EL INFIERNO, EL DIABLO Y CÓMO VENDER TU ALMA

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SATÁN ha sido, con toda seguridad, el mejor amigo que la Iglesia jamás haya
tenido, ya que él la ha mantenido en el negocio todos estos años. La falsa
doctrina del Infierno y del Diablo ha permitido a las Iglesias protestantes y
católicas prosperar durante demasiado tiempo. Sin un diablo al cual acusar,
los religiosos de la Vía de la Mano Derecha
[9] , no tendrían con qué amenazar
y amedrentar a sus seguidores. A guisa de advertencia, dicen. «Satán te guía
a la tentación»; «Satán es el príncipe del mal»; «Satán es maligno, cruel,
brutal». «Si cedes a las tentaciones del diablo, seguramente sufrirás
condenación eterna y te asarás en el Infierno».
El significado semántico de Satán es el de «adversario» u «oposición» o el de
«acusador». La misma palabra «diablo» viene del hindú devi que significa
«dios». Satán representa oposición a todo las religiones que sirven para
frustrar y condenar al hombre por sus instintos naturales. Le ha sido dado el
papel de malo simplemente porque representa los aspectos carnales,
terrenales, y mundanos de vida. Satán, demonio por excelencia del Mundo
Occidental, era originalmente un ángel cuyo deber era informar a Dios de los
delitos e iniquidades humanas. No fue hasta el siglo XIV que empezó a ser
representado como una deidad maligna que era parte hombre y parte animal,
con cuernos y pezuñas de cabra. Antes que el Cristianismo le diera los
nombres de Satán, Lucifer, etc., la parte carnal de la naturaleza humana era
regida por el dios entonces conocido como Dionisios, o Pan, representado por
los griegos como un sátiro o fauno. En sus orígenes, Pan era el «bueno» y
simbolizaba la fertilidad y fecundidad.
Siempre que una nación asume una nueva forma de gobierno, los héroes del
pasado se convierten en los villanos del presente. Lo mismo sucede con la
religión. Los primeros Cristianos creían que las deidades Paganas eran
demonios, y acudir a ellos era utilizar «magia negra». A los milagrosos
eventos celestiales los llamaban «magia blanca»; ésta era la única diferencia
entre los dos. Los viejos dioses no murieron; cayeron al Infierno y se
convirtieron en demonios. El coco
[10] , los duendes, o espíritus «salvajes»
empleados para asustar a los niños se derivan de varias creencias eslavas
sobre espíritus que habitaban en pantanos. La raíz eslava «Bog» significa
«Dios» lo mismo que la palabra hindú Bhaga, que significa «dios».
Muchos placeres reverenciados antes del advenimiento del Cristianismo
fueron condenados por la nueva religión. ¡Se necesitó muy poco para
transformar los cuernos y pezuñas de Pan en un demonio más convincente!
Los atributos de Pan pudieron transformarse fácilmente en los pecados con-
castigo-incluido, y así quedaba completa la metamorfosis.
La asociación de la cabra con el Diablo se halla en la Biblia Cristiana. El día
más sagrado del año, el Día de la Expiación, era celebrado cargando de
pecados a dos cabras «sin mácula», una como ofrenda al Señor, y una a Azazel. La cabra que llevaba los pecados del pueblo era arrojada al desierto y
se convertía en «chivo expiatorio». Éste es el origen de la cabra que aún hoy
en día se usa en ceremonias de logias, tal como solía hacerse en Egipto,
donde anualmente se la sacrificaba a un Dios.
Los demonios de la humanidad son muchos, y sus orígenes muy diversos. La
celebración del ritual Satánico no adopta la invocación de demonios; esta
práctica sólo es seguida por aquellos que temen las fuerzas que ellos mismos
conjuran.
Supuestamente, los demonios son espíritus malévolos cuyos atributos
conducen a la degradación de las personas o eventos con los que tienen
contacto. La palabra griega demon denominaba a un espíritu guardián o
fuente de inspiración; para asegurarse, los teólogos inventarían
posteriormente legión tras legión de éstos heraldos de —malvada—
inspiración.
Un indicio de la cobardía de los «magos» de la Vía de la Mano Derecha es la
práctica de invocar un demonio en particular (el cual, supuestamente, sería
un sirviente del diablo) para hacer lo que el mago le ordenase. El supuesto es
que el demonio, no siendo más que un lacayo del diablo, es más fácil de
controlar. La tradición Ocultista postula que sólo un hechiceros
formidablemente «protegidos» o bien dementemente temerario, intentaría
invocar al Diablo en persona.
El Satanista no llama furtivamente a éstos diablos «menores», sino que invoca
abiertamente aquellos que conforman ése ejército infernal de duradero
ultraje —¡los Diablos en persona! Como podría esperarse, los teólogos han
catalogado algunos de los nombres de diablos en sus listas de demonios, pero
el registro que sigue a continuación contiene los nombres usados más
eficazmente en el ritual satánico. Estos son los nombres y orígenes de los
Dioses y Diosas invocados, que conforman gran parte de los moradores del
Palacio Real del Infierno.
LOS CUATRO PRÍNCIPES DE LA CORONA DEL INFIERNO
SATÁN: (Hebreo) adversario, opositor, acusador, Señor del Fuego, el infierno,
el sur.
LUCIFER: (Romano) portador de luz, iluminación, el aire, estrella matutina, el
este.
BELIAL: (Hebreo) sin amo, sustento de la tierra, independencia, el norte.
LEVIATÁN: (Hebreo) la serpiente que emerge de las profundidades, el mar, el oeste.

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