian pero en medio de aquel caos los tres cayeron al piso.
Poché se reincorporó de inmediato y cuando estaba a punto de soltar otro golpe contra Villalobos, tuve la "brillante idea" de meterme en el medio de aquellos dos, lo que provocó que accidentalmente ella golpeara mi labio inferior.

—!Calle!—fue lo único que escuché después de sentir algo líquido y caliente escurrir, instantáneamente baje el rostro pues el fuerte golpe logró desestabilizarme.

Fue hasta entonces cuando la pelea se detuvo.

—¡Daniela, Daniela! —la escuché decir con voz titubeante, mientras colocaba una mano en mi mentón para levantar mi rostro y la otra en mi cintura para sostenerme.

—¡No, la toques!  —le ordenó Juana mientras un que lanzaba un manotazo para para apartarla.

—Yo, lo siento demasiado, yo no quería hacerle daño.

—Porque no te vas y la dejas tranquila de una buena vez  —La voz de Juana sonaba realmente  furiosa

—Lo siento de verdad juro que no quería que esto pasara, Daniela.

—mírame por favor me suplicó.

— ¡Eres una salvaje! —escuché  la voz de Sebastián detrás de mí.

—Daniela  —me dijo con voz entrecortada.

  —Mira lo que le has hecho  —le reclamó Sebastián una vez más.

—Le he dado por tú culpa imbecil.

— ¡ Fuera los dos de una puta vez!  —Juan se había unido a la discusión.

Levanté el rostro y la miré totalmente aterrorizada, sus mejillas estaban bañadas en rojo carmesí y su ceja izquierda se notaba algo inflamada, con una pequeña abertura al final. Sus ojos estaban a punto de llanto, sus manos estaban temblorosas, y su camiseta estaba totalmente rasgada por las mangas.

—Basta dejen de pelear  —grité  alterada, ambas nos miramos. su rostro era un total reflejo de preocupación, mientras que a mí se me estrujó el corazón de mirarla así.

Negó con la cabeza, mientras daba algunos pasos hacía atrás.

—Tenemos que llevarte a un hospital nena —soltó Juana mientras buscaba desesperadamente algo en su bolso.

—Yo te ayudo —miré  a kim sacar un pañuelo y colocarlo en mi labio para detener un poco el sangrando.

——Yo la llevo —sentí los brazos de mi ex novio rodearme por la espalda en un intento  por levantarme del suelo.

—vamos de prisa, tenemos que llevarla a la enfermería —esta vez escuché la voz de Cristian el novio de Juana.
 
Me sentía realmente aturdida por todo lo que estaba pasando. miraba nuevo rostros acercarse para averiguar qué sucedía y ella se alejaba cada vez  más de nosotros y yo, no podía evitar pensar en que no podía dejar que se fuera en ese estado, si la dejaba ir probablemente sería la última vez que pudiera verla.

— ¡Bájame! —le ordené a Sebastián.

—No lo haré.

—Te he dicho que bajes, ¡ahora!

Comencé a lanzar manotazos para logrando finalmente mi objetivo. Cuando mis pies tocaron el suelo comencé a correr en la misma dirección en que Poché había caminado.

— ¿Qué haces Calle? —me preguntó  Juana,
Pero la ignoré  totalmente  y seguí avanzando.

La miré abrir la puerta de su auto y aceleré el ritmo de mis pasos, pues tenía claro que una vez que pusiera en marcha el motor no volvería a saber nada de ella y casi sin aliento logré llegar también yo, abrí la puerta rápidamente y sin decir nada me monté a su lado.
— ¡Daniela!—me dijo sorprendida.

—Quiero que me lleves contigo.

—¿pero a dónde?

—no lo sé, pero vámonos ya.

Arrancó el Audi y cuando estábamos a punto de salir del parqueadero Sebastián nos dió alcance.

—¿Es real te vas con María José?  —preguntó sarcásticamente.

Miré a poché quién tenía la mirada puesta sobre mí y no respondí nada, ninguna de las dos lo hizo.

—Pensé que eras menos estúpida Daniela —soltó.

—¡ vámonos ya! —le dije a la chica a mi lado.

Pasamos muy cerca de mis compañeros y amigos que me miraban algunos con asombro y otros con rabia, lo único que yo quería en este momento era estar con ella sin importar nada.



 




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