capítulo 6

500 27 2
                                    

Miré a poché por el retrovisor dar grandes sancadas para llegar a mí. Pero en un movimiento rápido abrí la puerta y comenzé a caminar apresuradamente. Escuchaba el claxon de los autos que hacían fila detrás del Mercedes, pero en ese momento la irá invadía mi mente evitando que actuará de manera prudente.
—¡sebastian! —grité exaltada. Fue hasta entonces cuando se percató de mi presencia.
Se separó rápidamente de la chica a la que envolvía entré sus brazos tratando de limpiar un poco el labial rojo chillante, que había embarrado sobre su boca. Ella giró para mirarme y valla sorpresa era la misma tipa de la fiesta.
—calle ¿qué haces aquí? —preguntó  sorprendido. Apenas estuve cerca de él, estampe mi mano contra su mejilla.
—¿Qué te pasa estúpida? —soltó, la chica indignada. Mientras miraba como Sebastián frotaba su mejilla con la mano izquierda.
—¡Tú no te metas puta! —dije, intentando abalanzarme sobre ella.
—¡calmate, Daniela! —gritó Sebastián un poco alterado. Mientras se ponía frente a mí para evitar que la tocará.
Estaba tratando de llegar a a ella para golpearla cuando sentí unos brazos rodearme fuertemente por la cintura, haciendome retroceder. Ese olor inconfundible a perfume caro y menta sólo podía ser de una persona en el mundo. Sebastián la miró con una expresión llena de confusión.
—¡sueltame! ¡sueltame! —le dije a poché sin poder girar para mirarla.
—tranquila Dani, de verdad no vale la pena —dijo, en un tono casi inaudible.
—Te dije que me sueltes, María José —exigí exasperada intentando soltarme de su agarre.
—y yo te dije que te calmes, Daniela calle —esta vez su tono era autoritario.
Sentí su voz muy cerca de mí oído, y sin pensarlo dejé de tirar de ella para soltarme de su agarre, increíblemente la voz de María José Garzón tenía un  efecto en mí que ni yo misma podía entender.
—Calle, las cosas no son como tú piensas —volvió a hablar Sebastián.
—¿y tú te crees que yo soy estúpida?
—Déjame explicarte, necesitamos aclarar las cosas —expresó intentando convencerme.
—Todo está más que claro Sebastián, ahora entiendo perfectamente tu desaparición Durante todos estos días, tú falta de interés y sobretodo el desplante que me hiciste en la fiesta de Paula —necesitaba sacar todo lo que me ahogaba en ese momento.
—Yo quiero... —No pudó terminar la frase, porque lo intereumpí
— No te desgastes intentando explicarme, No vale la pena, tú no vales la pena —le dije finalmente.
A medida que me fuí calmando poche fue retirando sus manos lentamente, pero se quedó parada justo detrás de mí. Cuando levanté la vista a mi alrededor, las miradas de todas las personas en el parqueadero se posaban sobre nosotros, sobre mí. La cara de Mario y Jhohan era un reflejo de absoluta preocupación.
—Te dije que la esperaras fuera del colegio, mira qué lío se ha desatado  poché —le reclamó Mario en voz baja.
Ella sabía perfectamente del engaño de Sebastián y no había tenido el valor de decírmelo, ahora todo tenía sentido, esa tensión que refleja su mirada y la forma tajante en la que cortó nuestra conversación, era para evitar que descubriera a su amigo Sebastián.
— ¿Así que todo esto es tú culpa María José?  ¿cómo pudiste traicionarme?  — preguntó Sebastián, fulminadola con la mirada.
—De la misma manera que tú me traicionaste a mí  —respondí, antes  que ella pudiera formular una palabra.
Me dí medía vuelta para dirigirme a mí auto, no soportaba estar un minuto más ahí.
—Calle —dijo, en un susurro cuando pasé a su lado.
—ahora no María José.
Me sentía herida, dolida y traicionada. Encendí el motor de mi carro nuevamente,  mientras observaba atravez del cristal, la acalorada discusión que sostenían Sebastián y poché. Cuando el motor rugió, salí a toda velocidad de aquél sitio intentado calmar la avalancha de pensamientos que caían sobre mí. El camino era largo y a medida que avanzaba, todo pasaba en cámara lenta frente a mí, era demasiado evidente que la traición de Sebastián me había dolido pero lo que más dolía era pensar que María José apoyaba su engaño — ¿Y Dondé quedaron sus disculpas? ¿Dónde quedó nuestra nueva amistad? ¿Todo eran mentiras?
— ¡Calle! —gritó, Juana sentada en la última fila del salón.
— Hola —le respondí con desánimo. Mientras caminaba en su dirección.
Sentí los brazos de Juana rodearme por el cuello cuando me incliné para saludarla.
—amiga, siéntate aquí a mi lado, que no se me quedó nada de lo que estudié.
—Yo nisiquiera estudié, Juana —le confesé.
Justo cuando estaba a punto de bombardeame con un millón de preguntas, el profesor Jaramillo, entró al salón y todo el mundo guardó silencio. Todos mis compañeros incluyéndome, le teníamos cierto temor a ese profesor, excepto  mi amiga Kim que estaba perdidamente enamorada de él, desde que iniciamos la carrera. No podía culparla era un hombre guapo, educado, caballeroso y con un toque misterioso, pero también sumamente estricto y disciplinado.
—calle Soto Daniela —dijo, el profesor Sebastián, levantando  una hoja con la mano derecha.
— Soy yo, profesor gracias.
Regresé a mi escritorio, tratando de analizar la primera pregunta, pero me resultaba imposible incluso leerla. El tiempo se fue volando, faltaban diez minutos para que la prueba terminará y yo sólo tenía dos respuestas anotadas, pude girar un poco en dirección al escritorio de Juana y su examen estaba apunto de llenarse. Jamás me había pasado algo similar a lo largo de mis estudios, pero por más que trataba de concentrarme, me resultaba imposible. Juana levantó un poco su hoja de respuestas para que yo pudiera copiar algunas. Sabía que copiar no estaba nada bien, pero también sabía que desaprobar estadística significaba repetir el semestre.
—se acabó el tiempo, entreguen sus exámenes  —nos indicó el profesor Jaramillo.
Tomé todas mis cosas del escritorio, incluído el desayuno que me dió poché  por la mañana.
— ¿qué pasa contigo calle? —me preguntó, apenas pusimos un pié fuera del salón.
— ¿a qué te refieres?
— A qué un día María José Garzón viene a recogerte a la universidad y te vas con ella, y al día siguiente te presentas al examen más importante del semestre sin estudiar a eso me refiero. Calle tú no eres así  —Me dijo.
— No fue culpa de María José que no estudiará para el examen.
— ¿entonces? — Preguntó sarcástica.
— Fueron mis nulas ganas de estudiar, para ser algo que nisiquiera me gusta.
— Pero amig...— estaba apunto de decir algo, cuando la intereumpí.
—y tenías razón Sebastián y María José son un par de mentirosos.
Juana me miró levantando las cejas, mientras caminabamos a la cafetería. Terminé contándole todo lo sucedido y la descarga de emociones que había experimentado en menos de 24 horas.
—calle... Debo confesarte algo —musitó.
— ¿qué pasa? —le interrogué curiosa.
—Yo tenía la sospecha de que Sebastián estaba con otra persona, pero no quería decirte nada hasta tener la certeza.
— No, Juana tú no —le dije,con cierto tono de decepción.
—perdón, amiga es que te miraba tan feliz con tu relación que no quería aruinala con supocisiones y apesar de que Sebastián no fuera mi persona favorita para ti. Yo siempre apoyaré tus decisiones.
—tienes razón, nadie es culpable excepto yo por mis malas elecciones —le dije, mientras  jugaba con el termo de Starbucks que horas antes me había dado poché.
Definitivamente había experimentado uno de los días más estresantes de mi existencia. Después de estudiar para mí examén de comercio  y  tomar una larga ducha, me  acomodé bajo las sábanas intentando dormir.
Desperté por el sonido insistente de un claxon  en la entrada de mi casa. Los primeros rayos de sol inundan mi habitación. Frote un poco mis ojos y caminé al balcón, para mirar al inconciente que había interrumpido mi descanso. No podía creerlo, no podía ser ella.

KISS MEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora